56 - Tengo pena de muerte

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Justo después de la batalla fui llamada como exterminadora nuevamente mediante la marca que me puso Taro. Aunque esta vez no por el rey, sino por mi compañero, Frei, al que no veía desde hacía mucho tiempo. Parece que se encontraba justo un piso por debajo mío, en el 16.

Dejando la burocracia al rey y a Jania (en realidad debía hacerla yo, pero tenía una excusa genial) me fui con Xyala por las cuevas. La princesa me prestó una carreta y a un conductor que nos llevaría lo más rápido posible a mi destino. No sabía por qué era que había sido llamada, pero de una cosa estaba segura: era para matar a un monstruo, y uno grande. Me estaba emocionando de sólo pensarlo.

-No sonrías tanto, que puedes morir en esas cazas -me reprochó mi novia, aunque ella sonreía también. 

Caí dormida a los cinco minutos. No había sido una batalla muy larga, pero llevaba como quince horas despierta. Eran ya alrededor de las 35 y el sueño me atacaba. 

No debería haberme dormido, porque cuando me desperté y nos vi rodeados de soldados de Fure y metidos en una celda recordé lo que había hecho la última vez que había estado allí. En ese reino el rey quería mi cabeza, aunque todos los ciudadanos me amaban. La celda en la que estábamos (Xyala, el conductor del carruaje y yo) era muy espaciosa y tenía todas las comodidades.

-¡Al fin te despertaste! -exclamó mi novia cuando abrí los ojos-. Te quise despertar pero parece que estabas muy cansada.

-Hola -la saludé con un beso rápido-. Perdón -dije luego al conductor-. Olvidé avisarle que aquí tengo pena de muerte.

-¿Por qué? -me preguntó sorprendida la pelirroja.

-Porque maté a la mascota del rey, un dragón bebé -respondí-. Igualmente, me contrataron todos los ciudadanos del reino, que hicieron una colecta para pagarme, pero como aman a su rey me intentan matar igual porque lo ordenó.

-Al menos te tratamos bien -dijo un guardia que nos escuchaba hablar.

-No tenemos tiempo para esto, voy a escapar -anuncié.

-Ja -rió el guardia-. Esta prisión es inescapable.

Formé una espada de oscuridad y deshice los barrotes de la celda.

-Esa palabra no existe -le dije antes de golpearlo.

Salimos los tres corriendo de la prisión. La mayoría del personal hizo la vista gorda y nos escapamos casi sin problemas. El que estaba a cargo se nos plantó adelante pero fue fácil de derribar. Cuando encontramos el carruaje (que tenía todas nuestras cosas adentro) salimos a toda velocidad luego de robar dos caballos. Guiada por la magia de mi marca en la piel llegamos hasta un campamento en el que me sorprendió ver todo tipo de personas: había seis o siete exterminadores, incontables médicos y soldados de Fure y sus dos reinos limítrofes y hasta había civiles ayudando.

Frei estaba gritando cosas y caminando apurado cuando lo encontré. Lo fui a saludar y me dio un rápido resumen del problema.

-Un dragón, Neo -me gritó mientras me zarandeaba agarrándome de los hombros-. ¡Uno adulto!

Eso no me lo esperaba. Iba a ser muy difícil matarlo, por eso tanto despliegue.

-Lástima que los interactores no nos pueden ayudar -se lamentó.

-Me encontré con uno -le dije-. Le cobré nuestra participación en los juegos.

-¡¿En serio?! -ahora estaba más emocionado que antes.

Sacudió su cabeza como para despejarse.

-Centrémonos en el problema de ahora -dijo un poco más serio-. Un dragón ni es cosa fácil. Necesito que vos nos ayudes con la estrategia. Agarrá a los soldados esos y deciles qué hacer. Ni bien se haga de día salimos a matarlo.

-¿Adónde está?

-Está en una cueva en una llanura detrás de esta pequeña colina.

-Bueno.

-Me voy a hablar con los médicos -dijo-. Suerte.

Se fue apurado hacia unas carpas moradas, probablemente teñidas con tinta de kurga. Yo me fui hacia donde me había señalado, había varias hogueras. Me paré en una piedra medio alta que encontré y les llamé la atención a todos.

-¡Escúchenme por favor! -grité-. ¡Nos vamos a enfrentar a un dragón! ¡Voy a contarles lo que pueden hacer estos hijos de su madre!

Ya callados, Astrid me sopló las carácterísticas y las repasé mientras se las repetía a los soldados.

-El dragón es muy grande, así que la cueva en la que está debería tener mucho espacio para moverse -expliqué-. No se choquen entre ustedes y vigilen sus alrededores. El dragón no tiene piel de metal como dicen las leyendas, sino cuatro capas de piel bastante dura. Hacer cortes es absolutamente inútil, así que tendrán que dar sólo estocadas, preferiblemente con mucha fuerza. Si no logran penetrar todas las capas de piel, intenten golpear de vuelta en el mismo lugar hasta que logren dañarlo más.

-Genial!

Ya iban a volver a lo suyo pero los volví a interrumpir.

-¡Hay más! -grité-. El fuego no es una leyenda. Es extremadamente caliente y extremadamente luminoso. Probablemente no puedan ver nada. Voy a intentar solucionar eso yo, pero no esperen mucho. Y finalmente, mantenganse alejados de las patas y la cola es inofensiva. ¡Gracias!

Bajé de un salto de la piedra y busqué a Xyala, que estaba sentada en un tronco cortado cerca de mi.

-No es tanto para acordarse -me dijo cuando me senté a su lado.

-Hay cerca de ocho mil monstruos distintos -le dije quejándome-. Además, el dragón no es sólo eso que dije. Hay que aprenderse comportamientos, apareamiento, puntos débiles, maneras de contraatacar y así. Por eso me ayuda Astrid.

-Sin mí no serías nada -dijo la IA muy segura en mi cabeza.

-Entiendo -dijo Xyala mientras me pasaba un brazo por detrás de los hombros y apoyaba su cabeza en mi hombro.

Así nos quedamos hasta que Frei se subió a la misma roca en donde yo me había subido y gritó:

-¡Partimos en 1 hora!

-Vanishing -lo llamó un soldado por su apodo, dado por los interactores-. ¿Tenemos que hacerle caso a la chica esa con coronita rosa?

Mi compañero lo miró sonriendo.

-Esa chica con coronita rosa es la princesa de Etnod y la mejor exterminadora que conozco -dijo orgulloso-. Te recomendaría hacerle caso.

El soldado que había preguntado se calló la boca, pero habló otro.

-¿Y cuál es su apodo?

-Sorprendentemente -respondió-, todavía no tiene ninguno.

Los apodos eran puestos por los interactores luego de una gran hazaña y estaban en inglés. Muy pocas personas (por no decir sólo los de mi dimensión) los entendían.

-Me quiero ir a bañar -le dije a Xyala.

-Voy contigo.

-¡Frei! -lo llamé-. ¿Hay algún río por aquí cerca?

-A 15 kilómetros por ahí -señaló con el dedo-. Para vos no debería ser problema. Pero vení para acá antes de que salgamos, porfa.

-Si si si -dije medio a las apuradas mientras ya empezaba a transformarnos en luz.

Ahora tocaba darse un buen baño con mi novia y luego matar a un dragón.

Dark LightWhere stories live. Discover now