UNA MELODIA AL DÍA

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...cuando la vida deja de ser monótona

o rutinaria y te das cuenta de que

se acopla perfectamente a un ritmo,

es entonces que comprendes,

como hay que vivir ...


"Fragmento del Prólogo de la novela: El ritmo de mi vida"


La música, ese complemento ideal para casi cualquier cosa, aquellas mágicas combinaciones de notas que te llevan de una sensación a otra en cuestión de minutos, desde un trágico drama, hasta la más melodiosa y dulce tonada, desde el momento más lujurioso, hasta lo más tétrico, desde las lágrimas que brotan de tus ojos hasta la energía que hace que tus puños se cierren, cada sentimiento, cada sensación, cada acción y reacción, todo en su totalidad, tiene un acompañamiento único y especial, lo difícil no es saberlo ni comprenderlo, lo difícil, radica en encontrar esa melodía exacta, para cada cosa.

Solo tengo diecinueve años de edad, pero la vida me ha dado golpes tan precisos y fuertes, que se ha encargado de decirme prácticamente, que es tiempo de rendirme, probablemente la enfermedad, las discusiones, los accidentes, el abandono, las pláticas, los golpes, todo en su totalidad, solo se unieron para hacerme sucumbir a la idea de terminar con esto de una vez por todas, pero no soy así, a pesar de mi apariencia, no soy el chico débil que parezco, creo que tengo mucha más fuerza, más ánimo, más ganas de continuar que cualquiera de los que caminan por la calle, esos típicos hombres y mujeres que se quejan por un dolor de brazo, por una uña rota, por un torzón de pie o incluso por una gripe, cosas insignificantes que en realidad, visto por una persona como yo, no son más que una simple molestia.

Día tras día caminaba por las calles escuchando el barullo de la gente, sus quejas, sus problemas y sus absurdas molestias, todo eso hacía que en realidad odiara mi vida, que todo en lo que había pensado, se fuera a la basura, entonces me topé con un chico algo extraño, tenía el cabello largo y se había hecho unas rastas increíbles, su ropa colorida y aunque parecía sucia, tenía un olor muy agradable, como a naturaleza, unos lentes obscuros de plástico, un gorro tejido y medio roído, una barba trenzada que le daba más o menos hasta el pecho, tenía un par de aretes de esos que llaman expansiones y andaba bailando por la calle entre toda la gente, un par de audífonos grandes pegados a sus oídos y así, como si nada, pasaba entre lo que para mí era la representación más grafica de la sociedad de hoy en día, entonces se detuvo por un segundo mirándome detenidamente, la mayoría habría dicho que estaba barriéndome y probablemente se habrían puesto a reclamarle o a retarlo a iniciar una pelea a golpes, más mi reacción fue súper simple, solo pregunte ¿Qué pasa?, me sonrió mostrándome toda aquella dentadura brillante que tenía en la boca, bajo un poco los lentes y me miró fijamente a los ojos, bajo sus audífonos y comenzó a platicar conmigo, entre los millones de habitantes que pasaban a nuestros lados con la cabeza agachada y los ojos pegados a las pantallas de sus celulares.

- Que mal rollo traes chico, dime ¿qué te agobia?, la vida es perfecta, no permitas que nada te saque de tu sintonía y si hay algo que lo hace, simplemente remédialo bro, no pasa nada en este sitio, que no tenga una solución

Así que conteste con mi típica forma de hablar, con mis ideas cerradas y concisas, no por el hecho de que quisiera que me tuvieran lastima, sino más bien para que la gente se diera cuenta de lo que era realmente un problema.

FragmentosWhere stories live. Discover now