EL ORIGEN DE LE MORTE

34 3 0
                                    

en el mundo solo hay dos cosas

imposibles de controlar en el ser humano,

el enamorarse y el morir,

fuera de eso, todo es posible


Fragmento del Prólogo de la novela/comic: Le Morte: Ama Hasta Morir, colección: ANTI-héroes


Bajo aquella lluvia tupida que hace que todo el ambiente se vuelva frio y triste, la gente corre de lado a lado cubriéndose como pueden, algunos inteligentes o solo suertudos, llevaban el paraguas, otros menos afortunados, corren cubriéndose con libretas, portafolios, bolsas de plástico e incluso folders, sin faltar uno que otro que camina despreocupado bajo ella, tal vez porque como dice la mayoría, aman la lluvia y más que causarles nostalgia o melancolía, le da un baño de esperanza.

Un anciano que mendigaba por la calle, se cubre con aquella caja que seguramente le sirve de casa y cama, probablemente hasta de baño, se ve algo irritado y enfermo, entonces pasa por fuera de un aparador y mira atentamente hacia el interior, deseando probablemente ser uno de aquellos riquillos que se encuentran dentro sentados en silloncitos cómodos y tomando una tasa caliente de café o un buen chocolate, acompañado por una rosquilla de chocolate o una concha rosita, de esas que sabían a fresa, suspira un poco y de inmediato, uno de los mencionados riquillos llama al encargado, este sale en cuestión de segundos y toma al pobre vagabundo del brazo, lo comienza a zangolotear y a ofenderlo de maneras innombrables, a punto de darle un golpe, esa chica hermosa se acerca cautelosa hasta ellos y le grita: Detente, el encargado da media vuelta y responde con un ¿Perdón? medio confundido, la chica repite con un tono de voz aún más fuerte Que te detengas, el vagabundo la mira asombrada y no es para menos, su belleza es increíble, un cabello negro que llegaba más debajo de aquel trasero redondito y bien formado, una piel blanca y brillante, no como pálida, sino con un tono muy agradable, unos labios carnosos y como si los hubieran dibujado sobre su rostro, pintados de rojo, sus ojos grandes y delineados de negro, de color miel y brillantes, adornados por unas pestañas negras intenso y alargadas, sus cejas delgadas y bien definidas, una nariz pequeña que quedaba perfecta con el conjunto, aquel cuerpo parecía haber sido pintado con un pincel por los mejores artistas, todo estaba en su lugar y en las medidas indicadas, sin ser demasiado, ni muy poco, alta y en esas zapatillas se veía aún más, todo envuelto en un empaque rojo carmín, ese vestido delineaba bien su cuerpo y la abertura en la pierna, te dejaba ver justo lo que querías, sin mencionar esa voz, que seguramente atraparía a la mayoría de hombres.

El encargado al verla, soltó de inmediato al vagabundo y pidió una disculpa, el hombre que había pedido que lo corrieran, salió con cara de molestia a reclamar el hecho de que no lo habían quitado de allí, así que comenzó a discutir con aquella mujer:

-¿Puede decirme que demonios hace este maldito vagabundo parado fuera del aparador?

-Tranquilícese señor, el hombre no está molestando a nadie

-Tal vez a usted no le moleste en absoluto, pero yo no puedo permitir que se me quede viendo con cara de lastima y hambre, mientras disfruto de mis sagrados alimentos

-¿Así que le molesta el hecho de que lo vean?

-Efectivamente, odio que lo hagan

-Pues entonces no debería salir de casa señor, quédese encerrado y evítese la molestia de que alguien lo haga enojar y lo que es más importante, evítenos la molestia a nosotros, de verlo y conocerlo o más aun, de tener que escuchar su sarta de estupideces

-Pero si esto es un insulto para mí, me iré de aquí y no volveré jamás

-Espero pueda cumplir con su promesa, no creo que al sitio le afecte mucho perder a un cliente patán y escoria como usted

FragmentosWhere stories live. Discover now