31 - La nave entera

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Habían pasado tres horas y media desde que llegamos al supermercado, y no había habido novedades hasta que se escuchó ese sonido. Era un sonido estridente y agudo, y al mismo tiempo hubo un viento fuerte que nos voló los pelos y la ropa para atrás. A Brian se le cayó la silla mecedora en la que estaba sentado y se golpeó la espalda contra el piso.

Nos habíamos mudado a la sección de muebles, que estaban viejos y desgastados por la exposición al aire libre -no había ni rastro de que había habido techo en ese lugar-.

-¿Qué fue eso?

Miramos hacia donde venía el sonido: arriba. Y, la verdad, no nos sorprendimos cuando vimos qué lo provocaba. Se podía observar un pedazo de lo que parecía un avión cúbico negro. Cualquiera lo habría clasificado como Objeto Volador No Identificado sin la menor duda.

Se abrió un cuadrado en la parte de abajo. Cuatro paredes del mismo color se extendieron hasta el suelo, formando una especie de columna que unía el objeto volador al edificio desde el que nos había disparado Anna. Ahí fue cuando me di cuenta de que el sonido del disparo era lo que había alertado a lo que sea que venía, que yo suponía eran los llamados cosos por nuestros nuevos conocidos.

Hasta ese momento, ¿sabían esos cosos que estaban esas familias ahí?¿O habían venido a por nosotros? Si teníamos que pelear, no quería que sea cerca del centro comercial. Los residentes de ese lugar habían sido amables con nosotros. Nos habían dejado dormir con ellos. Eran buenas personas. No iban a sufrir.

-Genial -ironizó Atenea-. Con suerte los aleniégenas éstos no son difíciles de matar.

Brian nos hizo correr por la pared de un edificio hasta el techo, y corrimos por los tejados hasta la terraza del edificio que estaba al lado de donde estaba la columna negra. Justo cuando llegamos allí, se abrió una pared de la columna. Desde arriba calló algo con una forma que me resiltaba muy familiar: era igual a un muto de los rápidos.

-¿Eso es un muto? -preguntó Elias-. ¿No era que aquí nunca hubo suero?

-Supongo que nuestra línea temporal y esta tienen algunos parecidos -dijo Artemisa.

-¡Muévanse! -gritó alguien muy atrás nuestro.

Persentí a dos personas más junto al que nos había gritado. Había otras que se esparcían por otros edificios alrededor del ligar por el que descendían los mutos. Eran los del centro comercial.

Le hice caso a Will, que era quien había gritado, y me moví. Mis amigos siguieron mi ejemplo. Luego hubo un disparo. Al muto le pegaron en la garganta y cayó muerto al instante. Will había dicho que ése era el punto débil de los cosos.

-¿Éstos son los cosos? -le pregunté gritando.

-¿Fué muy difícil darse cuenta? -me gritó.

, quise responder, pero no lo hice.

-Tengo un plan -anunció Atenea.

-Tener un plan -completó Brian.

-No es momento para chistes, idiota -lo cortó la pelirroja-. Athan, ¿crees poder llevarte esa pequeña nave a un lugar más vacío?

Me dejó con la boca abierta.

-¿La nave entera? -exclamé medio atragantado.

-Sí, y a nosotros -dijo sin prestar atención a mi reacción-. Los adultos como Will también serían útiles.

Se le había roto un tornillo. O varios. O se había desarmado en partecitas. Calculé el tiempo que necesitaría para hacerlo.

-¿Cuánto tiempo necesitas? -me preguntó mi hermana.

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