Capítulo 28 - La revelación: Las Creadoras vs la creación - Parte I

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"La resignación es un aliciente, aceptar nuestro destino es hacer tregua con la calma, por el contrario, la resistencia es sufrimiento. Fortuna y desgracia son parte del proceso de existir, oponerse a cada una, tanto en su llegada como pérdida, implica un padecer, pues no hay forma de evitarles".

En voz de Siri

Bosque Bermejo, en el letargo de la Diosa.


De las cenizas de mi ser, emergí. Al igual que un tornado, estaba impetuosa por transformar la realidad. El poder que yacía en mí era el mismo que antes, sin embargo, del pacto consagrado con aquellos seres, provino una claridad que nunca había poseído.

Cuando el poder de Mirtrhim me fue dado, así también algunas de sus emociones oscuras, hicieron de mi un ser endeble. Pero aquello había cambiado con el don de los amurabis, de ellos provino la sabiduría.

—Entregar el poder sin el conocimiento para usarle, es darle a un infante un arma con la que terminará hiriéndose. Nosotros te entregamos el don del conocimiento, así como nuestro padre nos lo dió, te damos hoy la luz de la sabiduría y la templanza. Abrimos tus ojos al razonamiento y libramos tus actos de la impulsividad. Nuestra fuerza servirá a ti, mientras nuestros caminos se mantengan en el mismo rumbo, como se ha pactado ya. Una alianza contra el enemigo en común.

Y así fue. Utilicé mi conocimiento y el tadum, para romper el maleficio impuesto a los amurabis, incapaces de liberarse del cuerpo que poseían, ya no eran rehenes de la locura que los consumía en cada noche. Hacia el día de la lucha, aquellos seres marcharon a la guerra junto con la horda. El sonido de sus pasos firmes retumbaba como tambores, acompasando la melodía de la guerra. La muerte caminaba entre nosotros, pero también la llama del valor. La horda se dirigía hacia el destino por el que había aguardado tanto. Los relatos de antaño sobre la batalla volvían a la vida, siendo nosotros los protagonistas. Algunas voces eran menos relevantes en la trama, y otras más, eran trascendentales. Pero al final, no importábamos como individuos, sino como una colectividad dispuesta a pelear por su libertad.

En nuestra andanza un barullo se coló. Era un ruido que amenazaba con hacer mella a mi temple. Me esforzaba por alejarlo, pero entendí que era mejor dejarlo fluir ahí, que en medio de la lucha. Le di rienda suelta a sus gritos, me aseguré de convencerme, que solo le abriría la puerta para que pasara, clamara, y después se fueran por las ventanas de mi alma. Me creí capaz de resistirle, solo era un chubasco que pasaría pronto, y después estaría en calma total, en aceptación de mi destino, sin ningún impedimento que mermara mi convicción. Después de todo, me sentía segura. Aquello era solo una espina, un último titubeo que había llegado con la noticia suya, le habían visto en las cercanías de nuestro destino. Estaba segura que Galael iría a oponerse.

El aroma de la tierra húmeda, el repiqueteo de las gotas que saltaban tras las poderosas pisadas, me devolvieron hacia ese momento, cuando volví del limbo entre la vida y la muerte. Galael me aguardaba, más que por su voluntad, estaba ahí por la Diosa. Mi cuerpo aún se recuperaba de las terribles heridas de la caída, y aunque lo hacía a una velocidad inimaginable, el dolor era insoportable. Cerré los ojos, pero pude escucharle acercarse.

—Mismos rostros, diferentes pensamientos —dijo, y sentí una de sus manos posarse sobre mi frente—. Llegué a creer que te retractarías de tu decisión, pero estando aquí, de frente, me queda claro que no hay marcha atrás. Tristemente, te han manipulado... —Aunque quise responder, mi mandíbula rota no me lo permitió—. Me has sorprendido, y también a ella, no esperabamos que te aliaras a los amurabis. Mi niña, has cometido un gran error.

—El error... —Inhalé todo el aire posible para tomar fuerza, mis huesos tronaron acomodándose—, lo has cometido tú.

—No has visto lo que yo, y eso, te impide comprender —Su mano se coló tras de mi espalda, ayudándome a levantarme—. Mírate, desesperada has corrido hacia la muerte, ¿qué has encontrado en ella?

La Bruja del OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora