Capítulo 8

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Actualidad

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—¿Qué soñaste? —cuestionó Val mientras salíamos de clase y recorríamos el camino hasta los casilleros.

Sacudí la cabeza, suspirando. ¿Era posible que estuviera tan obsesionada?

—Soñé que él me salvaba de un accidente y me trataba como si realmente le importara. —Sentí la mirada de mi amiga clavarse en mi perfil pero continué con la vista hacia el frente—. En realidad el sueño fue más largo que eso, pero... Olvídalo, fue solo un sueño. Lo que no sé —susurré— es si deseo que hubiera sido realidad.

—A veces me dan ganas de golpearte hasta devolverte la razón, te lo juro.

—¿Podemos concentrarnos en lo realmente importante? Es el final de las clases y debo ir a Detención. Esto no es un sueño y ahora no sé qué esperar de Sebastián durante el castigo.

—¿Honestamente? —Mi mejor amiga se encogió de hombros mientras andábamos hacia el final del pasillo—. No creo que te hable. Él es así de extraño. Y de imbécil —añadió.

Estuve a punto de realizar un comentario sardónico, cuando un chico salió corriendo del pasillo de la izquierda y colisionamos. No caí al suelo pero me aturdí, y Valerie gritó:

—¡Mira por dónde vas, animal! ¿Crees que estamos en el jardín de infantes?

El chico se recompuso rápidamente y giró hacia nosotras con los ojos muy abiertos a causa de la excitación. Su piel era muy pálida y su cabello tan rubio como el mío; lo reconocí inmediatamente como Kennan, mi compañero de Biología del año anterior. Usaba gafas cuadradas de acero y era muy lindo si te atraían los chicos tímidos. En ese momento nos miraba con tanta emoción contenida que bien podría haber comenzado a saltar y no me sorprendería.

—Kennan, ¿estás bien? —cuestioné.

—¡Pelea! —gritó—. ¡Pelea! ¡Pelea!

Sin decir más, giró sobre sí mismo y siguió corriendo por la dirección de la que veníamos, hacia las puertas del liceo. Los chicos que estaban con nosotras en el pasillo escucharon las palabras de Kennan y comenzaron a empujarse entre ellos y a correr tras él, igual de emocionados.

—¿Qué? —jadeé, volteándome hacia Val, quien se veía igual de conmocionada—. ¿Pelea?

—¡Tenemos que ver esto! —Valerie no tardó más de un segundo en prensar mi mano entre las suyas y hacerme correr hacia las puertas de entrada.

—¡Valerie! —gritaba yo—. ¡Tengo que ir a Detención! ¡Ya voy tarde!

—¡Esto solo será un segundo, Ángela! —Al llegar, empujó las puertas con fuerza y comenzamos a bajar las escaleras hacia el estacionamiento—. Además, ¿qué pueden hacerte por llegar tarde? ¿Castigarte? —bufó. Intenté seguirle el paso pero ella era rápida como una gacela.

Latido del corazón © [Completo] EN PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora