Capítulo 18: La mariposa vs el león (Parte II)

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El viento rugió, pero en esta ocasión era la voluntad de Zoran. Lo supe por las ráfagas que nacieron desde el punto en que nos encontrábamos. Golpearon con potencia al ser que se escondía en la neblina, el encuentro de ambos produjo un estruendo mayor a cualquier trueno, como si la tierra se partiera en dos. La bruma se esparció en todas direcciones sobre la costa y nos permitió observar con más claridad a nuestro enemigo, un animal bello y aterrador.

—¿Cómo pelearemos contra eso? —puntualizó Samael al notarle tan distante, elevado a varios kilómetros sobre nuestras cabezas. El joven retrocedió un par de pasos, ante el fuerte rayo que reventó—. Es imposible... —Le miré de reojo. Su indecisión afloró con el miedo.

—Toma un paso atrás, dos si lo requieres, pero no dudes... —La oración evocó un recuerdo agridulce: el día en la Unión cuando dije lo mismo a Galael; una cosa llevó a otra, y las promesas ingenuas a la realidad tejieron ilusiones, que se quebraron tan pronto como nacieron. Me llevé una mano a la boca, sellando mi voz, sin lograr ahogar el sentimiento—. Samael... —murmuré. El sonido del desastre natural, amortiguó mi inseguridad. Tragué saliva, respiré hondo y continué:—. Debes ser valiente, combatir a cualquier costo por proteger lo que es correcto, sin importar nuestras vidas o las que haya que arrebatar en el camino «Galael», cualquiera que no marche a nuestro paso, está en nuestra contra.

»Debemos hacer lo mejor por el bien de la humanidad. No. por todas las existencias. Nuestros actos definirán el destino del mundo. Si permitimos que Ixiora haga lo que se le apetece, tarde o temprano destruirá a toda creación, sin miramiento. Debemos hacerle entender, que no somos objetos desechables. Somos más que un instrumento para su entretenimiento. Samael, somos la primer resistencia y si no ganamos esta lucha, no habrá oportunidad para el resto... ¿Comprendes? —Hice una pausa, dándole oportunidad de meditar mis palabras. No obtuve ninguna respuesta de su parte—.Necesito que seas mi escudo por al menos un minuto. La técnica que realizaré requiere de cierta preparación, y sin ti se me dificultará más...

Mis palabras no eran únicamente para el virtuoso, también para mí; era un recordatorio a mi corazón para no flaquear y con cada oración se fortaleció mi convicción.

—Lo sé mi señora, lo comprendo, pero mi cuerpo tiembla, mis manos sudan y mi respiración se dificulta... Del dicho al hecho hay mucho trecho, y me esta costando —empuñó sus manos y siguió hablando, pero la conversación era más para sí mismo que para mí:—. He entrenado durante gran parte de mi vida, pero la práctica es tan distinta... tan impactante y atroz. Él es una fracción del poder de nuestro verdadero enemigo... —Levantó la vista hacia la serpiente emplumada—. Esta lucha es una abierta declaración en contra la Diosa. Querrá matarme, o peor aún, dañar a quienes amo... ¿Cómo podré protegerles, sino soy capaz de combatirle por mi cuenta? ¿Qué puede hacer un mortal contra la fuerza de un Dios? Soy un insecto que pretende destruirle, y lo único que lograré es picarle la punta de los dedos...

—No estás solo Samael, estoy contigo. Te protegeré a ti y los tuyos... —Caminó hasta mí. La sorpresa había invadido sus ojos, que examinaban minuciosamente mis expresiones, buscando algún indicio de mentira—. No eres una ficha en este juego siniestro, libraremos esta proeza juntos —Mis palabras parecían no alcanzarle, y aunque deseaba luchará a mi lado, no podía obligarle. Hice una pausa por unos segundos, sopesando el escenario que nos aguardaba. Sin importar si ganábamos o perdíamos, indudablemente la muerte era un factor común—. Es mejor que te marches, aun estas a tiempo...

—¿Por qué? —replicó, le miré cansada del dilema, agobiada por el estrés de la situación y de mis propios temores—. ¿Pero no me necesitas? —preguntó, y sentí que en el cuestionamiento había la petición de liberarle.

— No puedo pedirte navegues en un barco, que no sé si resistirá a la braveza del mar... Vete —respondí, la lluvia aumentó considerablemente, mientras el animal aleteaba contra el viento que le golpeaba, empujándolo en dirección contraria a la isla—¿No es eso lo que deseas?

La Bruja del OlvidoWhere stories live. Discover now