43 - Organiza una misión

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Justo cuando di un paso dentro del laberinto, una carta se materializó en frente mío.

¡Jefe! Hemos encontrado la Diadema Rosa. Venga corriendo.

Si la carta decía "jefe" quería decir que era uno de mis subordinados. En los dos años que llevaba trabajando en la Tabla Periódica había conseguido un buen puesto: el de jefe de departamento de artefactos. Ese departamento se encargaba de manejar todos los objetos extraños o muy valiosos y encontrarles fines y utilidades. También se encargaba de perseguir leyendas por las dos galaxias (Andrómeda y la Vía Láctea) y encontrar los objetos en las que estaban basadas, que con mucha suerte tenían las mismas cualidades que en las historias. Por último, recopilaba información de cualquier cisa suficientemente poderosa para causar problemas. Una vez localizados, e enviaba al departamento de recuperación con el hefe del departamento de artefactos a cargo (yo) a recuperar el objeto.

La Diadema Rosa era, como el nombre indicaba, una diadema de color rosa, con la que su poseedor podría hacer zoom con los ojos sin lente de aumento. Podría parecer un objeto bastante inservible, pero yo estaba determinada por conseguirlo, porque una francotiradora respetable como yo no dejaría ese objeto tirado por Andrómeda. Poco sabía yo en ese entonces que una vez puesta, uno no se podía quitar la diadema incluso después de la muerte, pero no tardaría mucho en darme cuenta de eso.

El caso es que dejé la simulación con el movimiento indicado en el manual: el suicidio. No fue difícil cortarme la cabeza con mi espada, y en la simulación no se sentía dolor así que desperté sin ningún problema.

Caminé apurada hasta un edificio detrás del hangar, donde operaba el Departamento de Artefactos. En la sala principal de trabajo había muchas personas y unos pocos aliens trabajando en computadoras. Un hombre de veinticinco años se levantó.

-¡Jefe! -dijo poniéndose derecho-. ¡Encontramos la diadema! El único problema es que está en posición de los liberados.

Genial. Los liberados, a esta altura, se habían convertido en una especie de imperio terrorista y la fuerza más temida por la Unión Interestelar (el equivalente a la ONU en el espacio). Iba a ser difícil que el director acepte una misión allí. Por otro lado, tenía algo que hacer antes de empezar a movilizar la base.

-¡Philias! -grité-. ¡Estás despedido!

-¡¿Qué?! -gritaron al unísono mis subordinados, Philias (que ya no lo era más) y Astrid dentro de mi mente.

-¿Te crees que no veo? -le hice una pregunta retórica al despedido-. Hace un año que te juntas con los de la OPPLE.

La OPPLE eran nuestros competidores. Y el departamento de artefactos era muy importante. Si sabían a dónde iban nuestras misiones y dónde estaban los artefactos que buscábamos podrían tener una gran ventaja sobre nosotros. Por suerte, Philias no había sido muy inteligente y había logrado engañar a los de OPPLE muchas veces, pero esta operación era muy importante como para que pueda escuchar un poco.

-Bueno -me sacudí las manos y comencé-. John.

-Sí, señor.

John había estado en el ejército y me trataba como su superior en el mismo. A mi no me molestaba, y a los demás les parecía divertido, así que no había problema.

-Pide permiso para una misión -le ordené-. Quiero a mi hermana, al novato y a Tulio. Si no acepta, pídele por un intercambio y acepta algo.

-Sí señor.

John se retiró corriendo.

-Brens -llamé a un alienígena azul-. ¿Ubicación exacta?

-Sistema Solar 335.

-Mierda.

El Sistema Solar 335 estaba completamente dominado por los liberados. Para colmo, en uno de esos planetas había una base militar de androides. Los alienígenas que dominaban a los liberados habían creado una tecnología tan avanzada que sus androides tenían movimientos y expresiones reales. Estaban construidos para la guerra. Y no tenían emociones. Auténticas máquinas de matar. Lo bueno era que nosotros las podíamos matar también, y no íbamos a tener remordimientos.

Y esa era una de las razones por la que quería llevar al novato, quien sea que sea que haya ganado la carrera. Era una de las primeras cosas que habían hecho conmigo: llevarme a matar androides, para que vea que no eran humanos y no tenga problemas en eliminarlos.

-¿Y te fue muy difícil? -preguntó Astrid.

-Lamentablemente -dije yo-, no.

-¿Lamentablemente?¿Por qué lamentablemente?

No llegué a responder. John regresó a la habitación.

-Me han dado dos órdenes -dijo-, pero han aprobado la misión.

-¿Qué ordenes?

-Tendremos que probar una nueva técnica de hackeo de robots -dijo-. Les darán un dispositivo que tendrán que colocar en la nuca de los androides.

-¿Y la otra orden?

-Fue que lleves a otro iniciado en la misión, pero que ya tiene experiencia -me dijo-. El director quiere que averigüen por qué vino a esta organización.

-Bien -asentí-. ¿Cuándo salimos?

-Dentro de una hora y media. Cuando terminen las simulaciones y el novato agarre su equipo.

-Perfecto.

Y dos horas después -el nuevo había tardado más de lo esperado- partimos en una nave de tamaño mediano a buscar una diadema rosa en un sistema solar con androides. Probablemnte tres años antes no habría ni soñado con hacer eso en mi vida, pero la misma se había vuelto tan completamente loca que ya era normal.

-¿Por qué has venido con nosotros, Prometio? -le pregunté directamente a aquel que el director me había colado a la misión sólo para hacerle preguntas.

-Las otras dos organizaciones son demasiado estúpidas.

Con las otras dos organizaciones se refería a nuestra comoetencia, dos organizaciones que se dedicaban a lo mismo que nosotros: el robo y la investigación, con la típica ayuda ocasional a los gobiernos para que no nos encarcelen. Esas otras organizaciones eran la OPPLE y los Wheats.

-Si bien a mi me encanta decir eso... -dije yo- ¿por qué te parece?

-No me parece -me corrigió-. Es una afirmación. El caso es que yo me entrené en la OPPLE. Estuve cinco años en entrenamiento -contó.

Era normal. La mayoría de las personas dedicadas a la acción en las tres organizaciones se habían entrenado desde pequeños y eran todas jóvenes.

-El caso es que al terminar mi entrenamiento -dijo- me enviaron a Wheats como agente en cubierto. Estuve un año allí, sin que ellos se enteren. Me agarraron tanta confianza, que me enviaron como agente en cubierto a la OPPLE.

Tulio suspiró.

-Luego de medio año -siguió Prometio-, la OPPLE, para que los de Wheats no piensen que yo era agente de ellos, resolvieron enviarme de nuevo como agente en cubierto.

-Dios mío.

-Y eso no es todo -prosiguió-. Cuando volví a Wheats, decidieron emplear la misma táctica que la OPPLE. Y a esta altura, yo ya había cambiado de organización cinco veces y hacía como siete meses que no cobraba porque había un lío burocrático tremendo -explicó-. Así que tomé la resolución más fácil: me fui a la mierda.

-Oye, estás insultando a la Tabla Periódica -le reprochó la nueva recluta, ganadora de la carrera, Lantano.

Prometio sonrió.

-Espero que no crean que soy un agente en cubierto.

-No te preocupes, te mandaremos de infiltrado a Wheats.

Todos lanzamos una carcajada.

-En veinte minutos llegamos -anunció mi hermana desde la cabina de control. Estamos por entrar en la gravedad del sistema 335, agárrense.

Dark LightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora