INTRA-WALLS

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... la obscuridad,

se esconde en el mismo hombre,

en lo que lo rodea, en lo que vive

y en aquello a lo que sobrevive...

Cuando hablamos de las consecuencias de una guerra, siempre se trata de depresión económica, de la destrucción en la infraestructura, hambruna, las pérdidas humanas, la probabilidad de represalias nucleares o radiactivas, en fin, muchas cosas "normales" de este mundo.

Sin embargo, existen consecuencias que nunca antes habrían sido pensadas, consecuencias tan graves que ocasionen y generen un mundo sub alterno, que nadie conoce, un mundo tan perfectamente oculto ante los ojos de la gente, que nunca se ha visto, conocer este sitio es tan sencillo como adentrarte en las páginas de este libro.

Agosto/15/1939

Aldea JUBA dentro de los límites de Polonia

05:39 am

Aquella madrugada fría no tenía nada en especial, el silencio de costumbre, roto solamente por aquellos grillos frotando sus patas, el viento mecía suavemente el pasto alto del piso, las hojas de los árboles que adornaban nuestras entradas y un dulce aroma a roció de mañana, el sol aún no se mostraba por el borde de los montes, yo aún me acurrucaba debajo de los sarapes calientitos tratando de no destapar ninguna parte de mi cuerpo, sabía que dentro de unos minutos mi madre entraría por la puerta para despertarme e ir a la escuela, pero yo no quería ir, fue entonces cuando escuche aquellos ruidos extraños, uno tras otro, nunca antes había oído ese tipo de sonidos y por curiosidad asome la cabeza por el límite del sarape, una luz blanca caía desde el cielo, casi como si se tratara de un tipo de dardo, me levante de inmediato y corrí a la ventana, estaba realmente asombrado con dicho acontecimiento, tan pronto levante las persianas que cubrían la parte superior de la ventana, pude contemplar como más de aquellas luces bajaban a la tierra, cientos de aviones se movían por el cielo, fue entonces que vi que cada una de esas luces provenían de un avión, el sonido de la puerta de varas chocando contra mi pequeña mesa de trabajo, me hizo dar un salto hacia atrás, mi madre angustiada corría hasta mí y me tomaba entre sus brazos, cargándome y llevándome hasta la sala, en donde mi padre nos esperaba, parado al centro y mirando hacia fuera con cara de angustia, el sonido de automóviles chocando y el metal haciéndose añicos por los aires, la gente gritando pidiendo ayuda y los sollozos de mujeres y niños fuera de las casas, abundaban el aire.

Papá movía el gran y pesado baúl que nunca nos dejaba abrir y usábamos como mesa a un lado, imaginen mi sorpresa al ver una pequeña trampilla metálica justo debajo del pedazo de alfombra que recibía dicho baúl, mi padre la levanto rápidamente y le pidió a mi madre que bajara conmigo por las escaleras que estaban pegadas al borde de la trampilla, mi madre me coloco en el piso y me indico que bajara, lo hice y tras de mi ella, esperábamos a que padre bajara pero el sonido de la puerta quebrándose nos sorprendió, mi padre solo cerró la puerta de aquel sitio y escuchamos como peleaban en la parte superior, yo quería ver que padre estuviera a salvo pues se escuchaban vidrios quebrados, el metal doblándose y uno que otro balazo, pero madre no me dejaba, corrí tan rápido como pude a las escaleras y en su intento de detenerme me jalo con tanta fuerza que prácticamente arrancamos la mitad de la escalera, ahora si padre sobrevivía a dicha pelea no podría bajar, ni nosotros salir en el momento que todo aquel ruido pasara.

Pasaron solo unos cuantos minutos y no se escuchaba nada más, tristemente aquello no hacía sentir bien a mamá, pues mi padre no había bajado en ningún momento, yo no sabía que estaba sucediendo y fue cuando madre me tomo de los hombros y me dijo que tenía que ser fuerte, que existía la posibilidad de que mi padre hubiera muerto en una pelea por protegernos, no sé ustedes, pero para mí, oír esta noticia a mis trece años, no fue nada grato, no pude hacer nada más que llorar en un rincón, abrazando mis rodillas e intentando esconder mi cabeza entre ellas, mi madre me miro y se acercó a sentarse a mi lado, me acaricio tiernamente la espalda por más o menos dos horas e intento consolarme, pero al cabo de unas horas, me dijo que me levantara, que era un hombre y tenía que dejar de llorar, no entendía la actitud de mi madre en ese momento, era como si ella lo resistiera todo y lo tomara a la ligera.

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