Capítulo 47

15.7K 1.8K 256
                                    

—Buenas noches, Ángela. Perdona que viniera tan tarde. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, ¿no es verdad?

Mi presión arterial había subido tanto que casi me desmayo.

—¡Santo Dios, Camila! ¡Casi me matas del susto!

—¡He intentado llamarte desde la mañana! —se excusó con verdadero arrepentimiento.

—El cielo se está cayendo allá fuera. ¿Has perdido el juicio?

—Te estuve marcando para decirte que vendría de visita hoy pero mi teléfono es un asco.

—¡Es casi medianoche! Por un momento pensé en llamar a la policía.

—Angie, joder —siseó, abrazándose a sí misma. Su aliento se condensaba frente a nosotras—, ¿podemos continuar la charla dentro de la casa? Se me congelan los huesos.

—¡Claro! Entra, lo siento tanto, es solo que realmente me asustaste.

Abrí la puerta en su totalidad y Camila no perdió tiempo antes de refugiarse en el calor de mi hogar. Se sentía surreal encontrarme con aquella vieja amiga a tales horas de la noche, pero agradecía al cielo que se tratara de ella y no de otra persona. Había sido imprudente al abrir la puerta y lo sabía, pero aprendería de aquella experiencia y sería más cauta. Ahora tenía a alguien a quien proteger.

Giré de vuelta a la cocina y comencé a encender las luces en el proceso. Mi terror inicial había menguado y ahora mi corazón se ralentizaba ante la perspectiva de poder hablar con Camila después de dos años sin verla. El cielo se partió en dos y la colocó justo frente a mi puerta.

—Ven a la cocina. Haré chocolate caliente y buscaré algo para que te seques.

—Cuánto te extrañaba. —Sonrió—. Mis nuevas amigas no son tan agradables como tú.

Encendí la cocina y puse a calentar una olla con leche mientras Camila se quitaba su abrigo empapado y tomaba asiento en uno de los taburetes de madera.

—Te ves increíble —aseguró, apoyando la cabeza sobre las manos—. La maternidad te sienta bien.

Me sonrojé sutilmente por su escaneo sobre mi cuerpo. Era increíble que, aún cuando Traian acostumbraba susurrarme cosas sucias al oído mientras me hacía suya, recibir cumplidos de otras personas lograra avergonzarme. Aunque, siendo justa, siempre estaba demasiado cerca del éxtasis como para ponerme a analizar los términos inapropiados que utilizaba su voz profunda.

—¡Dos años, Cam! Debería odiarte. Me has esquivado durante tanto tiempo que creí que nunca volvería a verte.

Bajó la mirada, vaciándola de emociones. La sonrisa desapareció de su rostro y yo me detuve a mitad de la cocina, escuchándola murmurar:

—Soy muy sensible, no podía estar cerca de ti cuando tú me recordabas a...

—Lo entiendo —interrumpí—. Ella y yo estamos juntas todo el tiempo. Sería muy doloroso para ti mantenerte en contacto con cualquier de nosotras.

—Solo quería tomarme el tiempo necesario para superar a Valerie —la admiré al notar que pronunció aquel nombre sin permitir que su voz se quebrara— antes de volver a acercarme a ti.

Saqué un plato y lo coloqué frente a ella. Luego rodeé la isla de la cocina y la abracé; se sorprendió tanto que fue incapaz de reaccionar al principio, pero luego me estrechó y la escuché sorber por la nariz para contener las lágrimas. Respiré profundamente para bloquear las mías, era la primera vez que estaba junto a ella en mucho tiempo y pasar todo el rato llorando lo echaría a perder.

Latido del corazón © [Completo] EN PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora