EL CIELO LE PIDIO QUE VOLVIERA...

18 4 0
                                    


... el tiempo no nos pertenece,

ni el cuerpo, ni la vida,

ni lo que acontece día tras día,

nuestras acciones son propias,

más nuestro destino,

lo define un ser divino ...


"Fragmento para mi abuelita: Rosa Adela Gutiérrez Varillas, que Dios te tenga en su gloria"


La cuestión no era quien fuiste, de donde saliste o que fue lo que hiciste, la cosa era sencilla, madre de mi padre, aquella que le dio vida, aun cuando paso tiempo y nosotros no convivimos demasiado, eras una parte importante para todos, saber que estabas aquí, en el momento en el que quisiéremos verte o solo acompañarte, nos daba una paz y seguridad.

Triste es saber que esperamos demasiado para verte, para tal vez acercarnos un poco más y formar un lazo o una cadena en donde supieras y supiéramos de ti, en donde como tu nieto, supieras que pasaba en mi vida, pero como siempre, pongo una barrera ante la gente, mi timidez y mi miedo, me impiden ser diferente, hoy parado frente a ti, viéndote recostada y tal como si estuvieras dormida, no he podido derramar lagrima, por tu partida.

No lo malentiendas mi querida abuelita, tal vez mis primos, mis tíos, mi padre, mi madre y mi hermano, no lo comprendan o lo confundan con la idea simple de que no siento nada, tal vez me escude diciendo que no me ha caído el veinte, de que este adiós, es definitivo y no volverás, por más que lo pida, no puedo echar el tiempo atrás y remediar tantas reuniones en donde no me hice presente, tantas fiestas, en donde por apatía solo me retiraba y ni siquiera llegaba, aquellos momentos en los que la mayoría te iban a ver y yo ni mi sombra mostraba, pero sí puedo decirte abuelita, que el día de hoy, me siento como tantas veces, tras de esta máquina, a escribir, todo lo que mi boca no puede decir, tal vez no sea mucho y para la mayoría, no signifique nada, solo una historia más en el libro de este loco.

Pero hay algo que puedo asegurar, lo que supe de ti, los pocos recuerdos que llegan a mi memoria y aquellas fotos, en donde nos vemos, son cosas que no borrare, ni olvidare, estuve parado solo unos segundos junto a tu lecho y ni siquiera pude reconocerte, juraba y perjuraba que no eras tú, tal vez porque mi cabeza no quería aceptar lo que sucedía, ver a la familia acercándose a donde estabas y despidiéndose entre lágrimas y dolor, me hizo sentir tan mal, por la cobardía de no acercarme, por la impotencia de llorar y por tantas cosas estúpidas que atravesaban mi mente en ese momento.

Hay tantas cosas de las que me arrepiento y el no haberme despedido debidamente de ti, así como el no haber estado contigo en tantas ocasiones, así como el no preguntar o no buscarte al menos una vez, son cosas que me hacen sentir tan culpable, aun estando en aquella iglesia, despidiéndote como se acostumbra, me quede en la parte de atrás, alejado de todos, por no saber cómo actuar, por no sentirme parte de aquel lugar.

Es triste solo escribir esto y que tú nunca lo sepas, pero hasta el día de hoy, no he podido derramar aquel llanto que quisiera soltar, ese sentimiento que oprimía mi pecho mientras descendías a la tierra y todos como familiares te obsequiaban una rosa blanca llena de amor, la mía iba con un pendiente, con un no sé qué decir aun, con aquel sentimiento de silencio voluntario que nadie me pidió que guardara, pero aun así, lo respete y lo cumplí, haciéndome el fuerte para apoyar a mi padre que tal vez solo necesitaba, verme llorar para quebrarse también.

Aun estando con él, abuelita, no sé qué decirle o cómo hacerlo sentir mejor, fue un golpe duro y más tras saber el tiempo que estuvimos alejados, Miguel y Enrique, repetían constantemente que lo único que querías es que estuviéramos juntos, todos reunidos como la familia que éramos y a pesar de saber esto, al verlos a todos, no reconozco a la mayoría, me acerco lentamente a ellos, pero sigo sintiéndome igual, sin saber qué hacer ni que decir, esperando tontamente porque ellos se acerquen, pero abuelita, prometo y lo dejo por escrito, que reharé ese vínculo que tenía con ellos, por ti, por mi padre y por mí, pues sé que al igual que para ti abuelita, es importante para mi padre el tener ese contacto con su parte de la familia.

Ahora bien, abuelita, estas palabras puede que no sean justo lo que esperabas oír y mucho menos, lo que algún lector quisiera leer, pero esta es la mejor forma que tengo para desahogarme, pues quizás no broten lágrimas de mis ojos, u oraciones de mi boca, pero las palabras y sentimientos que surgen al escribir, son de las más honestas que tengo y te obsequio, este pequeño fragmento.

Era tiempo de que partieras, tras darle vida a ocho personas que por siempre te amaran y recordaran, tras compartir muchos o pocos momentos al lado de aquellos nietos, que hoy en día te siguen acompañando, últimamente, habías estado pasándola mal y nuestro señor te decidió liberar, pero no fue ni por egoísmo ni injusticia, como lo pensara la mayoría, la verdad es que en el cielo, hacían falta ángeles, de esos que vivían antes, de aquellos que tras errores, triunfos, victorias y fracasos, aprendieron tras la vida, como salir adelante, de aquellos únicos que sabían sonreír y llenar un sitio con su presencia, quiero pensar que ahora te encuentras en un sitio perfecto, sin dolor, sin rencor, sin tantas cosas que hacen de este mundo, algo de lo peor, libre y llena de alegría, mirándonos hacia abajo y disfrutando de que todos estemos en el mismo sitio, recordándote, hablando de ti y pidiendo por ti, cada quien a su forma y cada cual a su manera, sin embargo, como punto común, tu nombre se encuentra en nuestras bocas, en nuestras mentes y en nuestros corazones.

Todos sabemos que un día nos reuniremos en el mismo sitio, es solo que tú, te nos adelantaste en el viaje y tal vez, estés preparando aquel sitio, para la llegada del resto de los que te conocimos, de los que te quisimos y quienes te tendremos presente por muchísimo tiempo, desde allí cuidándonos y viéndonos, protegiéndonos y porque no, tal vez ayudándonos.

El cielo pidió que volvieras, te dio aquellas alas que te quito al nacer y esa aureola que tanta falta hacia sobre tu cabeza, adornando aquellos rizos y esa sonrisa, que, aunque es de las pocas cosas que recuerdo, nunca olvidare, abuelita, deseo y pido que estés bien, que Dios te extienda los brazos y te reciba en su gloria con el mismo gusto, que todos te recordaremos, te quiero y hasta pronto abuelita, descansa en paz...

Rosa Adelita Gutiérrez Varillas, un angelito que ha vuelto al reino del señor...

FragmentosWo Geschichten leben. Entdecke jetzt