FREAK CHRISTMAS

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La más cruel enfermedad,

es aquella que ataca

tu mejor virtud,

la imaginación,

aunque esta también...

es peligrosa...



El típico niño que espera por la navidad, sentado frente al árbol con un platón de galletas y un enorme vaso de leche con chocolate caliente, no era Wallace Mc. Arthur, él era un niño especial y con un don único, su mente lo hacía viajar a diversos lugares y momentos no muy normales.

Era veinticuatro de diciembre, las nueve en punto y unos amigos le habían hablado a Wallace de un tipo maravilloso, llamado Santa Claus, le dijeron que era un viejo magnifico que tocaba su nariz para entrar en los hogares mágicamente y luego poner obsequios bajo el árbol navideño, a cambio solo pedía que fueran bien portados y unos que otros le dejaban galletas y leche para que se recuperara de su gran viaje, al parecer iba alrededor del mundo dando obsequios a cualquier niño, pero a él no, nunca le había dado nada, a sus once años nunca había recibido la visita de este mágico anciano.

Wallace se había dirigido a su casa tan pronto sonó la campana de salida, ahora bien, él no sabía si creer o no en sus compañeros, por lo general lo molestaban y excluían por sus mágicos dones, nadie más podía ver a sus amigos ni mucho menos llegar a los lugares en los que él estaba en el breve lapso del receso, así que podría tratarse solamente de otra broma hacia el, lo pensó por todo el camino, ¿acaso seria real ese mágico ser?, bueno en un momento lo comparo consigo mismo, si yo soy real con todo lo que puedo lograr porque no creer en un viejo de buen corazón que reparte regalos alrededor del mundo, sin importarle nada más que como te portaste durante el año y si te preocupas o no por dejarle algunas galletas, mmmm, eso es, tal vez si no te has portado muy bien de eso se traten las galletas y la leche, es como un soborno para que olvide todo lo que hiciste malo durante el año, seguramente, hasta el viejo mágico es corrupto.

Muchas ideas llegaron a la cabeza de Wallace y en ninguna encontraba ni una razón para dar presentes a los niños y no pedir nada a cambio, era un ser raro en todo sentido, alimentarse solo de lo que le dejan y viajar en un trineo volador tirado por ocho renos sonaba bastante absurdo, bueno eso sin mencionar que uno de ellos llevaba la nariz como faro de color rojo, no había nada de coherente en esa historia, así paso tras paso el joven Wallace decidió que al llegar a casa les preguntaría a sus padres sobre la existencia de este tipo.

Para sorpresa de Wallace, al preguntar, su respuesta era bastante menos creíble que la historia, su padre le dijo que efectivamente existía y la razón por la cual no los visitaba era exactamente porque él no se portaba del todo bien, le recordó varias travesuras y mentiras que supuestamente había dicho, cuando según lo que el recordaba, solo estaba tratando de salvar a sus amigos y viajando a lugares que solo él podía ver, sin embargo al decirle esto a su padre el solo asintió diciéndole, "lo vez, mentira tras mentira, contigo siempre es lo mismo, aun te preguntas porque, Santa Claus nunca te trae nada".

Wallace estaba molesto y decidió preguntarle a su madre sobre el asunto, aunque nunca estaban juntos o por lo menos no recordaba ni una sola vez en la que se hubieran sentado a platicar de cualquier cosa, pensó que lo más probable, era que le diría que saliera de su estudio y la dejara trabajar, aun así el entro, no perdía nada con intentarlo, después de todo, si solo lo corría era lo peor que podía pasar, vamos, ya papá le había recordado todo lo malo y lo había hecho culpable de algo que él ni siquiera sabía que existía, en fin, era hora de abrir esa puerta y ver que tenía que decirle su madre.

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