CAPÍTULO 13: PACTO POR MALDICIONES (PARTE III)

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El torbellino morado se diluyó, dejando algunas mariposas flotando con tranquilidad entre nosotros, una a una desaparecieron en los pasillos del enorme castillo. Las columnas blancas se elevaban más allá de nuestras cabezas, sosteniendo un techo decorado con pinturas de astros. Samael se puso de pie y palpó su pecho, estaba ileso, por el contrario yo me encontraba mal. El calor se había convertido en un dolor casi insoportable. Era como si miles de espinos se enterraran en mi piel, sin cesar. Respiré agitada, Samael no dio tregua a mi penuria.

—¿Dónde estamos? —preguntó. No respondí, necesitaba concentrarme para no caer ante mi instinto. Le hice una seña para que aguardarse, pero me ignoró, me sujetó del brazo—. ¡Siri!, ¿qué es este lugar? —exclamó. Bastó una mirada para que me soltase, fue lo suficiente oscura para hacerle retroceder.

—Estamos en el castillo de Ebath, para ser más claros, en la torre norte, el área asignada a Denian, tras casarse con Alegna, la medio hermana de Ferath...Sígueme —dije en cuanto recobre la fuerza. Caminamos por el largo pasillo marfilado, hasta toparnos con una enorme puerta de madera. El único objeto que nos separaba del pasado—.Probablemente no comprendas las decisiones de Denian, pero él no era un hombre malvado, las circunstancias le orillaron... Lo que verás es parte de un recuerdo mío, un secreto que guardé por él y por mí. Denian fue...

—Sé quién fue, es el origen de nuestras desgracias: El rey sin reino, abdicó al trono que le pertenecía por herencia, y se casó con una princesa que nunca llegaría a ser reina, fue así como mi familia perdió el poder y nuestro reino paso a ser parte del protectorado de Ebath... —explicó con recelo—. Hasta un idiota sabría, que aquella relación no traía nada beneficioso y dudo mucho, que por aquella época se casaran por amor.

—El destino hubiese sido el mismo, sino lo hubiera hecho. Abadón destruyó todo lo que toco, el rey sin alma no se tentó la mano con nadie, así que si te consuela, de todas formas su reino sería cenizas. Tal como lo fue bajo el poder de Ebath, pero esa no es la historia que venimos a discutir...

Sin decir más abrí la puerta. En el acto, el bullicio inundó nuestros sentidos, un par de niños rubios corrían por la habitación, agitando algo que asemejaba a una pequeña bengalas, mientras una mujer les pedía guardasen calma. El olor de las camelias y la pólvora inundaba nuestros pulmones. Al fondo un hombre de unos cuarenta años, contemplaba la escena, en completa quietud hasta que pareció observarnos.

—¡Siri!, ¡En hora buena! ¡Bienvenida sea! —saludó en nuestra dirección, pero no se refería a mí, sino a la mujer del recuerdo que entraba detrás nuestro—. Lleva a los niños con mi esposa —instruyó a la sirvienta.

—¡Es usted! —dijo Samael—. El tiempo no le ha cambiado —agregó sorprendido por lo invariable de mi aspecto, pero estaba equivocado, yo era muy distinta a esa mujer. Anhelaba ser como ella, tan llena de esperanza. Le hice una seña al moreno para guardar silencio.

—Su majestad —dijo mi yo del pasado e hizo una reverencia. Denian negó con la mano y caminó hasta ella, estrechándola en un abrazo.

—No es necesario formalismos en este punto. Siri le estoy eternamente agradecido —afirmó Denian y sujetó sus manos—. Confió en usted.

—No se preocupe, sabe que intento remediar un tanto el mal que les he causado a los dos, pero antes quisiera que lo reconsideré... Esta es una situación sin precedentes y podríamos buscar alguna alternativa...

—¡Basta Siri! Todos los arreglos están listos para esta noche, incluso he preparado algo más para compensarle, sé que le encantará... —sonrió y le soltó. Caminó hasta un buro, abrió un cajón de dónde sacó un trozo de tela, era una pañoleta azul con el grabado del reino de Ebath. La apretó contra su pecho—. Pronto Loreth, pronto seremos libres.

La Bruja del OlvidoWhere stories live. Discover now