RECONQUISTA

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...el romance no debe morir nunca,

siempre se debe de conquistar

a aquella persona,

aun cuando se encuentra a tu lado...


Las cosas que suceden no siempre están planeadas, pero a veces sucede justo lo necesario para quien lo requiere, por una causa inexplicable, las cosas pasan, la vida coloca todo en orden para que el destino cobre justo lo que había planeado desde el inicio.

Yo me topé con ella por obra divina, era la chica ideal, esa que todo hombre sueña, claro está que cada quien tiene su chica ideal y en mi caso, era ella, su cabello largo, castaño y rizado, sus ojos marrones brillantes y lindos, ni muy grandes, ni muy pequeños, solo perfectos para poderlos mirar y perderse en ellos, esa naricita que quedaba en el lugar justo para hacer que te sintieras en el mejor sitio si estabas con ella, unos labios carnosos que te incitaban a besarlos, su carita delineada y bien marcada, su piel era una delicia de tocar, pero si había algo que me hacía perderme por completo en ella, eran esas cejas pobladas que hacían que su rostro se viera aún más hermoso de lo que era, no puedo negarlo, desde el momento en que la vi, sentí esa necesidad única de acercarme y saber todo de ella, formar parte de su vida y más que querer que fuera mía, quería ser suyo.

A pesar de haberla visto en más de una ocasión, nunca me había armado del valor necesario para acercarme y hablarle, me bastaba con que solo supiera de mi existencia, con que alguna vez, incluso por error me viera a los ojos o mi nombre estuviera en sus labios, solo quería eso, nada más, aunque la idea de que surgiera algo mas no me desagradaba, pensaba una y mil veces en como acercarme y decirle por loco que pareciera, cuanto me gustaba, sé que era una idea descabellada, pues en ese preciso momento pensaría que solo era una persona superficial y me dejaba llevar por lo que veía más allá de por lo que era en realidad e incluso si ella llegara a pensarlo, de alguna forma me podría defender, pues claramente le diría que no solo me fascinaba su rostro o ese cuerpo delicado y delineado que tenía, si no también ese carácter agridulce que llevaba de extremo a extremo en solo un momento, incluso cuando entraban en ella esas rabietas de ira y enojo, no lo sé, podía estar de lo más molesta y soltar ofensas y golpes a diestra y siniestra y seguirme encantando, que cuando sonreía por aquel sentido del humor poco habitual, de verdad me hacía pensar en que yo quería ser el que ocasionara esa sonrisa, que al momento en que las primeras lagrimas comenzaban a salir de sus bellos ojos, yo quería ser quien las limpiara y borrara de su memoria, que su inteligencia era evidente y que ante todo, esa vocación que tenia de ayudar era gran parte del amor que tenía por ella.

No les mentiré de ninguna forma, nuestra vida en el colegio, no cambio mucho en todos esos años, solo puedo decir que el día de nuestra graduación, fue cuando por fin se lo confesé, se lo dije de esa manera tan anormal y poco común, vi que sus padres llegaban por ella, se despedida de aquel chico que siempre estaba a su lado, a decir verdad, nunca supe si era su amigo, mejor amigo, pretendiente o novio, pero en fin se había despedido de ella en ese momento, a un paso de entrar a su auto, corrí como el joven torpe que siempre he sido y tras tropezarme con una piedra grande, termine cayendo frente a sus pies , ella giro de inmediato y por primera vez me miro a los ojos, sonrió y aun cuando no supe si era burla o de agrado, me atreví a hacerlo, coloque mi rodilla sobre el piso y levante mi otra pierna para sacudirme un poco mientras tomaba su mano entre las mías y con toda la seriedad del mundo solo pude decir, "Me gustas mucho, desde hace tiempo me has vuelto loco y aunque no sabía cómo decirlo de la manera adecuada, ahora te lo digo de frente...", el sudor me recorría el rostro y ella solo me guiño el ojo para después entrar en el auto.

FragmentosWhere stories live. Discover now