Capítulo 34

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Supe el momento exacto en el que la vida eligió salvarme

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Supe el momento exacto en el que la vida eligió salvarme.

Estaba decidida a jalar el gatillo y acabar con aquel martirio para siempre. Era una cobarde, lo sabía, pero también era consciente de que había tenido suficiente. Si me juzgaban, ¿qué importaba? Ya estaría muerta, disfrutando de la serenidad que me fue arrebatada en vida. Mi elección se fundamentaba en los momentos de agonía y llanto desenfrenado que viví en el pasado. No le encontraba sentido a perpetuar una existencia vacía, donde solo fingía mi felicidad, escondiendo los verdaderos sentimientos en lo más profundo de mi alma.

Deseaba desaparecer, que mi corazón se detuviera y mi cabeza dejara de girar. Sabía que no estaba en pleno uso de mis facultades mentales, Sebastián me había contagiado su enfermedad; ambos vivíamos una vida que odiábamos, presos de demonios que no lográbamos liberar. Lo intenté con todas mis fuerzas durante muchísimo tiempo, convenciéndome a mí misma de que había avanzado y era capaz de superarlo todo, pero cuando me encontré de frente con mi mayor miedo no fui capaz de ganar. Me di por vencida.

Renuncié a la vida. Renuncié a sufrir, a llorar en silencio, a jadear en busca de algún soplo de aire que me revitalizara. Acabé con mis mentiras y con mis intentos de ser feliz cuando no estaba destinado que fuera así. Sabía que morir era la salida fácil pero, ¿no merecía un poco de paz? ¿Debía permanecer en la tierra siendo miserable para demostrarles a los demás mi valentía mientras ellos eran felices y no se preocupaban por lo que sufría?

Curioso era cómo la voluntad es empujada al punto donde ya no importa la sociedad, ni tus amigos ni tu familia. Solo importa el dolor sordo que entumece el cuerpo y el vacío en el pecho donde se arremolinan los sentimientos adversos.

No pretendía que nadie lo entendiera. Sabía que los asuntos del corazón solo podían ser juzgados por quien los había padecido. Opiniones externas solo eran críticas basadas en partes de la historia, ni siquiera eran conscientes de lo fundamental en toda ella: cómo me sentía. Qué experimenté al ser humillada, cómo me encontraba cuando él se marchó, y cómo me caía a pedazos en ese momento. Si quienes me juzgaban solo se imaginaban todo eso pero no lo habían atravesado, ¿por qué, incluso, debía tomar en cuenta su opinión? Al tener la posibilidad, dudo que eligieran vivir mi vida. Entonces, ¿para qué preocuparse por palabras de quienes solo creían que sabían de lo que hablaban?

La elección fue hecha. El arma estaba presionaba contra mi cabeza, un cúmulo de emociones que venía arrastrando desde hacía años representado en una pistola que marcaría el fin de mi paso en la tierra. Pero el destino decidió salvarme, ¿por qué, y por qué de aquella manera? Nunca lo sabría, pero estaría eternamente agradecida.

Un milisegundo, aquel fue el más importante en mi historia. Un milisegundo antes de que presionara el gatillo, la puerta de metal se abrió con un chirrido. Sabía que si hubiera sucedido solo fracciones de segundo después, no habría sobrevivido. Por eso tenía claro que fue la vida quien me regaló otra oportunidad.

Latido del corazón © [Completo] EN PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora