11 - Y el nombre de la droga?

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No hizo falta que nos haga ver en la oscuridad, porque el laboratorio no tenía cámaras.

Como había dicho el cambiaformas, el laboratorio se parecía a uno escolar, sólo que un poco más grande. Tenía el tamaño de una cancha de basquetball. Había una gran cantidad de mesas y estanterías que tenían una incontable cantidad de sustancias, calentadores, tubos de ensayo, frascos, jaulas con ratas y otros artefactos de laboratorio. También había varios escritorios, la mayoría con computadoras. Al fondo de la habitación había dos puertas grises de metal y a su lado varias heladeras, llenas con todo tipo de cosas, desde sandwiches y coca colas hasta envases con cosas irreconocibles y otras cosas varias.

Bordeamos las mesas de trabajo y nos dirigimos hacia las heladeras.

-Por qué guardan la droga aquí? -preguntó Artemisa-. No parece muy seguro y no fue difícil entrar.

-Eso fue porque yo traspasé la pared -dijo Nicole-. No todo el mundo puede hacer eso.

-Está aquí -respondió Elias- porque aún está en prueba. No se puede poner una droga en el mercado así como así. Necesita muchos certificados, aprobación de varias asociaciones y otras cosas. Así que por el momento está en prueba. Y aquí se prueba.

-En ratas.

-Sí -asintió el pelinegro-. En ratas.

-Y cómo sabía tu hermano que la guardan aquí? -preguntó Atenea.

-No lo sabía.

Genial. Habíamos venido a buscar un rumor. Esos eran difíciles de encontrar.

Llegamos a las heladeras y comenzamos a examinar los nombres. Me di cuenta de que no sabía qué buscábamos.

-Y el nombre de la droga? -pregunté.

-Corosinomarotosina -respondió Elias convencido.

A los dos segundos ya me lo había olvidado, pero comencé a buscar un nombre largo. No podía ser tán difícil encontrarlo.

-Descrotijolosia? -por vigésimo tercera vez le pregunté por el nombre de otra droga, por si era la que buscábamos.

-No! -gritó Elias frustrado-. Fijémonos en esas puertas. Quizás tienen un depósito.

Yo abrí la primera puerta mientras Artemisa se acercaba a abrir la segunda. Como esperaba, la mía era un baño. No era grande, sólo tenía un inodoro y un lavamanos. Con suerte entraba una persona.

-Elias -llamó Artemisa desde la otra puerta-. Tu hermano también tiene un sótano?

Todos nos amontonamos en la puerta. Luego de atravesarla, había una escalera que bajaba unos 50 metros. Las paredes en el pasillo que descendía eran de metal, al igual que la gruesa baranda para agarrarse. Unas luces de neón naranja que estaban en el techo lo iluminaban.

-Nop -negó el cambiaformas-. Sin duda eso no es normal.

-Bajamos? -preguntó Artemisa.

-Dudas de la respuesta?

Empujé al resto y bajé despacio. Esta vez sí, había una cámara encima de la puerta, pero apuntaba hacia la parte de abajo de la escalera, y no hacia arriba, por lo que no me habían visto. Quise quitar la luz y en vez de hacer eso la absorbí. Todavía no aprendía a controlar eso. Probablemente no cenaría luego.

-Tu turno, Nicole.

Nicole no necesitó que yo me mueva para pasar. Simplemente me atravesó. Yo creía que se iba a sentir raro, pero en realidad, no sentí nada, ni una brisa de aire.

Dark LightWhere stories live. Discover now