29 - ¿Y ahora qué?

56 10 0
                                    

-¿Profesor Jeff? -pregunté sorprendido.

Mi profesor de matemática hizo una sonrisa forzada.

-Hola, Athan -dijo-. Te juro que no es mi intención lo que voy a hacer.

-Idiota! -gritó Melisa.

Corrió hacia adelante y Frank la siguió. Los demás y yo titubeamos. Parecía una trampa.

-Agriasa! -gritó una voz desde atrás de la habitación.

Frank y Melisa salieron volando hacia atrás con toda potencia, atravasaron la pared de metal, y cayeron a las montañas. Esperaba que estuvieran bien.

-Les voy a explicar lo más que pueda -dijo mi profesor de matemática-. Los voy a mandar en un viaje que tomará una milésima de segundo, pero al mismo tiempo durará varios años -nadie lo interrumpió-. ¿Recuerdas la historia de los viajes en el tiempo? En algún momento, algo parecido sucedió en la realidad. Una chica llamada Victoria Hamilton viajó al pasado para cambiar el presente. A la larga logró lo que quería, pero cometió muchos errores y creó infinitas y nuevas líneas de tiempo -explicó-. Hoy van a dar un lindo viajecito a algunas de ellas. En esta no pasará el tiempo y ustedes no envejecerán. Pero pueden sufrir daños físicos y mentales. Los viajes durarán cada vez más. Y cada vez estarán mas separados. Suerte.

Entonces extendió sus manos y las giró, cono si estuviera abriendo la canilla para bañarse.

De repente, sentí como si estuviera cayendo. Veía todo negro, excepto a mis compañeros a mis costados. Caímos en esa oscuridad durante mucho tiempo. Descubrí que no era una oscuridad normal: no podía controlarla. Intenté hablar, pero no podía. Seguimos cayendo durante lo que parecieron horas. En algún momento el color negro se transformó en gris, y luego en naranja. De repente, dejamos de caer. Sentí calor. Mucho calor. Miré a mi alrededor.

Estábamos parados en una cornisa roja, justo encima de un océano de lava. No veía por ningún lado ni a Frank ni a Melisa.

-Cuidado! -advirtió Nicole.

Un pedazo de roca cayó al magma.

-¿Qué es esto? -preguntó Artemisa-. ¿Dónde estamos?

-No tengo ni idea -admití.

-Otra línea de tiempo, según Jeff -respondió mi hermana-. ¿Habrá dobles nuestros?

-Lo dudo -dijo Elias-. Todo depende de lo que se haya cambiado. Cuanto más diferente sea la línea de tiempo, habrá menos personas iguales que en la nuestra.

De repente, un agujero violeta rasgó el aire. Uno enfrente de cada uno de nosotros.

-Supongo que esa será nuestra salida.

Saltamos los agujeros, que desaparecían cada vez que uno de nosotros se metía en ellos. Nos llevaron directo a la caída negra. Esta vez mis amigos estaban más alejados de mí que antes. Como antes, cambiaron los colores: negro, gris, naranja.

Y caímos en un mundo de piedra, deslizándonos por toboganes hechos de la misma. Eran los toboganes más divertidos del mundo (¿o de las líneas temporales?). Pero eran infinitos. Cada uno de nosotros se deslizaba por uno diferente: a veces pasábamos por encima de los caminos de los demás, a veces entrábamos en un túnel. Estuvimos así aproximadamente una hora, hasta que apareció otro portal frente a mi, y no me negué (ni podía frenar en el tobogán).

Otra vez lo mismo. Caída. Esta vez los otros estaban a una distancia de como mínimo cien metros. Negro. Gris. Naranja.

-¿Y ahora qué? -pregunté cuando aparecí en la siguiente línea de tiempo.

Dark LightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora