57 - Defensor violeta

48 5 0
                                    

Eras las 15 de la mañana cuando nuestro pequeño ejército matadragones llegó a la entrada de la cueva. Agradecí a Victoria la viajera temporal (que, recuerdo, era la que creó todas estas lineas temporales alternas en sus viajes) que en este mundo no hubiera sol, porque en ese caso probablemente haría mucho calor.

Entramos de la forma más sigilosa que pudimos. Para nuestra suerte, el dragón estaba durmiendo. Pero, lamentablemente, tenía un gran oído.

-¡Muévanse rápido! -grité-. ¡posiciónense!

Nos iba a escuchar antes de llegar de cualquier manera. Era mejor apurarse y escapar de su fuego. Corrimos a toda velocidad. Yo, la más rápida, me posicioné en la cola. Los otros exterminadores, dos de la familia Seca y tres de la familia Asa, se repartieron entre la cara y los costados.

No tuvimos mucho tiempo para hacerlo, igualmente, porque mientras nos movíamos el dragón ya se había levantado y se había puesto nervioso rápidamente. Ya había sopladp una llamarada, que fue parada a duras penas por una exterminadora, que usó una de las habilidades de su espada para que una bola de metal que salió de la nada mueva la cabeza del dragón hacia arriba. La bola después estalló en pedazos que dañaron a varios de los soldados, pero que al menos no habían muerto por el fuego.

El otro problema con la llamarada fue que, como yo ya había anunciado, era muy brillante, sobre todo para este mundo oscuro donde no había sol. Aquellos que no llegaron a cerrar los ojos o que no eran yo quedaron completamente cegados. El problema de los dragones adultos era que transpiraban un líquido inflamable y que ardía al contacto con el aire, por lo que parecían transpirar fuego y, por lo tanto, luz. Por ese motivo, cuando el dragón comience a hacerlo comenzaría mi trabajo.

Por el momento, sólo tenía que hacerle daño. Utilizé la tercera habilidad de mi espada, que era cambiar su forma acualquier otra arma, para convertirla en una lanza, que tiene más poder de penetración que una espada y ataqué su cola. Logré perforar las cuatro capas de piel de un golpe gracias a Han Jinin, que estaba hecha de lonsdaleíta y tremendamente afilada.

El dragón reaccionó a mi corte con ub moviento rápido de su cola por reflejo y luego la mantuvo arriba. Me quise acercar, pero tuve que esquivar una patada que dió. Su cola podía ser inofensiva pero sus patas no lo eran. Uno de los soldados, que sí fue golpeado, salió volando y se estrelló contra la pared con un crack muy feo. Antes de que vuelva a apoyar la pata en el piso volví a atacar, esta vez en la planta de su pie, de manera de que le doliera volver a pisar, o que le ardiera un poquito al menos. Escuché muchos gritos cuando el dragón lanzó su siguiente llamarada. Un soldado no pudo escapar y fue quemado hasta los huesos. Muchos quedaron aturdidos y cegados nuevamente

Para distraer al dragón mientras se recuperaban Frei atacó con las tres habilidades de su espada al mismo tiempo: se volvió invisible, dio una estocada invisible con un alcance tremendamente grande y una espada más gruesa y ancha de lo normal. El corte perforó la piel del monstruo y llegó a cortar un músculo en el estómago.

Yo, por otro lado, generé un arpón de oscuridad e intenté clavárselo, para ver si se deshacía como todo lo que la oscuridad tocaba. Pero como había pasado con aquel dragón bebé que había matado hace años, este también fue inmune a mi ataque.

El dragón se puso más nervioso todavía e intentó escapar de la cueva, pero una especie de moco violeta que salía de la espada de un exterminador había formado una pared elástica y no se podía salir. Por este motivo, comenzó a transpirar y la cosa se puso difícil.

Antes de entrar a la cueva había juntado toda la oscuridad que había podido y la había condensado en una bola del tamaño de una pelota de handball. La saqué de donde la había guardado e intenté expandirla todo lo posible manteniéndola controlada. Ahora tenía en mi mano derecha una lamparita de oscuridad.

-¡Ojo! -me advirtió Astrid.

Estaba demasiado concentrada en la bola de oscuridad y el dragón, lamentablemente, también. Giró su cuello y el fuego se me acercó a una velocidad alarmante. Podría haberme dado cuenta antes de no ser porque el fuego es impersentible. Me escapé con un impulso de luz y continué extendiendo mi oscuridad.

De repente, el dragón gritó o aulló o rugió, en realidad hizo algo que solo hacen los dragones, pero no se cómo se llama. Después de eso comenzó a traspirar más e incluso a mí se me hizo difícil ver. Puse toda mi fuerza en expandir mi oscuridad lo más posible.

Frei, que se había acercado a mí, me puso la mano en el hombro.

-Tranquila, concéntrate en eso -me dijo-. Yo te cubro y los de más se encargan.

Cerré mis sentidos todo lo posible (los ojos y los oídos, principalmente) y me concentré. Estuve así quizás dos minutos y ya era mucho tiempo. Si aún no lo habían matado, no lo iban a lograr. Y yo no quería morir y mucho menos que mueran los demás.

Como pude, manteniendo la oscuridad, abrí los ojos, tomé a Han Jinin y, pidiéndole al exterminador de la pared violeta pegajosa que cubra a todos los que pueda me trepé a la cola del dragón y subí por encima de él. Para agarrarme había activado la prinera habilidad de mi espada, que me permitía alivianarla y duplicarla, y las iba clavando para subir. Cuando estaba sobre el cuello del dragón achiqué la bola de oscuridad condensada en un punto mínimo y la tiré con todas mis fuerzas atravesando el cuello del dragón y expandiéndola como mil espadas adentro del mismo. Y, como toque final, alargué la longitud de Han Jinin, que justo en esta ocasión no le hacía honor a su nombre, y, saltando hacia el piso, le corté la cabeza al monstruo.

La luz disminuyó de a poco. El dragón se quedo sin vida rápidamente y dejó de traspirar, por lo que dejó de haber tanto fuego y, por consiguiente, tanta luz.

Los soldados que aún estaban conscientes me miraban sorprendidos. Los exterminadores ya se movían apurados intentanto despertar a los que aún vivían y salvar a los que estaban por dejar de hacerlo.

En la batalla murieron 7 soldados y un exterminador que no conocía. Muchos vinieron a agradecerme por el esfuerzo que había hecho y Frei me elogió diciéndome que había mejorado.

Los soldados sobrevivientes cargaron a sus compañeros heridos y muertos. Salimos todos a la superficie, donde esperaba una persona que no pensaba encontrarme de vuelta: Helas, el interactor.

-¡Gran batalla! -dijo con los brazos levantados.

Lo ignoré completamente y corrí a abrazar a mi novia. Acababa de escapar de la muerte por poco y quería verla. A mi hermana también, pero no sabía dónde estaba todavía, y eso que la había buscado mucho.

-Pobre -me dijo Cyala acariciándome el cabello.

-Cállate. Tuve miedo.

Sonrió y miró por encima de mi hombro.

-Ese tipo de ahí parece querer decirte algo.

Me di vuelta y miré a Helas, que me miraba curioso. Detrás de él, encima del exterminador del moco violeta brillaba en el aire el que fue el apodo que tuvo ese hombre desde ese momento: Violet defender. Surte que no era para mi. No me gustaba.

-Vine a darte un apodo a ti también -dijo todavía levantando los brazos, como si estuviera alentando a una multitud invisible a aplaudirlo.

-Si me lo vas a poner tú prefiero no tener uno, gracias.

-Te va a gustar, creo -dijo medio dibitativo-. ¿Cómo es que los entiendes, de cualquier manera?

-¿Qué significa el mío? -preguntó el exterminador que recién había conseguido uno cuando escuchó lo que dijo el interactor.

-Defensor violeta -le respondí.

-No está tan mal -dijo-. Podría ser peor.

Sí que podía. Conocía a un rey apodado "shining nose", así que tenía razón.

-No importa -interrumpió Helas-. El tuyo, princesa Neo, es Dark light.

Dark LightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora