58.✞

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Entré al cuarto en donde Isaí se encontraba. Aun estaba en la camilla, pero estaba acostado y con una actitud...¿angustiado? ¿enojado? No pude descifrar bien cual era su actitud pero de ninguna forma, era relajada. Me acerqué con pasos tan cuidadosos, como si el suelo fuera de lava y cuando me acerqué lo suficiente para que Isaí me notara, él me encontró con la mirada, se comenzó a alocar  e intentó incorporarse en la camilla. Las enfermeras (maldigo a mis celos por haber aparecido en ese momento) intentaron calmarlo y decirle que se quedara acostado, pero él negó y con su mirada, me imploraba que me acercara a él.

Estaba nerviosa. Muy nerviosa. Y más porque probablemente...íbamos a hablar de nuestro matrimonio. Eso me ponía los nervios en punta...pero también alegre. Desde pequeña, el casarme en la iglesia, con un hermoso vestido blanco, un ramo de flores de color blanco y un velo, era mi mayor sueño. Veía a las princesas de las películas casarse con el amor de su vida y recuerdo que me ponía a orar para que me llegara un príncipe con el que me pudiera casar de una forma tan mágica que solamente en los cuentos existiera. 

-Sara- me llamó Isaí con desesperación desde su camilla. Parecía lombriz, retorciéndose ante el tacto de las manos de las enfermeras.

Corrí hacia él y las enfermeras, dejaron de manosearlo y retrocedieron poco a poco hasta salir del cuarto junto con el doctor. Isaí no pudo contenerse, así que me abrazó la cintura con tanta melosidad concentrada, que me hizo sentir aquella princesa que siempre anhelé ser. Comenzó a llorar en mi estómago y yo, si de por sí ya estaba extra sensible, aquello me desató y lloré junto con él.

-No puedo creer que...que estés aquí- Dijo con su cabeza enterrada en mi vejiga.

-Ni yo- Sonreí- Pero es obvio que estaría aquí. Tú siempre has estado ahí para mí y ahora me tocaba, ¿no?

Isaí se rió de una forma adorable. Parecía un bebé que estaba llorando y lo hacían reír. Moqueó y se rascó su sonrojada nariz.

-Hubiera entendido que no vinieras- Admitió- No me merecía que me hablaras. Merecía morirme en soledad y pudrirme en el abandono.

-¿Cómo dices eso?- Dije horrorizada y ofendida- Tú no merecías ni mereces esas cosas espantosas. Eres un chico que...vaya, no sé ni como describirte. Después de Jesús, tú serías mi segundo salvador- Dije y le acaricié el brazo.

-Es que...no entiendo porque me enamoré tan intensamente de ti. No entiendo cómo puede ser posible que si tú no estás a mi lado, siento que me falta oxígeno y sangre. Es increíble lo mal que me haces sentir y lo maravilloso que me haces sentir al mismo tiempo- Dijo y me abrazó con más fuerza, como si se quisiera meter en mi estómago- Eres lo mejor que me ha pasado Sarita. Tal vez te he salvado de muchas ocasiones tremendas en las que te has metido por cabezona. Pero...tú me has salvado la vida entera. 

Con cada palabra que Isaí me decía, mi destruido corazón se fortalecía poco a poco. Era como si sus hermosas palabras, me estuvieran pegando los pedazos deshechos de mi corazón.

-Isaí- Musité y le di un beso en su cabello. Sentí como Isaí tembló cuando lo hice y me dio un cariñoso beso en mi estómago- Eres tan...guau, eres más de lo que pude imaginar...pero, ¿por qué te hiciste eso?

-¿Qué cosa?- Preguntó confundido, separándose de mí. Mi cuerpo se quejó ante la falta de contacto con el suyo.

-Esto- Le agarré el brazo y le señalé el vendaje de su antebrazo. Él se sonrojó demasiado y agachó la mirada.

-Oh...me lo merecía- Dijo y suspiró- Yo juré dar mi vida por ti y cuando pasó todo eso de la fiesta asquerosa que Melody planeó, oírte maldecirme con esa boquita que tan loco me pone, oír todo lo que le dijiste a Kian de cuanto me odiabas y ver como te fuiste de mi vida, me mató. No podía con tanto dolor interno, por lo que supuse que era una excelente idea hacerme daño físico para poder ocultar mi dolor emocional...funcionó, más o menos, pues dejé de sentir dolor interno cuando me desmayé junto con toda mi sangre.

Erotismo VirgenWhere stories live. Discover now