4. ✞

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2 años después.

Un lunes común y corriente esperaba que fuera. Bendito sea Dios pude graduarme de mi escuela de monjas junto con las chicas que siempre habían sido mis amigas durante toda la primaria. Una vez que salí de la preparatoria, entré a la universidad y estaba totalmente nerviosa el primer día, pero después me fui acostumbrando mientras hacía amigos. 

En esa escuela, se podría decir que tuve unos cuantos amigos, a excepción de Melody. La chica más pesada del colegio que me intentaba hacer la vida imposible. Casi pude jurar que ella era una de las muchas pruebas que Dios me había puesto para poder fortalecer mi fe hacia Él. Pero realmente Melody siempre se pasaba. Lo peor de todo, era la chica más deseada del colegio y creía que se debía a sus minúsculas faldas, tacones altos e incómodos, mallas en lugar de pantalones, tops, corpiños, en fin, eran muchas cosas que Melody solía usar y por lo tanto, era la más deseada y la más utilizada también.

No estaba celosa, de hecho, empecé a hacer ejercicio hace un año y dejé de ser la calavera del día de los muertos y comencé a tener más carne. No mucha, pero al menos ya tenía "atributos" por así llamarlo. Seguía sin enseñar nada, llevaba una falda larga de color rosa mexicano con una camiseta de color blanca de tirantes no muy delgados. No estaba escotada, pero si un poco ajustada.

Gracias a Dios y a toda la santa trinidad, me quitaron los aparatos dentales que tan detestados eran. Me habían ayudado demasiado, pues me dieron la dentadura más perfecta que alguien pudiese pedir. Pero también habían desventajas como por ejemplo: escupir mientras hablaba. También me compraron lentes de contacto, haciendo que dejara mis lentes de botella. No cambié mucho físicamente, pero mi padre siempre decía que yo ya no parecía un capullo, sino más bien una linda mariposa hecha por Dios con toda su inspiración. Que hermosas palabras.

-Hola.- Saludé a mi mejor amigo, Giovanni, en cuanto llegué a la universidad. Él me estaba esperando en la entrada y al verme, sus ojos miel se iluminaron.

-Hola.- Me devolvió el saludo con una impecable sonrisa perfecta. Tenía cara, cuerpo y estatura de modelo y sin problema alguno, lo podría ser. De hecho, una vez le habían hablado para ofrecerle el trabajo. Pero realmente su timidez era mucho más grande que todo lo que habitaba en él y era algo que me encantaba, pues era totalmente lindo y adorable conmigo.

-¿Cómo te encuentras hoy, guapo?- Así le decía de cariño. Él sonrió enseñando su perfecta sonrisa.

-Demasiado bien gracias, ¿tú?

-Bien...-Dije hasta que vi a Melody caminar hacia nosotros con su seductora y maliciosa sonrisa. Llevaba unos tacones de plataforma, más altos que Giovanni, uno falda blanca y microscópica que dejaba ver sus bronceadas piernas y una camiseta de tirantes, totalmente escotada. Su cabello negro lo llevaba suelto y totalmente peinado.- Bueno, ahora estoy mal.

Giovanni tragó saliva al ver que se acercaba a grandes zancadas, resonando sus altos tacones de prostituta. Mientras mas se acercaba, pude ver su delineado perfecto, sus pómulos rosados por el maquillaje y los labios con un labial del mismo color que su camiseta: rosa pastel. En sus ojos, vi reflejado el odio y todavía no sabía porque me odiaba con todo su corazón.

-Vaya, aquí tenemos a...Bueno, a la virgen de Guadalupe y a su mariquita amigo.- Se echó a reír con esa risa tan aguda y hechizante para otros hombres. Vi a Giovanni y el estaba con la cabeza agachado y sonrojado.

Me llamaba "la virgen Guadalupe" porque era virgen tanto de sexo, como de besos. Sí, sabía que había sido una pésima idea contarle que era virgen pero lo dije en un juego de verdad o reto en el primer día de la universidad. La pregunta era: ¿Cómo perdiste la virginidad? Una pregunta que para mi gusto, fue demasiado fuerte y privada, pero todos los demás contestaron con seguridad. Algunos la habían perdido a los 15 años. Al decir que era virgen, me preguntó que cuándo había dado mi primer beso y volví a decirle que nunca lo había dado. Eso, ni siquiera a Isaí se lo había contado,pues era de lo más íntimo y privado; pero no podía mentir, eso hubiera sido pecado y por mi honestidad, me gané que me pusiera apodos demasiado tontos como: Virgen Guadalupe, Agua Bendita, Isla Virgen, Monja, Madre de Jesús, etc. Desde el primer día supe que ella era el diablo en su transformación femenina.

Erotismo VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora