48.✞

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Después de que casi Isaí y yo nos comemos como unos caníbales en mi auto, decidimos bajar y seguir conviviendo. Isaí se puso a saludar a quienquiera que se encontraba en el camino y yo, lo intentaba con mi mejor sonrisa. Realmente me ponía demasiado contenta ver a Isaí tan feliz, por lo que decidí dejar de ser una amargada ermitaña e intentar ser agradable como lo era antes. Mis papás también estaban muy felices y ni se diga de mi hermano, por lo que tomé la decisión de no ser una egoísta y decirles que volvamos a esa iglesia, porque era obvio que ellos pertenecían ahí, al igual que Isaí.

Después de saludar a más de la mitad de la iglesia, mi papá por fin anunció que ya era hora de irnos a comer con mi abuela. Algunos nervios se acumularon en mi estómago, haciendo un terrible nudo. Pero al ver la felicidad de Isaí y como él me regalaba de vez en cuando sonrisas alentadoras, era imposible sentirme insegura o nerviosa. Nos subimos todos al auto y comenzamos a dirigirnos a la casa de mi abuela. 

Mi papá no paraba de mencionar lo feliz que estaba al volver a encontrarse con sus amigos. Mi mamá también decía lo emocionada y feliz que estaba al encontrarse con sus amistades de años y mi hermano hablaba con Isaí acerca de algunos amigos de ellos que yo no conocía. Yo ya no estaba de mal humor, de hecho, me encontraba en uno de los mejores humores de mi vida y todo gracias a la espectacular presencia de Isaí. 

-Llegamos- Anunció mi papá una vez que llegamos a la casa de mi abuela. 

Bajé del auto y sentí como los nervios volvían y lograban poco a poco, apoderarse de mí. No quería que mi familia fuera tan grosera como solían serlo. El hecho de que la familia de Isaí se había comportado mejor de lo esperado conmigo, me hicieron rezar casi a gritos que de igual forma, mi familia tratara así a Isaí.

Tocamos el timbre y mi abuela no tardó ni dos segundos en abrir la puerta. Iba vestida con sus típicos vestidos largos, de tirantes y floreados de color rojo con blanco y sus sandalias preferidas. Salió sonriendo con sus labios pintados de rojo y con un toque leve de maquillaje. Ella ya casi no se maquillaba y nunca me había puesto a observar lo bien que se veía sin maquillaje. 

-¡Hola!- Saludó en cuanto abrió la puerta. 

-¡Hola!- Saludó mi hermano, le dio un beso y un abrazo.

-Hola- Saludé un poco más tímida con una sonrisa e hice lo mismo que mi hermano.

-¿Pero quién eres tú? Nunca te había visto pintada y tan guapa- Halagó observándome con impresión. Volteó a ver a Isaí, quien le dedicó una espectacular sonrisa y agregó:- Ah, ya veo porque te pones tan guapa.

Me ruboricé. Mis papás, mi hermano, Isaí y mi abuela, se rieron mientras yo estaba roja como una bomba. Sonreí completamente tímida y me adentré más en la casa. El perro más enfadoso del mundo, llamado Igor, salió disparado de la nada y de un momento a otro, lo tenía rasguñándome las piernas intentando captar mi atención. 

-Pero que hermoso perro- Comentó Isaí y comenzó a acariciar a Igor.

-¿Te gusta?- Preguntó mi abuela acercándose a él una vez que acabó de saludar a mis padres- Es un travieso.

-Pero es muy bonito- Halagó- Esta raza solamente los adinerados la tienen. 

Mi abuela se halagó totalmente. A ella la hechizaban diciéndole cosas así, pues ella siempre quiso parecer multimillonaria. Mi abuela le dio una sonrisa tanto de agradecimiento como de aprobación y me dio un ligero golpe en el hombro.

-Pues muchas gracias- Dijo con un tono de duquesa.

Mi abuelo salió de la cocina y al primero que miró fue a Isaí. Lo examinó de pies a cabeza y ni siquiera le sonrió. Solamente se comenzó a acercar cada vez más como si tuviera una máscara de seriedad.

Erotismo VirgenWhere stories live. Discover now