EL JUEZ

11 4 7
                                    


...nosotros no somos absolutamente nadie,

para decidir que sucede con alguien,

ni para criticar ni juzgar, si no somos capaces

de ver quiénes somos primero nosotros...


"Fragmento de la novela: ¿Qué Pasa Cuando Morimos?"


Morir, lo que muchos definirían como aquel destino que nos vuelve a todos los seres vivos una unidad, esto chocaría completamente con aquellos que creen que el destino se escribe por uno mismo, sin embargo el hecho de que no podamos elegir como, cuando, donde ni de qué forma terminara nuestra vida, nos quita el control de todo aquello que se encuentra en el medio, aquello que muchos consideran, "la verdadera vida", nuestras acciones así como decisiones, solo son tomadas por nosotros, nadie nos obliga, ni mucho menos cargara con las consecuencias de lo que hagamos.

Pero es precisamente este instante, el que nos hace pensar en muchas cosas, el que nos lleva a un momento de autoanálisis muy intenso, que para la mayoría es un instante de tremenda revelación, se dice que en los últimos cinco segundos de vida, justo antes de que tus ojos te dejen en la obscuridad permanente, de que ese aliento se escape de tus pulmones y tu alma salga huyendo de ti, sucede un acontecimiento único, tal como si fuera una película en blanco y negro, toda tu vida, lo bueno, lo malo, lo gracioso, triste, esos momentos de tremendo enojo y aquellos de placer, suceden en un breve lapso que no te permite revivir ni disfrutar absolutamente nada, la tristeza y la soledad nos llena por completo, no hay nada más que hacer, solo queda usar la llave mágica que te abrirá las puertas de aquel paraíso prometido, el lugar del eterno descanso y la paz maravillosa, pues como sabrás, la mayoría de creencias y religiones, te dicen que en este preciso instante es en donde puedes usar el as bajo la manga, pudiste ser el peor hijo de puta de la historia, pero si en este justo momento "te arrepientes de todo" las puertas del cielo se abrirán para ti, vaya tontería, no puedo creer que habemos algunos que lo creímos estando en vida, no puedo decir si fui alguien malo o bueno, ante mis ojos todo parece igual y siempre fui de esos que tomaba todo con demasiada serenidad, pasara lo que pasara, me daba igual.

No sé exactamente la forma en la que morí, a decir verdad, solo sé que me encuentro en un tipo de "limbo" porque un ser extraño se acercó a nosotros y nos lo dijo, parece que somos personas que tenemos cosas aún pendientes, algo sin resolver, en mi caso puede ser algo tardado, ya que como dije antes, en mi vida no había exactamente algo a lo que le diera la importancia necesaria y más que eso, todo lo que yo hacía, eran cosas sin relevancia, así que sinceramente, no sé porque me encontraba en este sitio.

Junto a mí se encontraba un grupo de personas un poco peculiar, digamos que éramos justo los contrarios, por mi parte, un chico de veinte años, inmaduro, bobo y ante todo, sin vergüenza, frente a mí una chica linda de no más de veintisiete años, muy arreglada y elegante, con unos anteojos que la hacían verse como una de esas chicas intelectuales que todo hombre ama en secreto, muy decente por su vestimenta y la mirada un poco distraída pues no dejaba de ver hacia arriba, a su lado, un hombre con vestimentas rudas, cara de gruñón y mirada ausente, un paliacate le cubría su cabeza calva y un bigote alargado y poblado hacia que pareciera no tener labio superior, frente a él, una anciana de unos setenta u ochenta años, cabello completamente cano y rizado, unos lentes pequeños que irónicamente hacia que se le vieran unos ojos gigantescos, aunque al bajarlos para limpiarlos, se notaban unos pequeñitos ojos marrones, su cara completamente arrugada aunque para ser sincero, era muy tierna, demasiado pequeña de estatura y completamente abrigada, a su costado, un joven con playera rosa y gafas rojas, por sus movimientos y expresiones, puedo apostar a que es un junior o un chico gay, al menos la mayoría de los que eran mis amigos, tenían ese estilo, pero sería malo hacerme una idea equivocada, el veía hacia todos lados con una mirada preocupada, mordía sus uñas con demasiada ansiedad y no dejaba de mover su pie que tenía cruzado sobre el otro, por ultimo pero no menos importante, enfrente de él se encontraba una chica joven, aún más que yo, no le calculaba más de unos dieciséis o diecisiete años, de aquellas chicas populares, ropa de moda, trompita parada, mirada de "no me toques", con los brazos cruzados y cada cinco minutos suspiraba profundo, solo esperaba el momento en el que sacara el celular y se quejara por la mala recepción que había en el limbo.

FragmentosOnde histórias criam vida. Descubra agora