Capítulo 26: El sacrificio de Mirthrim - Parte II

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Un suave oleaje arrullaba mi sueño, me aferraba a la inconsciencia, hasta que una punzada me trajo de regreso a la dolorosa realidad. Desorientada y entre quejidos desperté tendida a la orilla del río. Me tomó tiempo comprender lo ocurrido, pero la lejanía de la cascada me hizo comprender mi destino. Supuse que bajo la intervención de Mirthrim habría librado la muerte, y la corriente había hecho el resto.

-En qué parte del bosque estaré -Intenté reincorporarme-. ¡Maldita sea! ¡Por las estrellas! ¡Que tanto tendré roto!

Entre maldiciones me arrastré hasta la raíz de un gigante rojizo, me acobijé en él. Mis manos se llenaron de un sutil brillo, dejé que el tadum fluyera hacia la herida, intentando sanarla. Pero era tan doloroso como fue al fracturarse. Apreté los ojos, y algo tronó en la distancia, entonces, ahí frente a mí, al otro lado del río alcancé a verle. Su largo cabello ondeando sobre el agua, perdiéndose en la transparencia. Era un haz de luz nostálgico y tenue, que palpitaba en la oscuridad del bosque moribundo.

-Galael -alcancé a murmurar y todo en mí se estremeció-. ¡Galael! ¡Mi niño!

Algo brotó de su boca, un susurro que no escuché, una palabra que no pude divisar. Mis manos se extendieron hacia el yoruba, y él se perdió en la oscuridad. Me levanté a duras penas, ignorando el dolor que estaba carcomiéndome. Había uno mayor al de un par de costillas rotas, el de mi corazón: la decepción.

«¿Por qué voy detrás suyo? -Me detuve a la mitad del riachuelo-. ¿Cómo puede él deshacer todo en mí? ¿Cómo puedo seguir queriéndolo?»

-Siri -La voz de Kalía me devolvió a mi destino-. ¿A dónde vas?

-A ningún sitio -mentí, y me ayudó a salir del agua-. Gracias.

-Te llevaré con Mirthrim -Ambas miramos en la misma dirección. Yo buscaba al hombre que amaba y ella al traidor-. Se ha ido -Fingí no comprenderle-. Vamos, te cargaré.

-Puedo caminar -Inhalé y cogí fuerza para el camino. El dolor palpitante en el tórax me recordó la terrible caída-. ¿Qué tan lejos estamos? ¡Maldita sea!

-No mucho, pero a tu ritmo llegaremos poco antes del amanecer...-Los árboles se abrieron forjando un camino, bardeado por sus enormes troncos y ramas-. Ella nos guiará.

Sin replicar, le seguí. Anduvimos por largo tiempo sin intercambiar palabra alguna, el único interlocutor entre ambas era la noche. Hablaban los escarabajos perlados en la distancia, chirreándole a la luna. Cantaba el viento entre las ramas y los pequeños insectos que se colaban entre mis pasos. Escuché el correr de una pequeña manada de depredadores corriendo a un costado del camino, incluso los árboles lo hacían, era un sonido sordo, entre un leve crujido y el deslizar de la hoja, parecían cantarme, agradecerme. El bosque, y todo lo que había en él, me alentaban a seguir. Aquello hizo más fácil ignorar el desazón que había en Kalía, hasta que ésta lo dijo:

-Te odio.

Sus palabras quebraron el encanto, pero el silencio volvió a crecer. Quizás en otra noche, previo a todo lo que había ocurrido, su confesión me hubiese afectado, pero en ese punto, no sentí la urgencia de replicar, de reponerlo, de ganarme su aceptación.

-Te odio -repitió.

-Te he escuchado antes -añadí. Kalía se detuvo, yo no-. No está esperando.

-Te odio tanto que podría matarte sin remordimiento alguno -agregó, quebró un gruesa raíz de un pisotón-. Sino fuera por nuestra madre... ¡Te detesto!

-Estoy agotada de querer agradarles sin lograrlo -musité. Solté un amplió suspiro, exhausta del dolor y de ella-. Sin importar el esfuerzo, no será suficiente.

La Bruja del OlvidoWhere stories live. Discover now