19 - Tiene más sentido

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Saludé a Michelle con un beso en la entrada al cine.

-Cómo estás? -le pregunté.

-Feliz -respondió.

-Genial. Vamos?

Le abrí la puerta y la dejé pasar. Entramos a la sala y nos sentamos en el asiento. Luego de los comerciales, comenzó la película. Los primeros 5 minutos fueron los más aburridos de mi vida -casi sin exagerar-, pero luego se puso interesante. Me recordaba mucho a lo que me había pasado a mí. 

-Sería increíble que me pase algo así -comentó como de pasada mi novia.

-Qué te obliguen a matar a alguien? -pregunté, porque era justo lo que pasaba en la película en el momento.

Ella se estremeció.

-No, lo otro.

-Tiene mas sentido.

Como la película era muy larga, había un descanso de 15 minutos en el medio. Michelle salió al baño y yo fui a comprar unas papas fritas. La puerta del cine se abrió de golpe y todos se dieron la vuelta a mirar.

-Manos arriba! -gritó uno con máscara verde-. Esto es un asalto!

-Manos arriba no, idiota!  -replicó otro, también con máscara verde-. Eso dicen los policías!

-Qué mas da? Se entendió, verdad? -preguntó a la gente, apuntándoles con un rifle de asalto-. Entonces, no sé... al piso! -gritó.

Todos menos yo obedecieron. Los cuatro asaltantes me miraron curiosos. Luego de un análisis exhaustivo de la situación, también me tiré al piso. Estaba en medio de un cine lleno de gente y los hombres tenían armas de fuego. No era buena idea plantarles cara.

Los hombres se acercaron al mostrador y a la cajera.

-El dinero, por favor -pidió amablemente con un revólver uno que no había hablado aún-. Y nos vamos.

De repente, tres personas salieron del pasillo que conducía al baño: Michelle, una chica que hablaba con ella y un chico muy nervioso, que se rascaba en todos lados desesperadamente.

-Tiene el teléfono en la mano! -gritó el asaltante que habló segundo-. Debe de haber llamado a la policía y por eso está tan tranquila! Tómala de rehén, por delatarnos!

En serio? Delatarlos? Esos tipos estaban locos, tenían a mi novia de rehén y no entendían cómo funcionaba un asalto, aunque lo estaban haciendo bastante bien. Y yo no podía hacer nada.

-El dinero -repitió el asaltante, esta vez sin el tono amable-. Rápido, o le disparo.

Entonces hubo una explosión en algún lado y entraron hombres con cascos de operaciones especiales y uniformes negros. Estos apuntaron a los asaltantes con sus armas, que parecían antiguas.

-Ya no nos son más útiles -dijo uno-. Disparen.

De las armas salieron unos extraños disparos violetas, que o mataron o noquearon a los asaltantes. Luego, se dirigieron de nuevo a la cajera.

-El dinero -escuché por tercera vez en el día.

El que había hablado disparó a una de las personas que, como yo, estaban tiradas en el piso. Instantáneamente esta cerró los ojos y cayó inerte.

-Tienes treinta segundos antes que le dé a otro -amenazó.

La cajera asintió con la cabeza y rápidamente comenzó a sacar el dinero y ponerlo en una bolsa que le habían dado los primeros asaltantes.

Mientras lo hacía, analicé la situación. Los nuevos ladrones habían dicho que los demás ya no les eran útiles. ¿Qué habrían querido decir con eso? Además, tenía el vago recuerdo de haber visto las armas que llevaban en algún otro lado.

De repente, Sombra entró al cine caminando por la puerta.

-Pero miren a quién tenemos aquí -dijo uno de los asaltantes-. El héroe de Londres, eh?

Los demás largaron carcajadas.

-Es muy inútil de tu parte entrar caminando de esa manera -le dijo el que siempre hablaba, que supuse que era el líder.

Se acercó a uno de sus compañeros y le dijo algo al oído. En ese instante, La Sombrita cayó del techó y le hizo una llave a uno de los asaltantes. Era mi oportunidad.

Me rodeé de oscuridad -para que no se me vea quién era- y comencé mi ataque. Sombra, aunque un poco sorprendido por mi aparición repentina, tampoco tardó en reaccionar.

De la misma manera, los ladrones comenzaron a retroceder disparando.

Uno de ellos tropezó y logré pegarle con un cuchillo explosivo en el pecho. Sombra pudo golpear a otros dos, pero recibió un disparo y cayó al suelo. La Sombrita se rezagó para ayudar a su padre y quedé yo solo en contra de todos.

-¿Cuantos tienes? -preguntó el líder.

-Dieciséis -respondió otro-. Y el dinero.

-Nos vamos entonces.

No me dio tiempo a reaccionar. Los de negro soltaron una fruta granada -esta vez con forma de naranja- como aquellas que habían soltado los de Lab-TECH y hubo un gran pitido sónico que me desorientó y me hizo doler los tímpanos y la cabeza.

Durante lo que me parecieron minutos -y lo fueron- estuve tirado en el piso, manteniendo inconscientemente el aura de oscuridad. Cuando el dolor comenzó a disminuir, me levanté con cuidado y abrí los ojos. Yo era el único en el cine. Se escuchaban sirenas de policía a lo lejos. La Sombrita entró por la ventana.

-He logrado salir antes de la explosión -me explicó-. Estás bien?

Asentí con la cabeza.

-Sólo un poco mareado -le resté importancia-. Adónde están todos?

-Se los llevaron, supongo -dijo él-. Qué hacías aquí?

-Vine a ver una película con mi novia -le conté-. Pero mi suerte me impide tener un buen día. Debe ser otro poder mío: la peor suerte de la historia.

La Sombrita sonrió detrás del velo para viudas.

-En serio deberían cambiarse el traje -dije yo-. E irse. La policía estará aquí en cualquier momento

Él asintió.

-Antes de eso -dijo-. Sabes quiénes eran esos?

-Tengo sospechas -le dije-. Los primeros eran carnada. Igual que los que enviaron a mi casa el otro día. Los segundos usaron una fruta explosiva, como la que vi ayer en el laboratorio de Lab-TECH. Si van a hacer algo contra ellos -le advertí-, llámennos.

-Bueno -dijo-. Nos vemos.

Se retiró cargando a su padre a quién sabe dónde y yo simplemente me acosté en el suelo, a esperar a la policía y contar todo. Luego, tendría que entrevistar a nuestra propia captura, el científico Antony.

Dark LightWhere stories live. Discover now