42 - Acertijo

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Luego de eliminar a la persona que manejaba la Pérez con mi espada, me quedé con su arma y maté a dos personas más. Cuando ya había avistado a una tercera, de repente me teletransportaron a una gran sala sin decoraciones ni mobiliario en la que había diecinueve personas más.

-¿Empieza la carrera? -preguntó Astrid-. ¿Me cuentas cómo es?

-Es larga -respondí mientras buscaba a mi hermana con la mirada-. Consta de dos partes: los obstáculos, y la recta final. Todos comienzan en una habitación con un acertijo que hay que resolver para salir.

-¿Como de misterio?

-No suele tener un tener un tema en partícular.

Mi hermana me vió.

-¡Athan! -gritó.

Cuando ella me veía como mujer me llamaba Neo, nombre que había terminado aceptando fuera de su contexto. Ya no era sólo mi nombre en clave, sino mi nuevo nombre también. Aún así, al verme con el ilusionador y en las realidades virtuales, mi hermana aún tendía a llamarme por mi antiguo nombre.

-¿Me puedes dar un segundo? -le dije-. Estoy hablando.

-¿Con quien?

Me toqué la cabeza.

-Ahhh -dijo-. ¿Y es buena onda?

-No.

-¿Al menos ayudó en algo? -preguntó.

-Me ayudó a matar a uno con una Pérez -respondí.

-Entonces sí que es útil.

-Más le vale seguir siéndolo.

Mi hermana me dejó tranquila y yo proseguí con mi conversación mental.

-Luego de resolver su acertijo, todos los participantes salen a un laberinto, en el que hay diversos peligros -seguí explicando-. Después, todos entran a una gran jungla, en la que se terminan perdiendo más que dentro del laberinto.

-¿Tú no te pierdes?

-Yo hago trampa -respondí-. Tengo una brújula en mi reloj.

-Cierto.

-Al traspasar la jungla -continué- se llega a la recta final. Un kilómetro en el que hay que correr. Los primeros ocho en llegar podrían llegar a ser nuestros nuevos compañeros.

-Lo he entendido bien.

-Me alegro.

Unos cinco minutos después, una voz anunció que el descanso había finalizado y que la carrera comenzaría cinco minutos después. Me preparé mentalmente y le ordené a Astrid centrarse en el acertijo. Dos mentes trabajaban mejor que una.

Luego de una cuenta regresiva de diez segundos nos teletransportaron a todos a las habitaciones.

Me encontraba en una habitación de tres por tres. En una pared había una computadora conectada por un cable a un botón dentro de una caja de vidrio. En la pared enfrente de la puerta había un mapa planisferio, cosa que yo no veía hacía algunos años, con luces en distintas ciudades encendidas, y otras apagadas. Abajo del mapa había un compartimiento de madera cerrado con llave. En otra pared había un mueble gris. El mueble tenía dos puertas cerradas con un candado que se abría con llave, una tapa cerrada magnéticamente y, encima, tres relojes tapados por un vidrio que impedían tocarlos. Encima de cada reloj había un cartel con una ciudad: México, Osaka y Bangladesh. Los relojes tenían estos horarios, en el mismo orden: 08:00, 09:00 y 03:00. Al lado del mueble había una pizarra que tenía escrito lo siguiente:

Dark LightWhere stories live. Discover now