17 - En realidad, debo haber fallado unas 50 veces

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Recibí la llamada de Brian cuando estaba en mis últimas horas laborales de mi primera semana de trabajo.

-Hola, Athan! -me saludó cuando atendí-. Buenas noticias!

-Al fin! -me alegré-. Qué pasó?

-El hermano de Elias descubrió la cura -me informó-. Hoy vamos a suministrársela a todos a la mansión y luego al laboratorio, aunque sospecho que ya se los habrán llevado de allí.

Asentí con la cabeza y luego recordé  que hablaba por teléfono.

-Adonde nos encontramos?

-Eeeeh... -dijo dubitativo-. Los demás van a salir dentro de una hora. Pero te espero en tu casa a las 18:15 para que vayamos con Lisbeth. Artemisa sigue con Nicole.

-Bueno. Allí estaré entonces.

Corté el teléfono y continué trabajando hasta que vino Agustín a reemplazarme. Hizo como si el día anterior nada hubiera sucedido y yo solo le seguí el juego. Al llegar a mi casa Brian ya estaba en la puerta, que estaba siendo reemplazada y aún había gente trabajando en poner la nueva.

-Hola -me saludó-. Me podrías explicar qué paso aquí?

Le expliqué todo mientras esperaba que Lisbeth baje.

-Y ahora puedes qué? -preguntó cuando le expliqué el efecto de lo que sea que tenía la bala-jeringa.

-Persentir -le dije-. Es una especie de mezcla extraña entre sentir y percibir así que combiné los verbos y formé uno nuevo.

Lisbeth abrió la puerta y nos saludó a los dos. Luego los agarré de las manos y nos desmaterialicé. Volvimos a tomar forma al lado de la mansión.

-Cómo haces para ser tan exacto? -me preguntó Brian mientras mi hermana se retiraba a vomitar, como solían hacer todos luego de su primer vez.

-En realidad, debo haber fallado unas 50 veces -admití-. De hecho una vez me pasé tanto que era más rápido volver dando la vuelta completa al mundo. Pero al final llegamos.

-Vaya -se rascó la cabeza-. Y yo que pensé que era fácil.

Una camioneta verde llegó al lugar. Del vehículo bajaron Elias, Robert, Artemisa, Nicole y Atenea.

-Juntos de nuevo! -exclamó Brian divertido.

-Iuju! -agregó Atenea sin señal alguna de iujus.

Después de los saludos, nos metimos en la mansión.

-Así que ésta es la famosa casa -dijo Lisbeth mientras echaba un vistazo a su alrededor.

-Eso parece -dijo Robert, que entraba detrás de mi.

Mientras me concentraba en bloquear mi mente y no recordar malos momentos me comencé a preguntar cómo les llevaríamos la cura a todos los mutos.

-Y cómo vamos a...

-Darles la cura a todos? -terminó Elias por mí-. Es un medicamento vocal. Se los metemos en la comida. Y si nosotros lo tomamos -dijo cuando vió que Brian estaba por preguntar algo porque había levantado la mano- volvemos todo lo que tenemos a nuestro alrededor y a nosotros mismos de color naranja puro. Un efecto raro, sin duda.

-Para nosotros, de lo más normal -bromeó Artemisa sacándonos a todos una sonrisa.

-Mientras ustedes se defendían de francotiradores Elias y yo estuvimos cuidando de estas... personas -dijo Robert y le dió un escalofrío-. Hemos probado la cura en uno y ha funcionado. Les vamos a dar de comer a todos lo mismo de siempre: carne de extraterrestre.

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