32 - Aquí caímos

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Negro. Gris. Naranja. Caída. Esta vez podía ver a Brian, Nicole y Atenea cerca mío, pero ni rastro de Lisbeth, de Artemisa o de Elias. Esta vez salimos del portal dentro de una escalera de caracol cubierta de paredes. No se veía mucho, pero había algunas luces blancas prendidas que iluminaban las paredes y la escalera.

Miré a mis compañeros a los ojos y me sorprendí. Los mismos ya no tenían el color de ojos que tenían antes. Los ojos de Atenea, que antes eran bastante rojos -daban un poco de miedo, parecía poseída-, esta vez estaban mucho más rojos y brillantes que antes. Luego miré a Brian. Me di cuenta de que todos estábamos haciendo lo mismo, examinándonos el uno al otro. Brian tenía los ojos de color gris oscuro, un color opaco y fuerte. A Nicole, en cambio, le brillaban de dorado.

-¿Cómo los tengo yo? -preguntamos todos al mismo tiempo.

Luego de que nos expliquemos entre todos a qué color nos habían cambiado los ojos (a mi me dijeron que los míos estaban plateados), un chico nos interrumpió en la escalera.

-¿Son anormales? -preguntó el chico como si fuera lo más normal del mundo.

Parecía tener unos trece años. Tenía el pelo rubio, un poco largo y despeinado. Era muy bajito y tenía una cara chiquita y adorable. Pero tenía como un aura que expresaba madurez, sabiduría.

-¿Cuantos años tienes? -le pregunté inconscientemente.

-Es de mala educación preguntarle eso a un zombie -respondió.

No esperaba esa respuesta. Esto ya se nos había ido de las manos. ¿Superpoderes? Bien, aceptable. ¿Mounstros? Ok, algo contrario a los superpoderes tenía que haber. ¿Dimensiones? Ya era mucho, pero hasta ahí yo podía soportarlo. Pero ahora de repente habíamos estado en un lugar con alienígenas y ahora en otro con zombies que no estaban locos por los cerebros. Ya estaba seguro de que si había un dios que creaba todo, sólo estaba usándome para divertirse.

-¿Zombie? -preguntó Atenea.

Esta vez fue él el que nos miró raro. Luego sacudió la cabeza.

-Tengo 75 años -dijo-. Y me gustaría que me cuenten cómo llegaron aquí si no son anormales.

-Perdón, pero: ¿dónde es aquí?

Brian había hecho la pregunta que ninguno de nosotros había hecho y de la que sin duda queríamos saber la respuesta.

-Escuela Tercearia de Razas del Sur, la entrada por Colonia, Uruguay -respondió el chico-, justo adentro del faro. Ahora que lo pienso, están hablando en inglés. Lástima que estoy acostumbrado a también hacerlo así que no me di cuenta hasta ahora. Me gustaría que me digan cómo han llegado hasta aquí. No es fácil de acceder a la escuela.

-Bueno... Podría tomar un poco de tiempo...

-El tiempo me sobra.

Nos sentamos junto al chico en las escaleras, bastante incómodos. Atenea y Brian se quedaron parados. Le contamos nuestra historia.

-Ahora que lo pienso -dijo Atenea cuando estábamos por llegar al final de nuestra historia hasta el momento-, ¿quién mató al coso de la filosofía barata?

-A mi también me gustaría saber la respuesta -asentí yo con la cabeza-. Estoy seguro de que yo no fui. Por lo menos no asustaba mucho. Lo que representó en la ilusión estoy seguro de que no fue lo que más temo.

En cuanto me había puesto a pensarlo, me había dado cuenta de que eso que me había mostrado nuestro enemigo no era mi mayor miedo. Podía jurar que tenía más miedo de que mi mamá se enterara de lo que estábamos haciendo mi hermana y yo que a convertirme en un asesino. Además, eso era muy improbable. Yo no era tan desalmado. Creo.

Dark LightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora