12.✞

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Desperté de un largo y horrendo sueño donde me iba al infierno por lo que había hecho en la noche. Me vi en el espejo y gracias a Dios, el maquillaje se me pudo quitar y mi cara no lucía tan fea como la primera vez que me había pintado como Rajab. 

Me levanté de mi cama y noté un dolor de cabeza proveniente de los costados de mi cabeza. Me sentía demasiado rara...como si estuviese en un sueño aunque fuera la realidad. 

Por todo lo que había hecho en la noche, pensé en taparme hasta la cabeza, pues me sentía completamente desnuda a pesar de llevar ropa. Me puse unos pants de color azul marino, una camisa de tirantes blanca, unas botas, que parecían pantuflas, cafés donde me metí el sobrante de mis pants para que mis botas relucieran. Me hize una media coleta y solamente me puse una capa de rimel en mis pestañas. Gracias a Dios estaba haciendo demasiado frío, por lo que decidí llevarme una sudadera con cuello de tortuga para ocultarme mucho más. Ahora si, parecía una anciana amargada.

Verifiqué la hora y era mucho más temprano de lo que había creído, pero ni de loca me pensaba quedar para que Isaí no llegara por mí...Isaí...al pensar en el, me llegaron flashes de la noche anterior, provocándome mareos y punzadas en el pecho de dolor. El dolor aumentó al recordar a Giovanni y su actitud tan erótica hacia mí.

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Llegué a la escuela caminando. Estaba alerta de no encontrarme a Isaí o a Giovanni, pues lo último que quería era verlos. No fui a los lugares en donde sabía que estaría alguno de los dos y para comer, me metí a un cuarto de limpieza para que nadie me encontrara. 

Me dirigí a mi última clase que era de filosofía y para mi sorpresa, el salón estaba totalmente vacío. Me senté hasta la última hilera de sillas para evitar a toda costa las miradas. Saqué mis libros de mi mochila, que eran mucho más pesados de lo que recordaba. Las fuerzas se me habían acabado y de seguro, tenía cara de enferma o de deprimida. 

-Hola. ¿Está ocupado?- Preguntó una chica que no había visto antes, señalando una silla a mi lado. Sus ojos me recordaron a los de Isaí, pues eran del mismo color y tenían esa misma mirada penetrante. Tenía el cabello del mismo rubio que Isaí y hasta ambos eran igual de atractivos.

-No, siéntate.-Sonreí y ella me devolvió la sonrisa, mucho más perfecta que la mía.

-Me llamo Pamela, ¿tú?- Sacó sus libros de su mochila y comenzó a hojearlo.

-Sarahí.- Detuvo lo que estaba haciendo y me miró fijamente, boquiabierta. Sus ojos examinaron cada parte de mi cara, como buscando algo. Debía admitir que su mirada me incomodaba igual que la de Isaí.

-...¿Eres Sarahí? ¿Sara? ¿Sarita?- Me bombardeó de preguntas. Me retorcí incómoda al escuchar el último apodo.

-Así...es.

-De casualidad...¿Hay alguien que te diga Hiedra Venenosa?- Mi corazón se destrozó al escuchar nuevamente ese nombre.

-Si...pero es algo entre un amigo y yo.- Fijé mi mirada en mi libro e intenté tragarme las lágrimas. Isaí y yo ya no éramos amigos, por lo que fue una tortura haber dicho aquello.

Ella explotó en alegría y me abrazó. Aquel gesto me espantó, pero su alegría se me contagió. Una sonrisa de oreja a oreja apareció en sus labios y sus ojos comenzaron a brillar.

-¡No puedo creerlo! Eres su Sara.- Dijo sin poder creerlo.

-No, me llamo Sara, no Susara.- No había escuchado bien.

-No.- Se echó a reír.- Eres su Sara, la Sara de Isaí.- Escupí una risa y ella frunció el ceño, confundida.

-Solamente soy de Dios.- Me eché a reír y ella me miró burlona.

Erotismo VirgenWhere stories live. Discover now