17.✞

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Peluca corta, maquillaje exagerado, mismo vestido corto de Hiedra y mismos tacones. Estaba lista para poder presentarme como Rajab. ¿Por qué? Pues simplemente quería olvidarme de todo lo que había visto con Isaí ese mismo día. Estaba enfadada de tener que sentir que mi corazón me dolía a causa de él y que mientras él tenía su hobby favorito (sexo) yo estaba sufriendo. Ahora todo iba a cambiar. 

-Hola, ¿me puedes dar alguna bebida que sea medio fuerte?- Le pregunté con mi voz nasal-aguda fingida al barman. No era el mismo de la otra vez.

-Claro que sí, muñequita. Espérame un segundo.- Me guiñó un ojo y fue a preparar mi bebida.

-¿Con que te gusta emborracharte?- Me preguntó un chico bastante atractivo que estaba sentado a lado mío.

Iba vestido con una camiseta negra de algún grupo musical y unos pantalones ajustados grises que estaban rotos de las rodillas. Lo que más me sorprendió fueron sus brazos. Uno de ellos estaba repleto de tatuajes y el otro, apenas y tenía unos nueve. Tenía perforada una aleta de la nariz.  De no ser porque estaba deprimida, saldría corriendo alejándome de chicos como él como me habían enseñado mis padres cuando era pequeña. Pero su rostro no era malicioso, sino atractivo.

-Si, algo así. Quiero olvidar lo que ha pasado esta noche.- Dije conteniendo las lágrimas. Recordé la sonrisa de satisfacción que Isaí tenía cuando salió del cuarto...

-Bueno, no te preguntaré nada para que lo puedas olvidar más rápido.- Me sonrió y le dio un trago a su bebida.- ¿Eres de por aquí?

-Si. Vivo a unos cuantos minutos de aquí, ¿tú?

-Si.- Sonrió enseñando sus dientes. No eran perfectos y eso le daba un toque más rebelde y sensual.- ¿Cómo te llamas?

-Rajab. Rajab TruTru- Sonreí.- ¿Tú?

-¡Rajab! ¡Una vez más, te necesito...- Dramatizó el dueño del bar...me parecía. Era el que me había pedido que entretuviera a su público la vez pasada que había pisado ese bar.- Veo que ya conociste a mi hijo.- Miró a al chico con una sonrisa de orgullo.

El chico se retorció incómodo en su asiento y después me obsequió una sonrisa tímida. Tal vez no quería que yo supiera eso.

-Si...papá.- Dijo el chico guapo tatuado un tanto incómodo.

-¿Entonces, me ayudas una vez más?- Preguntó el señor con una sonrisa de súplica. 

-No lo sé...no me siento con ganas.- Dije y en eso el barman me entregó mi bebida. 

La agarré y cometí el error de olerla, pues olía a muerte eterna. Era alcohol puro y probablemente, me dañaría los riñones y quien sabe que otro órgano más. Le di un trago y sentí como el alcohol me quemaba la lengua y la garganta. Sentí el fuego hasta que llegó a mi estómago y entonces, no sentí absolutamente nada.

-Por favor. Mis clientes se están muriendo.- Me suplicó.

-¿Qué opinas tú?- Volteé a ver a mi nuevo...¿amigo? quien estaba mirando a su papá con desaprobación. Me regaló una sonrisa fingida y no contestó.

Después de unos cuantos tragos rápidos, dejé de sentir mi cuerpo y comencé a reírme como histérica. Supe que estaba borracha y después de todo, no se sentía tan mal. Me la estaba pasando bien.

-A la bestia, iré al maldito escenario.- Valientemente dije y me levanté de mi asiento. 

Sentí como la mano del chico intentó agarrarme, tal vez para rescatarme, pero antes de que nuestras pieles hicieran contacto, él retiró su mano.

-Buena...suerte. Y por cierto, me llamo Kian.- Su voz sonó tan baja y decepcionada que me desanimó un poco. Pero no lo suficiente.

Kian...ese nombre tan diferente y original le quedaba de maravilla. Mientras me alejaba de él, repetía su nombre una y otra vez. Entonces, me sonrojé al recordar su sonrisa y sus penetrantes ojos cafés oscuro sobre mí.

Fui al escenario donde estaba mi viejo amigo mundano, el tubo de pole dance y comencé a dar unas cuantas vueltas. Sentía como la gente se acumulaba y las miradas hacia mi cuerpo aumentaban. Vi como Kian me miraba con miedo y de vez en cuando, le daba unas cuantas miradas fulminantes a su padre y a los señores lujuriosos que me estaban mirando.

El alcohol comenzó a adueñarse de mi cuerpo y comencé a dejar de pensar claro. Intenté montarme en el tubo, brincando y enrollando mis piernas, pero mis brazos no pudieron con mi peso y me caí de espalda directa al suelo. No sentí nada y supuse que era por el alcohol. Me reí como loca histérica mientras me levantaba del piso y al ver hacia Kian, lo vi con horror y noté que había dado unos pasos en dirección al escenario. Me sonrió con temor y vi lo preocupado que estaba ante la situación.

Me levanté y seguí dando vueltas. Las personas se acumulaban como plaga y sacaban billetes para lanzármelos. El dinero me alocó más que nada, así que sin pensarlo, comencé a levantarme el dobladillo de mi vestido justamente como lo había hecho con Isaí; pero esa vez fue mucho más sensual y más lento, moviendo mi cadera sobre el tubo. 

Todos comenzaron a babear y a salivar por mí. Un señor me lanzó un puño de billetes que rápidamente, agarré y me metí en mi sostén raro que me cubría la mitad del pecho. Seguía bailando y sentía como el alcohol se me subió hasta la cabeza, evitándome pensar y razonar. Me sentía deseada y eso me gustó más, pues aumentó mi autoestima. Entonces, dejé de tener control sobre mi cuerpo, seguía bailando pero no podía parar. El alcohol tomó control de mis venas y comenzó a manipularme como títere. 

Después de unos minutos más bailando como loca, mis energías se agotaron de golpe. Me recargué en el tubo, tenía una sensación de cuerpo cortado y cuando mi espalda tocó el tubo, lentamente comencé a resbalarme hasta que quedé sentada en un ángulo de 90 grados. 

Un señor desesperado se brincó al escenario y se acercó a mí. Si no estuviera borracha, podría haber jurado y perjurado que era idéntico al papá de Isaí. Sus ojos eran azules pero estaban oscuros, tal vez por la excitación. Puso su mano sobre el escote de mi vestido y lo jaló para dejar a la vista mi sostén y mis pechos a la mitad de cubiertos. Quería darle un manotazo o una patada, pero sentía la sangre pesada y me era imposible moverme. Quería gritar pero sentía que no tenía voz...estaba atrapada en un cuerpo muerto.

Otro señor se sumó al primero e igualmente, brincó al escenario para acercarse a mí. Él comenzó a levantarme el vestido para dejar a la vista mis bragas. Volteé a ver a Kian, quien estaba viéndome con preocupación extrema y miraba a su papá con odio y con la esperanza de que hiciera algo. Su papá, solamente miraba la escena con felicidad y con signos de dinero en lugar de ojos. Yo sabía que Kian no podía hacer nada, pues su papá era el dueño de ese bar y él, por obediencia y respeto, no podía intervenir y menos porque más señores se sumaban y le pagaban una gran cantidad a su papá para poder acercarse a mí.

Otro viejo apretó mi parte íntima y cuando creí que ya me iban a violar, sentí como alguien me jaló del pie y me cargó en brazos. Supe que era Kian, pues se veía tan preocupado por mí y tan horrorizado por la escena de verme casi ser violada, que me rescató. 

-Kian.- Dije susurrando y con todas las fuerzas que podía. Me sentía violada, asustada y demás, pero sobre todo, me sentía agradecida con mi nuevo héroe.

-Shhh.- Fue lo único que pudo decir con su voz exageradamente grave por la ira. 

Obviamente estaba enojado, pues ver a su papá tan obsesionado con el dinero que ni siquiera le importó que casi fui violada, lo ha de haber cabreado y mucho.

Al salir, sentí el frío quemador y comencé a temblar. Me llevó a su carro, me acostó en los asientos traseros, me acomodó el vestido levantándolo del escote y bajándolo de las piernas. Se quitó la camisa y me la puso como cobija. Me pregunté si no tendría frío, pues yo no sentía nada más que el frío sobre mi débil cuerpo. Después, se recargó sobre mí, sin aplastarme con su peso, y supe lo que estaba haciendo: Haciéndome el amor. 

Me comencé a sentir más caliente y entonces, me di cuenta de que no se estaba aprovechando de mí, sino que me estaba calentando. Si estaba haciendo eso para calentarme, debía de haber estado helada. Su piel con la mía, me hizo sentir feliz. Comencé a sentir un aleteo en mi estómago y como mi cuerpo se relajaba ante la respiración agitada de Kian. Su pecho era tan duro pero a la vez, suave. 

-Ay Sarita, estás bien zopenca.- Dijo Kian con su voz masculinamente enojada pero a la vez, compasiva y llena de amor

...

Un minuto...

¿Sarita?

Erotismo VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora