Salí de allí...

1.2K 139 0
                                    


... ¡No! Más bien corrí desesperada hasta llegar al hall de entrada. Me detuve agitada pensando en un modo de salir. Recurrir a Eveline ya no era una opción viable. Podía arriesgarme a esperar el autobús, con suerte no terminaría congelada cuando se dignara a aparecer. También podía buscar a alguien que me pudiera alcanzar hasta el pueblo y de ahí tomarme el otro autobús que de seguro no tardaría tanto. Pero no se me ocurría a quien pedirle ese favor. No tenía amigos en ese lugar.

Diablos, ¿por qué estaba tan desesperada? Si era un poco más coherente, lo ideal sería esperar a Eveline y volver juntas.

Pero no iba a esperar a que se terminara de besuquear con Jason, ni siquiera me atrevía a mirarla al rostro después de eso.

¿Cómo se atrevió...?

Ella tampoco tenía ninguna culpa, nunca le había dicho nada y ahora más que nunca creía que no haberle contado lo que había pasado con Jason había sido un error. Pero entonces, ¿como se había atrevido él?

Resoplé con fuerza y me dejé caer en los primeros peldaños de la escalera. La bilis se había concentrado en mi garganta. Intenté relajarme y pensar en otra forma de volver a casa pero todo lo que se me venía a la cabeza eran imágenes de Eveline y Jason besándose.

Sacudí la cabeza con el fin de concentrarme y abaniqué mis ojos para secarlos cuando comenzaron a escocer. También me insulté a mi misma, como si agrediéndome pudiera endurecer mi carácter. Solo quería olvidar lo que acababa de presenciar. Ni siquiera sabía porqué estaba tan afectada. ¿Por qué me sorprendía? Eveline era hermosa y le caía bien a todo el mundo, era esperado que Jason se sintiera atraído por ella. Y él no se quedaba atrás, juntos harían un dúo perfecto.

—¿Maggie? —Me giré de un sobresalto—. ¿Qué demonios haces aquí?

—Joe —solté, mirándolo como si fuera un ángel caído del cielo. Me puse de pie, intentando aparentar calma—. ¿Que haces aquí?

—Es lo que yo te pregunto. —Llegó hasta mi y tuve que contenerme para no lanzarme a sus brazos—. ¿Te encuentras bien? No tienes buena cara, ¿dime qué pasó? —Me sostuvo el rostro moviéndose de lado a lado para inspeccionarme.

—Vine con Eveline. Solo estoy cansada, quiero volver a casa —murmuré, abrazándolo para que soltara mi rostro.

—Ven, yo te llevo. —Aflojó su expresión, adoptando una mirada comprensiva. Joe era el hombre que más quería después de mi papá, lo consideraba el hermano mayor que jamás había tenido. De pequeños nos habíamos acostumbrado a ser muy unidos, nuestras madres habían sido buenas amigas y el que sus embarazos se sucedieran uno atrás de otro había afianzado más su relación y la nuestra.

—¿Seguro? No te quiero arruinar la noche —le dije, sonando poco convincente. Que hubiera aparecido cuando más lo necesitaba era como una señal, y aunque me costaba creer en esas cosas, no tenía duda de que había sido enviado por el de arriba.

—¿Crees que quiero quedarme en esta reunión llena de pijos? Iba de salida cuando te vi.

—¿Qué haces aquí? —quise saber, recordando que él no asistía a esas fiestas y mucho menos se juntaba con esa clase de gente. Joe esbozó una sonrisa pícara y dirigió sus ojos hacia arriba.

—¡Loretta, apúrate! —Seguí su mirada, encontrando a una morocha despampanante de pechos grandes y piernas largas en el piso de arriba. Si su abultada permanente a lo Julia Roberts y sus piernas aprisionadas en una ajustada falda de jean y botas altas me dejaron con la mandíbula en el suelo, no me imaginaba la reacción que podía llegar a causar en los hombres.

—¿No es la hermana de Giselle? —pregunté, reconociendo los rasgos afilados y la nariz aguileña.

—Hermanastra —me corrigió, contemplándola con una sonrisa babosa.

El chico equivocado© [COMPLETA]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz