El pañuelo...

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de Roberta que me había ayudado a limpiar mi herida estaba guardado en el bolsillo de mi bolso cuando el rector me llamó a mitad de hora para hablarme sobre lo ocurrido con Michelle. Marcos y Roberta le habían dicho que la primer hora que me ausenté de la clase estaba con ellos en el Centro Estudiantil y yo se lo confirmé.

El rector lucía agotado, como si estuviera harto de lidiar conmigo y me dejó ir sin dar muchas vueltas.

A lo largo de las siguientes horas, lo ocurrido se comenzó a dispersar por toda la escuela y cada grupo comentaba sobre el rumor de que había golpeado a Michelle... otra vez. Jason no tardó en enterarse y cuando me vino a ver en el almuerzo acompañado por Nick, estaba muy enfadado.

—Te podría haber pasado algo. ¿Qué tal si te golpeaba? ¿O te descompensabas? Es muy peligroso que hagas esas cosas.

—No estoy enferma —murmuré, rodando los ojos.

—No, pero estas en un momento delicado y no debes exaltarte, o estar bajo estrés.

—Pues esto fue lo contrario, muy desestresante de hecho. No podía quedarme sin hacer nada, Jason. Estoy cansada de que se digan cosas de mí, de que me insulten y denigren. Se lo merecía.

Nick soltó una carcajada.

—Sí que se lo merecía, hubiera dado cualquier cosa por ver eso.

Jason lo reprendió por alentarme, pero suavizó su expresión.

—Por supuesto que se lo merecía, pero no me gusta que te arriesgues así —confesó, acercándose para abrazarme.

—Valió la pena —contesté, para nada arrepentida.

El resto de mi semana fue extraña, sumamente extraña. Las personas se debatían entre hablar de mi embarazo, o comentar lo sucedido con Michelle. Fue una sorpresa no ser llamada por los directivos de nuevo, realmente esperaba otra acusación de su parte, o incluso una expulsión. Sin embargo, luego me enteré que Julian había estado metiéndose en eso. Si bien continuaba enemistada con todos y eso lo incluía a él, sabía reconocer una buena acción y la tarde del martes se lo agradecí.

—No me tienes que decir nada. Lo que hizo fue una putada y la mayoría están de acuerdo conmigo —comentó, quitándole importancia.

—Bueno, lo dudo, pero igual gracias —contesté, antes de darme la vuelta para marcharme, porque el que me hubiera apoyado en ésta no significaba que volviéramos a ser amigos.

—Perdón —soltó de pronto.

Me detuve antes de llegar a la puerta y me giré sin poder creer lo que estaba oyendo. Julián jamás se disculpaba por nada, siempre creía tener la razón, motivo por el cual ahora lucía tan incómodo.

—Está bien —respondí, encogiéndome de hombros.

—No, no está bien. Te dejé sola cuando más lo necesitabas y me arrepiento mucho de eso. —Se detuvo para mirarme. Yo no decía nada—. Estaba molesto.

—Como todos —repuse.

—Todos no están molestos. ¿Realmente crees que las personas te culpan por lo que hiciste? Solo son idiotas que se divirtieron con esto. Aquí jamás pasa nada interesante y esto fue como alimentar a un monstruo muerto de hambre. Decidieron seguirle el juego a Michelle. Al igual que yo —añadió por último, bajando la mirada.

—¿Por qué? —pregunté refiriéndome a él, los demás no me interesaban.

—Porque yo estaba molesto por... —Hizo una pausa. Era raro ver que le costara expresarse, nunca había tenido problema con sus discursos y para Julián la vida era una carrera política—: Sé que cortamos por Jason. Fue hace mucho, pero igual me enfadé cuando me enteré que volvían a tener algo. No por ti, más bien... Por dios, estuvo con Eveline y ahora regresó contigo, ¿Quién hace eso, Maggie? ¿Realmente quieres eso? Mira en todos los problemas en los que te metió.

El chico equivocado© [COMPLETA]Where stories live. Discover now