45.✞

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Lo que anhelé que fuera un gran día, se convirtió en lo peor. Empezando por todas las ignoradas y miradas caníbales que me dieron en el grupo de jóvenes y terminando ahí, en el maldito baño del bar, cambiándome de identidad. Gracias a Dios, mi hermano no me preguntó nada acerca de mi plan y solamente me dejó ahí y se fue a nuestra casa; sí pudo encontrar mi peluca y me trajo un kit de maquillaje eterno que probablemente, era de Pamela. Me quité mi vestido negro de tirantes gruesos y me quedé en ropa interior que era de encaje. Me había puesto mis plastas de maquillaje, mi peluca, los tacones altos que mi hermano me trajo y mi crucifijo.

Salí del baño y la música electrónica a todo volumen, casi me deja sorda. Como era de costumbre, los señores lujuriosos me comían con la mirada. Las mujeres solamente me mataban con su mirada y supuse que era por la envidia. Seguí caminando hasta que pude localizar a Gio, que estaba sentado en una mesa y hablando con una chica que se veía mucho más decente que yo. Una oleada de celos amistosos se apoderaron de mí y comencé a acelerar mi paso hasta llegar hacia él.

-Hola- Saludé con mi voz chillona y nasal fingida. A Gio se le iluminaron los ojos y comenzó a sonreír encantado.

-Hola, Rajab- Saludó con voz sensual. La chica me miró, puso los ojos en blanco y se fue con mala cara. Sonreí victoriosa.

-Oye...¿Crees que pueda hablar contigo?- Pregunté en mi forma más coqueta que pude. 

Cuando hicimos contacto visual, pude ver un vacío en sus ojos. No se veía la amabilidad o la felicidad que solía tener...más bien, apenas y se veía un sentimiento: Tristeza.

-Por supuesto, hermosa- Me guiñó un ojo e intenté con fuerzas sobrenaturales, evitar que mis vellos no se erizaran.

Se levantó de su asiento, se puso a lado mío y me rodeó la espalda baja con su brazo. Caminamos hasta un cuarto que no estaba vacío. Había una pareja besuqueándose y manoseándose como si quisieran un hijo. Gio rugió que se largaran y ellos, sin pensarlo dos veces, se fueron un tanto de mala gana, pero al escuchar el rugido demoniaco de Gio, hasta Isaí se hubiera ido...bueno, quizá no.

Entramos y cerró la puerta. Yo me quedé repasando mentalmente lo que le iba a decir para poder animarlo. Volteé a verlo y noté como su rostro no reflejaba amabilidad como la primera vez; más bien, ahora era una expresión aterradoramente lasciva. No le hice caso a una voz en mi cabeza que me decía que saliera corriendo de ahí porque se iba a poner peligroso.

-Bien...¿De qué quieres hablar?- Preguntó Gio con extrema lujuria en su voz, que me erizó la piel.

-¿Estás bien? Digo...¿No tienes problemas o algo así? Antes te veías mucho más amable y ahora te veo como muerto de sed por...

-Sexo- Terminó la oración por mí como era de costumbre. Sonrió enseñando sus dientes y casi pude jurar que los tenía afilados- Necesito sexo y es lo que quiero. Así que compórtate como la maldita zorra que eres y ábrete de piernas que mis huevos duelen.

Ahogué un grito. Era imposible escuchar aquellas obscenidades provenientes de la boca de Gio. Casi me infarto al escucharlo llamarme de esa forma y peor aun, obligándome a tener sexo con él.

-Gio...Por favor.

-¡¡Cállate Rajab!!- Tronó- Necesito sexo. Mi madre...carajos, mi madre engañó a mi padre y se largó de mi casa como una maldita cobarde. Mi padre esta devastado y verlo así...Es algo que necesito olvidar con el maldito sexo. ¡Así que dámelo!- Ordenó.

-¿Tu madre engañó a tu padre?- Pregunté incrédula. No lo podía creer. Su madre siempre había sido de esas mujeres fieles hasta el alma y lo último que harían, sería engañar a su marido o a cualquier otra persona.

Erotismo VirgenWhere stories live. Discover now