49 - Fue bastante fácil

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Mi primer proeza como exterminadora fue tres días después de que me convierta en una. Era el torneo para la princesa y el príncipe de Etnod, y participaban ocho personas, una por familia. Era el momento de elegir de nuevo porque la princesa y el príncipe anteriores habían muerto en batalla peleando contra un dragón. El dragón seguía vivo, y como venganza, todos los exterminadores íbamos a partir luego del torneo a derrotarlo.

La competencia constaba de doce batallas, las mujeres luchaban por el título de princesa, y los hombres por el de príncipe. Por mucho que se elegían esos dos títulos entre exterminadores, que se especializaban en monstruos, no quería decir que fueran peores luchando contra las personas. Esos dos títulos representaban el más alto cargo militar, por lo que debían ser buenos luchadores.

Mi primer batalla fue contra la participante de la famila Teno, que luchaba, al igual que yo, con una espada. Parecía tener alrededor de treinta años.

La batalla dio comienzo y ninguna de las dos dio un solo paso. Giramos en silencio, buscando una abertura en el otro para atacar. Dándome cuenta de que ninguna de las dos iba a fallar en nada, dejé mi cabeza desprotejida a propósito. Viendo una oportunidad, me lanzó un ataque.

Me moví un paso hacia el costado y paré su espada con la mía. Usando su fuerza, llevé mi arma por encima de mi cabeza y ataqué a la suya. Ella paró mi ataque y se acercó a mi. Nuestros puños se tocaron, espada contra espada, y nos miramos calculadoramente. Un momento después, retrocedí un paso, aún manteniendo su espada contra la mía, y levanté mi espada como si fuera a hacer un ataque a la cabeza. Por reflejo y sin analizar la situación, levantó su arma para cubrirse la cabeza y el cuello, dejando al descubierto su abdomen. Con mucha velocidad, la golpeé con mi espada de madera en el estómago.

-Victoria para la familia Chitlón -anunció el árbitro, un exterminador retirado.

Suspiré aliviada.

-Buena batalla -mi oponente, mientras se agarraba la panza con una mano, me extendió la otra-. Mi nombre es Breya, gracias por la pelea.

-Yo me llamo Neo -me presenté-. Buena suerte en las otras batallas.

Haciendo una pequeña reverencia con su cabeza, acercando la pera al hombro derecho (el saludo de los exterminadores) Breya se retiró.

-¡Bien hecho, Neo! -me felicitó Aria, la única otra chica de mi familia.

-Fué bastante fácil -admití un poco decepcionada.

-Ella es buena -comentó Frei, mi compañero-. Sólo que, por algún motivo, se veía nerviosa.

Media hora después dio comienzo mi segunda pelea.

Esta vez mi oponente parecía mucho mayor que Breya. Era de la familia Daz.

-Así que principiante -comentó despreocupadamente, segura de sí misma.

Ella también había ganado su primera batalla.

-No te creas -respondí yo a su provocación-. Tengo más experiencia en batallas de la que aprento.

-Pareces tan segura como yo -dijo ella-. Pero averigüemos si sos tan buena como yo.

Instantanemente, lanzó un ataque con su espada, una especie de estoque, hacia mi garganta. Me moví hacia un costado y desvié su espada. Sin darme tiempo a contraatacar, volvió a ponerse en guardia.

-Muy bien hecho -aduló sin mover un músculo.

No respondí y ataqué a su brazo, la única parte débil en su postura. Lo movió con velocidad para esquivarme, pero al hacerlo su guardia se rompió y quedó descubierta en el frente. Ataqué su cuello, pero ella se agachó y me intentó apuñalar el estómago. De esta manera, mi espada pasó por encima de ella y no provocó ningún daño. Salté hacia atrás para esquivarla.

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