51 - Más que excelente

31 5 0
                                    

Caminé junto al interactor hasta una plaza cercana. Era recién la cuarta hora de la noche, pero ya todo estaba oscuro. Había algunas casas con velas encendidas, que no lograban alumbrar en nada la plaza. Igualmente, no tenía ningún problema con la oscuridad. Incluso me servía de arma, aunque nunca la había usado contra un fantasma.

Fantasmas. Unos tipos bastante complicados de matar. Se podían teletransportar. Afortunadamente, no eran totalmente intangibles, y mi espada podía tocarlos. Desafortunadamente, un fantasma invocado para matar a un interactor no iba a ser nada fácil de asesinar. Además, dado que no eran completamente sólidos, me era imposible persentirlos. Debo admitir, tenía un poco de miedo de no salir muy bien en esta lucha.

Pero tenía un plan. El fantasma que quería acabar con la vida del interactor a mi lado tenía una espada muy famosa. Esa espada la había conseguido matando a un famoso caballero. Además de que quería quedármela porque se rumoreaba que era muy poderosa, tenía que ser persentible. Después de todo, el caballero podía tocarla, así que debía ser tangible.

-Oye, yo formulé el plan -dijo Astrid.

-Me niego a darte el crédito -pensé-. La idea salió de mi cabeza.

-¡Porque yo estoy adentro!

-Hmpf.

Desenfundé mi espada, Han Jinin, nombrada por una princesa amiga mía. Yo no le encontraba ningún sentido al nombre, pero ella decía que era muy lógico. Tampoco es que yo tuviera ninguna intención de cambiarlo, así que quedó así.

-Yo sé que significa -dijo Astrid.

-¿Y por qué no me lo habías dicho antes? -reproché mentalmente.

-Porque no te parecía necesario.

Cierto. Me daba igual.

-Oye, interactor -le hablé a mi acompañante-. ¿Cuánto se va a tardar tu fantasma?

-No sé -respondió sinceramente-. No tengo manera de informarle que tiene que aparecer.

-No hace falta -dijo una voz desde abajo.

Salté rápidamente hacia atrás, un poco asustada por el repentino comentario.

Del suelo se levantó un hombre parcialmente transparente y amarillo, levantando una espada de una mano verde olivo y un escudo tan transparente como él.

-Viste que se persiente la espada -me refregó Astrid.

No era momento de diversiones. El fantasma ya estaba en guardia. Al mismo tiempo, los dos atacamos a la cabeza. Nos dimos cuenta de que iba a ser completamente inútil y que ambos íbamos a poder parar el golpe, así que cambié de dirección el corte. Él hizo exactamente lo mismo. Habiendo demostrado absolutamente nada, los dos retrocedimos.

-Parece tener menos músculo en el brazo de la espada -informó Astrid, que no debía concentrarse en defenderse-. Y, aunque un poco asqueroso, creo que le falta un pedazo de estómago.

Cómo se había dado cuenta de eso yo no lo sabía. El fantasma tenía puesta una armadura bastante ligera que le cubría gran parte del cuerpo. Desafortunadamente para él, no le servía para nada, ni tampoco el escudo en su mano derecha. Estaban hechos del mismo material que él.

-Así que no puedes usar un brazo.
-le dije.

-Aún así aún no me lo han cortado -replicó con bastante confianza.

Algo ocultaba.

-Que tenga más músculo en el brazo que no puede usar es bastante gracioso -me dijo Astrid-. Si oculta algo probablemente sean las habilidades de su espada, si es famosa como dices no deberían ser malas.

Dark LightWhere stories live. Discover now