Capítulo 16

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—No, pequeña

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—No, pequeña. Diría eso y me alejaría. No eres el tipo de chica que llevaría a mi cama.

Eso dolió, pero intenté mantenerme imperturbable. Giré y comencé a mirar a través de la ventana las calles que eran tan familiares para mí mientras nos acercábamos a mi casa. Si yo no era el tipo de chica con la cual Traian querría tener sexo, pues lo entendía... De acuerdo, tal vez no lo entendiera del todo, pero sí lo respetaba. Parecía muy evidente que él y yo éramos completamente diferentes, tanto en físico como en personalidad, y que yo no luciera de acuerdo a su gusto no era ninguna sorpresa. Aunque dicho razonamiento no evitó que me sintiera un pelín decepcionada. Fue un golpe directo a la autoestima de esta chica.

—¿Es esa de allí tu casa? —preguntó, sacándome de mis pensamientos y señalando con un movimiento de la mano.

—Sí. Estaciona al frente.

Al detenerse el auto, desabroché mi cinturón y me detuve antes de bajar de él. ¿Estaba segura de lo que estaba haciendo? No, en lo absoluto. Estaba metiendo a un completo extraño en mi casa, ¡por el amor de Dios! ¿Qué tenía en la cabeza? Podría suceder algo realmente malo allí dentro y todo por mi poco sentido común. Había tomado una decisión precipitada solo para escapar de mis problemas y demostrarles algo a las personas que me rodeaban.

Traian abrió la puerta a mi lado y se encogió un poco para poder mirarme mientras me tendía su otra mano.

—¿Todo en orden?

—No creo que esto sea una buena idea —respondí, exhalando lentamente.

Se colocó sobre una de sus rodillas en la acera de la parte delantera de mi casa. Su rostro quedó casi a mi altura y tan cerca que contuve el aire un momento al tener la posibilidad de contemplar los ángulos y depresiones de su rostro, la profundidad de sus ojos, con una nitidez inigualable. ¿Cómo alguien sobre la tierra podría lucir así, tan hermoso que tu corazón se encogía al mirarlo? Sabía que a él no le gustaría que lo halagara con un adjetivo como ese, pero era la única palabra que se acercaba a una descripción precisa de Traian.

—Ángela —su voz volvió a centrarme—, puedo dejarte en casa y marcharme. ¿Entiendes que no te estoy obligando ni presionando a hacer nada?

—Apenas te conozco y estaremos solos en mi casa. Sé que para muchas personas no es nada inusual, pero he tenido un reducido número de amigos y un aún más reducido contacto con chicos a lo largo de mi vida.

—Puedo entender eso. Si quieres podemos esperar a que me conozcas un poco más antes de pasar algo de tiempo solos.

Eché la cabeza hacia atrás y miré con frustración el techo del coche. ¿Qué iba a hacer? Él estaba siendo tan amable y comprensivo conmigo, la transparencia en su mirada lo decía todo, pero era natural en mí el preocuparme. Quería llegar a conocerlo y esta era la mejor manera de hacerlo, sin embargo habían muchas formas en las que esto podría salir mal. 

Latido del corazón © [Completo] EN PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora