40.✞

8.3K 494 82
                                    

No sabía por qué rayos tenía tanto miedo de encontrarme a Isaí, si después de todo lo conocí en la iglesia y era un chico...decente. Con pasos temblorosos, entré a la casa. Un relámpago tronó a lo lejos, sacándome el espíritu santo del miedo. Cuando vi mejor la casa por dentro, pude ver que habían bastantes platos rotos en el piso, seguían los antiguos muebles que había visto cuando Isaí me había invitado, pero ahora, los muebles estaban rotos y no sabía si había visto mal, pero se veían quemados. Las paredes estaban rayadas con algunas frases indescifrables. Seguí recorriendo con mi mirada, las paredes hasta que me detuve en un rayado que decía: "Sarita"

-¿Qué haces tú aquí?- Gruñó una voz grave y masculina, haciendo que me diera un paro cardíaco. 

Isaí salió de una habitación, vestido todo de negro y desde mi distancia, pude ver que tenía unas manchas en su camiseta. Oré par que no fueran de sangre. Su cabello estaba alborotado, sus ojos azules brillaban en la casi oscura casa como si tuviese focos adentro de sus globos oculares. No se acercó a mí, solamente se quedó ahí, parado, viéndome.

-¡Contéstame!- Rugió.

-Vine...porque...bueno, Isaí- La verdad no sabía ni que decir gracias a mis nervios- Vengo a hablar contigo.

-¡Ja! No necesito que nadie hable conmigo- Dijo con desprecio- Ahora, si me disculpas, quiero estar solo.

-Por favor. Habla conmigo- Rogué. Él me miró con una extraña expresión de tristeza, alivio y enojo- Hazlo por mí.

-¡Carajos! Estoy enojadísimo conmigo, Sarahí. Me odio- Se pegó fuertemente en la pierna con su puño. Al sentir el dolor, volvió a hacerlo una y otra vez como un masoquista.

-¡Basta!- Corrí hacia él sin pensar y le sostuve la mano con mis dos manos. Así de grandes eran sus manos- Por favor, basta. Haciéndote daño no llegaremos a ningún lado.

Más cerca de él, pude ver que efectivamente, las manchas eran de sangre. Se olía muy poco ese olor métalico que tanto caracterizaba a la sangre. Isaí vio que miraba las manchas con horror, por lo que decidió quitarse la camisa, tirarla al suelo y pisarla con odio. Jesús, ahora sería imposible razonar con él.

Dios...su torso ligeramente bronceado se veía más apetitoso que...Dios. Tenía que calmarme. ¿Por qué rayos mi boca se me había hecho agua?

-Me odio. Me detesto- Pareció algo más calmado pero seguía enojado- Soy un loco...carajos, casi dejo paralítico a Kian.

Intenté no imaginarme la escena de él golpeando a Kian hasta dejarlo paralítico. Simplemente la violencia no era lo mío y jamás lo sería.

-¿Por qué lo hiciste?

-¿Por qué? ¿Es enserio tú maldita pregunta?- Preguntó sarcásticamente.

-Solo quiero saber porque te enojaste con él...-Me hice la tonta.

-¡¡Por ti!!- Bramó y comenzó a derramar lágrimas. Guau, Isaí, derramando lágrimas en frente de mí...era casi hasta imposible de creer aun viéndolo- ¡¡Por ti!! Lo hice por ti. 

-Te dije que no...

-¡Cállate!- Ordenó. Cerró los ojos con fuerza y los abrió con aun más lágrimas que antes- Juré luchar por ti. No solamente me refería a dejarte ir, sino que también, a luchar por ti en lugar de que tú lucharas. Hice justicia.

-Isaí...no necesitaba que tú lucharas por mí. No necesitaba que tú le hicieras daño a Kian. Dios se encargará de eso- Dije acariciando el torso de su mano con mi pulgar- Gracias por querer defenderme...pero como dijo Isaac, necesito aprender a defenderme por mí misma. Yo tengo que hacerme cargo de esto, no tú. Es mi problema, yo me metí en ello, no tú.  Tú me advertiste de Kian y yo no te hice caso. Fui una idiota.

Erotismo VirgenOù les histoires vivent. Découvrez maintenant