Capítulo 4: Canto

9.2K 503 487
                                    

En voz de Gael

Neufar: 27 de Abril de 1940

"La muerte no sólo llega cuando el corazón se detiene, también cuando el espíritu es atrapado por la monotonía, los miedos o la resignación"

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

"La muerte no sólo llega cuando el corazón se detiene, también cuando el espíritu es atrapado por la monotonía, los miedos o la resignación"

Como una llovizna ligera el agua de la regadera caía sobre mi cuerpo, llevaba más de diez minutos bajo la lluvia artificial; y no era que disfrutara del agua, sino que me sentía sofocado por mis temores mentales. Después de la plática con Siri en el corredor, hacía unos días, algo había comenzado a inquietarme. Los episodios de paranoia y desesperación se habían vuelto constantes, en cierta forma esperaba que el agua lavara mis miedos, como limpiaba mi cuerpo, mas no estaba dando resultado.

Poco después de la mudanza de Siri, mis trastornos habían incrementado; en más de una ocasión, me había encontrado a mí mismo sin saber mi propio nombre, por fortuna los lapsos de amnesia no habían sido permanentes; tal situación, era la premisa de lo que se aproximaba, probablemente pronto desaparecería.

Cuando el cuerpo deja de respirar, el corazón se detiene y el cerebro se apaga, lo llamamos muerte; pero cuando los recuerdos se eliminan y solo queda un cuerpo sin conciencia de su existencia previa, le decimos amnesia. Para mí, ambas situaciones eran lo mismo. 

Mi conciencia se encontraba a punto de ser absorbida por ese agujero negro, que los médicos llamaban amnesia y yo sentía que era la muerte misma ¿Por qué no llamarle muerte? Si eso significaba para mi conciencia y mis recuerdos.

Alguien más usurparía mi lugar, un ser sin recuerdos, sin experiencia y sin nombre. Aunque, ¿era yo el usurpador de hacía tres años? Efectivamente, lo era. No iba a ser la primera vez que tenía una laguna mental tan severa, y probablemente, tampoco sería la última. Mis médicos estaban tan desconcertados, que ya se habían resignado al panorama. La ciencia aún no había avanzado tanto para comprender mi enfermedad futurista, sí, así la llamaba yo, porque los doctores aseguraban, que en cuanto la medicina progresara encontrarían la cura, entonces, mi enfermedad debía venir del futuro.

—Gael, debes resistir —murmuré, intentando animarme—. Los seres humanos somos el cúmulo de experiencias vividas —susurré a la nada—. He vivido tantas cosas... ¡Soy más que un cúmulo de experiencias! —exclamé con más fuerza, en un intento vano de aminorar mi desánimo—; entonces, soy las lágrimas de mis padres, la preocupación de mis amigos y la impotencia de mis médicos —pronuncié con un hilo de voz, ante el recuerdo de los rostros tristes y lastimados de las personas que había sido incapaz de reconocer, después del golpe letal del olvido.

Mis emociones traicionaban mi esfuerzo por no quebrarme, fue inevitable. Pero, ¿quién no llora al saber que la muerte se aproxima? Todos lo hacemos, sea porque es la muerte propia o ajena. Sin poder evitarlo, las pequeñas gotas saladas emanaron de mis ojos, disfrazándose en la humedad de mi rostro.

La Bruja del OlvidoWhere stories live. Discover now