2 - Alguna vez intentaron morir?

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Un sonido fuerte, parecido a una bocina, me despertó.

-Domingo! -gritó alguien. 

Brian, supuse por de donde había escuchado el grito.

-Por qué es tan especial el domingo? -le pregunté a mi compañera de celda, que parecía haber estado despierta desde antes de la bocina.

-Día de celda abierta -respondió-. Abren las puertas de la celdas de todos los humanos desde las 8 hasta las 12. Lo único malo es que después abren las puertas de los mutos hasta las 4. Esa parte no es divertida.

Se escuchó otro bocinazo y con un sonido de cerradura las puertas se abrieron. Bajé de la cucheta y me estiré al llegar al piso. Me pareció sentir una picazón en las manos, pero decidí no darle importancia.

-Bueno -dijo Atenea-. Te presentaré a todos y tú nos mostrarás el asombroso plan que preparaste anoche.

-Te sorprenderías -le dije, pero decidí guardar lo que había pensado para más tarde.

En la puerta de nuestra celda se asomó un chico rubio de ojos grises.

-Vamos! -dijo alegre-. Cuarto domingo del mes! Hoy me toca a mí!

-Olvídate de eso, Brian, hoy le toca a Athan -le dijo Atenea-. Además, hoy no es el cuarto domingo. Y a partir de ahora tu domingo cambia a ser el quinto de cada mes.

-Pero los meses no suelen tener quinto domingo! -protestó.

-Precisamente -dijo Atenea, saliendo de la celda y caminando hacia la entrada.

-No tiene nada de gracioso -siguió protestando Brian mientras la seguía por el pasillo.

Mientras los acompañaba, eché un vistazo a las celdas con mutos. Por la cantidad de celdas que había, debían de ser muchos. Pero no había luz suficiente para ver más que sólo formas grandes humanoides.

Un chico muy alto y de pelo negro se asomó por una puerta de metal al final del pasillo.

-Elias! -exclamó Brian-. Todo bien?

El chico le echó una mirada asesina y caminó hacia nosotros. Pero, antes de alcanzarnos, entró en una celda a su izquierda.

-En esa celda está Nicole -me explicó Brian-. Siempre nos juntamos allí porque no puede salir.

-Es irónico, no? -comenté-. Su poder es salir de todos lados, pero está atrapada.

-Es funesto, también -añadió Atenea, y no tuve nada que discutirle.

Entramos a una celda igual a la nuestra. Una chica rubia estaba acostada en la cama de abajo, con un suero conectado a su brazo por intravenosa. Estaba demacrada y pálida, pero estaba despierta.

-La semana pasada estaba en la cama de arriba -me contó Brian-. Al menos todavía intenta escapar. Logró salir de la cama de arriba traspasándola. Pero cayó en la otra -miró a Nicole, que lo miraba con disgusto-. Has caído bajo, eh?

Casi, casi, me pongo a reir. Pero logré controlarme.

-Hola -saludó Nicole, en un tono casi inaudible.

-Hola -Elias me tendió la mano-. Soy Elias.

-Athan -me presenté, dándole la mano.

-Bueno -dijo Brian-. Veamos qué nos preparó el nuevo.

Todos me miraron, expectantes. Me puse nervioso, pero al volver a mirar a cada uno vi a un chico tan desesperado de salir de esa prisión. Se me fueron los nervios y comenzé a hacerles preguntas respecto a sus planes anteriores.

-Alguna vez intentaron liberar a los mutos?

-No serviría de nada. Cómo te crees que nos vuelven a meter en las celdas luego de que nos juntemos? Usan gas, nos duermen, y despertamos dentro, con los mutos observándonos desde afuera como si estuviéramos en un mostrador de comida -explicó Elias.

-Era sólo una idea -me excusé, para que no piensen que ése era mi plan-. Alguna vez intentaron morir? -pregunté.

Brian se rascó la cabeza.

-Esa idea ni se nos cruzó por la cabeza -dijo.

-Porque habría que pensar a dónde tiran los cadáveres, no? Si moriríamos, a dónde iríamos a parar?

-Aunque muramos y salgamos, después tenemos difícil la parte de volver desde el más allá -alegó Brian.

-Pero para morir no tenemos que morir necesariamente -dije-. Necesitamos que piensen que estamos muertos. No la tenemos muy difícil si controlamos nuestra sangre, haciendo que pase de forma fluida y no por pulsos, de forma que sientan que nuestro corazón paró. También dudo que sepan ver si los insectos están vivos.

Brian silbó cuando expliqué mi plan.

-Me gusta -dijo Atenea-. Pero no seré yo quien muera, ya que no quiero morir -se quedó pensando un segundo-. Aunque suene raro.

-Bien. Cuando os hacen matar a los mutos -pregunté-. Os llevan afuera?

-claro -me respondió Elias-. Hay más espacio. Los carceleros se divierten más.

Bueno -dije frotándome las manos-. Quedan casi 4 horas. Que les parece si nos conocemos mejor y practicamos un poco? Atenea dijo que no falta mucho para la próxima "reducción del rebaño".

-Manos a la obra.

Durante lo que mi compañera de celda dijo que fueron 3 horas y media la pelirroja estuvo matándonos (o, al menos, eso parecía). Luego, cuando ya salió lo suficientemente bien y creíble -cabe aclarar que el que mejor hacía el muerto era yo-, quedamos en que estaríamos preparados para la próxima. Luego, como ellos habían dicho, el gas comenzó a salir de la nada y caímos dormidos.

El despertar sí que no era como ellos habían dicho. Creí que los mutos sólo observaban. Estaba equivocado. También producían unos sonidos espeluznantes. Pude ver, con luz que acumulé en mi mano, luego de varios intentos y mucha concentración, hasta tres tipos diferentes. Había uno que parecía robusto, pero que era pequeño y verde y se veía de manera que parecía que estaba hecho de moco. Luego, había uno gigante y otro más flaco.

-Y se supone que vamos a pelear contra todos esos? -pregunté, volviendo a echar un vistazo por encima.

-Si! -gritó Brian desde nuestra izquierda-. Pero no te preocupes -continuó-, no son tan duros!

-Lo parecen -murmuré.

-Las apariencias engañan -dijo Atenea-. Pero sigue habiendo algo que no me cuadra.

-Sigue?

-Desde la primera vez que los vi -me contó-, y la primera vez que peleé contra ellos, hubo algo que me parecía que no encajaba.

-Supongo que ya lo sabremos.

Ella levantó los hombros.

-Quizás no.

De repente, escuché un sonido incluso más molesto que los anteriores. Venía del muto-moco verde. Lo miré más atentamente, acercando la luz en mi mano para ver mejor. El muto miró mi mano, miró mi cara, y se lanzó hacia mí.

Dark LightWhere stories live. Discover now