Capítulo 37

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Desperté rodeada por unos brazos y una silueta estilizados

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Desperté rodeada por unos brazos y una silueta estilizados. Me revolví, somnolienta, y enterré mi nariz en el pecho de aquella persona. Sus piernas se enredaban con las mías y me sujetaba con tal fuerza que para ir al baño tendría que separarnos con pinzas. Fue entonces cuando recordé que algunas horas antes yo había caído dormida entre los brazos de Traian y, con la esperanza de robar un vistazo de su hermoso rostro mientras aún dormía, abrí un ojo para espiarlo.

Fui sorprendida al ver labios de cereza y un cabello con reflejos color champaña. Aquello me espabiló inmediatamente y abrí ambos ojos por completo para darme cuenta de que era Valerie, y no Traian, quien me abrazaba en la cama. ¿Había imaginado todo lo acontecido horas antes? ¿Tan desesperada estaba por un poco de su atención? Mi mejor amiga se pegaba a mí como si deseara fundir nuestros cuerpos, así que tomó mucho esfuerzo separarme de ella y sentarme. Valerie era demasiado fuerte y al alejarme frunció el entrecejo.

Giré para mirar el reloj en mi mesita de noche y me encontré con otra sorpresa: Camila estaba sentada en el suelo junto a la cama, con un brazo estirado hacia mí, como si hubiera permanecido sosteniendo mi mano hasta caer dormida. Aquel gesto me hizo sonreír con dulzura, pensando en cuánto le dolerían la espalda y el cuello cuando despertara, a juzgar por el incómodo ángulo en el que descansaba su cabeza.

Mi sonrisa se borró al notar los círculos morados debajo de sus ojos. Todos los acontecimientos de los últimos días explotaron dentro de mi cabeza.

—Ustedes tres son encantadoras.

Reconocí las notas pecaminosas que solo su voz poseía y alcé la mirada para encontrar a Traian apoyado en la pared junto a la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho y una sonrisa tímida retozando en sus labios. Vestía la misma ropa que, entre mi bruma, creo haberle visto puesta el día anterior. Sus ojos parecían particularmente brillantes aquella mañana y al enfocarse en mí sentía cada vello de mi cuerpo erizarse.

—¿En qué momento se colaron en mi habitación? —pregunté, haciendo una mueca al notar mi voz ronca producto de las últimas horas.

—Hace como una hora y media. Me despertaron y me enviaron a la ducha para poder estar contigo.

Eso contrajo mi estómago con un sentimiento de amor puro. Posé la mirada en la posición incómoda de Camila y en la forma en la que Valerie me sostuvo protectoramente al dormitar, y me di cuenta de cuánto realmente me querían, como si todo el apoyo que me habían dado desde mucho antes no fuera un claro indicio de ello. Saber que quisieron velar mi descanso me hizo desear levantarlas y abrazarlas para siempre. No merecía unas amigas como ellas.

—¿Tienes hambre? —cuestionó Traian, descruzando los brazos y metiendo las manos en sus ajustados pantalones—. Son las nueve treinta de la mañana.

—¡Mi madre llegará en media hora!

—Lo sé —rascó su barbilla, pensativo—. He cocinado algo. Una vez más, disculpa el atrevimiento.

Latido del corazón © [Completo] EN PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora