13 - Qué le estás haciendo a mi hermana, Peter?

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Mi hermana estaba acostada en la camilla. Se movía incómoda y susurraba palabras que no se podían entender. Tenía dos cortes en la cara y la remera que llevaba había sido rajada a la altura del ombligo y se veía una venda. La sangre de la transfusión le entraba por el brazo derecho. La bolsa de sangre que le estaban metiendo por vena a Lisbeth no tenía etiqueta, pero tenía un papel escrito de forma apurada y pegado con cinta adhesiva. 

Muestra única. 0-

Creía recordar que mi hermana era 0+, aunque no tenía que preocuparme si la de Atenea era 0- porque después de todo, ésta era compatible con todas las otras. Y si era una muestra única, al menos no tendríamos que preocuparnos por otras.

Observé mejor a mi hermana. Parecía estar sufriendo, aunque no podría decirlo con certeza.

-Dónde está Atenea? -preguntó Brian luego de dar un vistazo a la habitación.

-Estoy bien -se escuchó desde arriba-. Resulta que no sólo nosotros nos infiltramos.

Todos miramos al techo. Allí estaba la pelirroja, sentada sobre un tubo que probablemente transportaba agua. Al lado de ella había alguien vestido de negro. Y al lado de la persona de negro, otra más. A esas personas ya las había visto yo varias veces. En la televisión. El querido justiciero Sombra y su hijo La Sombrita. Dudaba que al hijo le haya gustado el apodo superheroico, pero la prensa se lo había puesto rápidamente y había tenido que aceptarlo. En realidad, sólo nosotros sabíamos que era el hijo, pero después de todo a nadie le importaba.

Se tiraron y cayeron parados. Sombra, una figura masculina y musculosa que debía medir un metro noventa, me alcanzó la mano para que se la estreche.

-Hola -le apreté la mano-. Buenas noches.

Pareció extrañado con mi respuesta, pero no lo pude ver debido al extraño velo que llevaba en la cara.

-Podría preguntar -le dije- que hace aquí?

-A esta chica -respondió el hombre con voz grave-. La secuestraron.

Que manía tenía la gente con secuestrarnos. En una sola semana nos habían secuestrado tres veces. Iba a armar un centro de secuestrados para contarnos nuestras experiencias. Seguro que no todos habían sido secuestrados por un laboratorio.

-Si -respondí impasible-. Es mi hermana. Se ve que a este laboratorio le gusta meterse con mi familia.

Cuando le respondí eso, pareció más extrañado aún.

-Saben qué es este lugar?

-Creo que está bastante claro -dijo Elias cortante-. Es un laboratorio.

Sombra lo miró con cara de "no me digas".

-Y esas -dijo La Sombrita con cierto temblor- cosas que hay en celdas?

-Esos son mutos -respondí rápido para evitar otro comentario de Elias-. Son personas, pero les inyectaron el mismo suero que a nosotros, y ahora son monstruos con sed de sangre.

Sombra se puso en una posición ventajosa a la hora de empezar una pelea.

-Oye -le recriminó Artemisa-. Nos ves como unos bichos grandes y feos sin la capacidad de pensar que están intentando matarlos? A nosotros no nos afecta. Al menos, no de la misma manera.

-Y de qué manera -preguntó el justiciero sin cambiar de posición con voz amenazante- los afecta?

-De una que les vendría muy bien a ustedes -respondió Atenea tranquila-. Ahora no quiero gastar energías, pero cuando aparezca el tipo ese de metal le voy a volar la cara de una patada.

Dark LightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora