5.✞

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Seguía sin pensar con claridad. 

Una vez que llegué a mi casa, mi madre me preguntó varias veces porque me había ido caminando de la universidad hasta mi casa. No podía decirle "porque me reencontré con Isaí, quien pasó de chico raro, a chico sexy", pues si lo hacía, me lanzaría agua bendita o probablemente, me llevaría con el papa para que me sacará el demonio. Solamente le dije que tenía ganas de caminar y al parecer, mi excusa sirvió.

-Mami, ¿crees que podamos ir de compras?- Pregunté una vez que estábamos comiendo ella y yo. Mi papá aún no llegaba de trabajar y mi hermano estaba arriba, en su cuarto, haciendo tarea que era disque "urgente".

Al preguntarle eso, mi mamá se atragantó con el agua y comenzó a toser. Me obligué a pegarle con la mano pero al ver su mueca de dolor, supe que había aplicado demasiada fuerza.

-¿Tú? ¿De compras?-Se impresionó. Yo nunca había sido de esas chicas que se la vivían comprando. Más bien, mi madre me pasaba su ropa o inclusive, algunos primos y con eso me conformaba.

-Si. Quiero algo diferente en mi look. Siento que aún me veo muy niña.- Mentí. Mi mamá comenzó a aplaudir de la felicidad. Ella siempre quería poder cambiarme el estilo pero al ver que no me dejaba, se rindió.

-¡Por supuesto! Es más, acaba de comer y nos vamos ahora mismo.- No acabó de comer. Se fue a cambiarse sus sandalias por unos tacones y a retocarse su maquillaje.

Mi madre negaba que era vanidosa y su lema era: "Siempre da tu mejor apariencia para Dios". Por eso, siempre estaba tan arreglada y perfecta para cualquier ocasión.

Una vez que acabé de comer, me puse mis sandalias y junto con mi madre, salimos y nos dirigimos al coche. Mientras estábamos en camino hacia el centro comercial, mi madre me comentaba todo tipo de tiendas de ropa que podríamos ir a visitar y que cualquier cosa que me llame la atención, ella me lo compraría con mucho gusto. A excepción de algo demasiado atrevido, en ese caso, me iría a exorcizar. 

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Tienda tras tienda fuimos revisando y no encontraba nada de mi agrado. Mi madre ya llevaba demasiadas bolsas de tantas cosas que había comprado e inclusive, me compró cosas a mí sin mi autorización. 

Mientras íbamos caminando, pasamos por una tienda de ropa que era bastante provocativa. Había tacones altos, vestidos cortos, disfraces sexys, shorts y lencería que por supuesto, me asqueó, pero al recordar la total transformación de Isaí, sabía que yo tenía que tener una transformación igual de increíble.

-Mamá, iré a revisar unas cuantas tiendas que vi allá, si quieres nos vemos en un rato para que tú también veas tus tiendas.- Dije sonriendo nerviosa. Ella era mala para interpretar caras, por lo que no se dio cuenta de mi sospechosa sonrisa.

-Por supuesto.- Me sonrió.- Pero ten, si encuentras algo que te guste, compralo de inmediato.- Me dio su tarjeta de crédito. Me sentía multimillonaria.

-Lo haré, gracias.- Sonreí y ella me devolvió el gesto. Dio media vuelta y comenzó a caminar sonando sus tacones por toda la plaza.

Una vez que vi que estaba lo bastante lejos, di media vuelta y corrí hacia la tienda de ropa para pecadoras.  Al entrar, vi bastantes modelos de ropa interior que estaban demasiado provocativas y me hacían arrugar la nariz del asco. En varios casos, tuve que taparme los ojos. Una mujer me miró con extrañeza; de seguro porque no creía que yo compraba tales cosas. Y era de esperar que pensaran eso de mí y más por la forma tan tapada que me vestía.

En el mostrador, estaba una chica con cabello verde desechos tóxicos. Se me daba pésimo describir los colores. Una bomba de goma de mascar salió de sus rojos y delineados labios y antes de estallar, volvió a meterla a su boca.

Erotismo VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora