Capítulo 12: El ocaso de la flor (Parte I)

1.1K 118 182
                                    

La Unión, 13 de Abril de 1940

Voz de Gael.

Amar es una condena que se purga con dicha y lágrimas; es jugar a la ruleta rusa: vivir o morir. Es un pacto con el diablo y dios para danzar en el paraíso a cuestas de probar la hiel del infierno por quien llamamos "amor".

El regreso al hogar produce en el corazón dos emociones: alegría y nostalgia. La dicha al retornar a la tierra que nos cobijó y la melancolía de saber que un día tuvimos que partir, porque la felicidad que nos propició no era suficiente para retenernos o se desvaneció. El regreso es agridulce, y así lo fue para mí.

Ante mí estaba el pueblo que llamé "hogar", entre los caminos de terracería y la simpatía de su gente, habían fragmentos de una historia que nunca sentí propia. Los rostros que debían ser conocidos, eran extraños a mis ojos. Ellos buscaban encontrar en mí a quien habían perdido: Un hombre con mi cuerpo, mas no con mi alma, el Gael que yo no podría ser. Tras de mí, la modesta estación ferroviaria me anunciaba por última vez la posibilidad del retorno. Al extremo contrario, descendiendo por un pequeño cerro, se extendía un panorama rural, adornado de casas redondas de barro rojizo y techos de palma con gallinas cacareando entre el suelo polvoriento y las vacas tendidas al sol; con hombres a caballo, niños corriendo a pie descalzo y mujeres atrapadas en la labor hogareña. El pueblo, al igual que yo, contrastaba con la vida y recuerdos que construí en Neufar: como agua y aceite. El estómago se revolvió y un escalofríos subió por mi columna, eran los demonios oportunistas, quienes susurraban a mi oído las catástrofes que podrían acontecer con mi llegada, mermando mi seguridad.

«¿Qué estoy haciendo aquí? Esto es un error...» pensé. Me di la vuelta y me encontré con Siri, ella me observaba desde la salida de la estación del tren, en el espacio que nos separaba no era más que polvo y gravilla, también representaba el límite entre la normalidad y felicidad que poseía, para entrar a mi universo caótico. Un remordimiento espetó mi alma y me sentí tan indigno de sus ojos.

«¿Realmente esto va ayudarnos o sólo voy a ocasionarle dolor? ...Aún puedo librarla del sufrimiento que he de ocasionarle... ¿Por qué soy tan desgraciado? ¿Por qué la quiero tan cerca de mí, si pronto seré incapaz de recordar su nombre? Siri quiero salvarte, pero te haré más daño e incluso así, no quiero soltarte... ¡Qué maldito soy!»

—¿Te encuentras bien? —preguntó a unos cuantos pasos de distancia—. Te noto consternado, ¿ocurre algo?

—Sí —respondí, la amargura coloreó su faz—. Lo siento... Soy una persona que no soporta ver a los demás sufrir, pero no es por empatía, sino por egoísmo —confesé sin mirarle—. Estoy incompleto y no de recuerdos, sino también del alma. Una parte de mi es incapaz de comprender la pena ajena... No toleré ver a la mujer que decía ser mi madre, llorar por un hijo que no volvió de su última laguna mental... Por eso me fui de aquí, estaba harto de no ser su Gael. Por ello no quería relacionarme con nadie, ni contigo, no quería ver a nadie más llorar por mí, porque me dolía, me duele. Soy tan despreciable, ¿cierto?

—Gael —susurró y apuntó a uno niños que brincaban de una a piedra a otra, no comprendí el mensaje hasta que habló: —. A veces para llegar al otro extremo del camino necesitamos tomar impulso, retroceder unos cuantos pasos, tomar fuerza y correr hacia el abismo, y tarde o temprano, para continuar el recorrido habrá que hacerlo... No puedo juzgarte, yo estoy huyendo. Todos lo hemos hecho en algún momento de nuestras vidas. ¿Está bien?, o ¿está mal? No lo sé, nadie puede decirte que es lo correcto, porque todos cometemos errores. La vida es más que actos buenos o malos, la gente no puede limitarse a una acción o decisión, existe todo un universo de sensaciones, emociones e historias tras cada paso que damos... ¿Fue un error apartar a todos? Eso sólo tú puedes respondértelo, tú corazón lo sabe, sin embargo, sea cual sea la respuesta, estas aquí para cruzar al otro extremo del barranco o ¿no? Has tomado impulso de lo que has vivido, de Samael, de los vecinos e incluso de mí... De todo lo que te ha rodeado y has vivido desde que te marchaste.

La Bruja del OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora