Anexo, Capítulo 11

26.7K 3.2K 213
                                    

Él nunca pudo amarme como yo lo hice

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Él nunca pudo amarme como yo lo hice. Sabía que mis sentimientos eran vírgenes, que desconocía mucho de la vida y que apenas reconocía lo que iba sintiendo; era muy claro para mí que había diferencias entre nosotros. Nunca pretendí amarlo, lo juro. Solo lo seguía con la mirada, mi corazón se aceleraba ante el sonido de su voz. Su sonrisa era lo único que necesitaba para hacer que mi día mejorara. No importa si había llorado o había sentido dolor esa misma mañana, era como si un solo destello de él borrara de mi mente todo lo demás y calmara mi alma. Tan cruel como parecía, aquel hombre guardaba en su interior todas las cosas que no sabía que quería. Las mantenía cautivas de las personas extrañas y muy poco a poco fue mostrándomelas, a medida que fui ganándome su confianza.

El proceso de enamorarse pasa desapercibido, a veces camuflado bajo una inocente amistad, a veces escondido por demostraciones de odio mutuo o miradas furtivas. Contrario a lo que crean muchas personas, no puedes escoger de quién te enamoras por el simple hecho de que nunca serás consciente de que lo estás haciendo. Cuando quieras poner un freno y dar vuelta atrás, te darás cuenta de que ya es demasiado tarde, que tus sentimientos están nadando muy hondo dentro de tu pecho y que esa persona se ha introducido bajo tu piel y ha impreso una copia de sí misma en tu alma.

Dolía tanto. Mi corazón sentía una ruptura imaginaria que podía dañarlo como cualquier dolor real. El entumecimiento cerca de la zona del pecho y las lágrimas que caían sin ser bienvenidas; los sollozos hacían su camino a través del pecho y dejarlos salir parecía insuficiente. Quería gritar, lanzarme al suelo y acurrucarme. No encontraba una forma de extraer de mi pecho todo lo que estaba sucediendo; no lo entendía como para buscar una solución a ello.

El amor se caracteriza por las emociones mezcladas y bien adheridas a tu ser. No pretendas encontrar un solo sentimiento del cual deshacerte, porque el amor es todo un conjunto de emociones que te provoca una persona al mismo tiempo. No es un único fuego que extinguir, son múltiples llamaradas que se adueñan de diferentes partes de tu cuerpo y que arden simultáneamente; cuando apagas una, reviven las otras. Su fuego es salvaje, de colores fuertes y brillantes, quemando y dando calor al mismo tiempo. Te da vida y te consume, y cuanto más se expanda y más le des razones para arder, más difícil será acabar con él.

No pretendo que nadie lo entienda. Son mis emociones; cualquier otra persona, ajena a mi situación, solo conocerá una parte de la historia. ¿Quiénes se creen ellos para juzgar mi proceder? Todos tienen opiniones, todos me dicen qué es lo correcto que he de hacer, cómo se supone que debo ahogarme en el orgullo y permitirme ser dominada por él. Nadie tiene en su cabeza mis recuerdos, ni siente en su corazón la melancolía de aquellos sentimientos. Nadie ha sufrido lo que yo por él, ni ha derramado mis mismas lágrimas. ¿Cómo, entonces, aseguran saber qué se debe hacer? ¿Cómo son capaces de gritarme lo que debo sentir? Me exigen olvidarlo, como si yo no quisiera hacerlo, como si yo disfrutara de mi sufrimiento.

Lo que no saben que es desearía arrancarme la piel hasta borrar todo recuerdo. Mi subconsciente lamenta el momento en el que mi corazón se confundió y eligió el camino incorrecto. Mi deseo de olvidarlo es casi tan grande como mi deseo por él. Su ausencia es un tema de controversia, pues todos aseguran que debería haberlo superado con el tiempo, que este lo cura todo. ¿Ellos están en mi carne, conectan con mi ser? Si es tan fácil, ¿por qué tantas otras personas sufren por amor al igual que yo lo estoy haciendo?

Latido del corazón © [Completo] EN PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora