Regresar al colegio...

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... después de haberme ausentado era como haber desparecido por un mes entero, parecía como si los profesores hubieran elegido justo ese día para explicar temas nuevos y dar fechas de examen. Con los chismes solía ocurrir lo mismo, pero como nadie me hablaba incluso cuando asistía me daba lo mismo.

Esa mañana descubrí algo, ese último tiempo había aprendido que los comentarios ofensivo al cruzar el corredor no me lastimaban tanto como al comienzo, tal vez porque habían hecho y dicho cosas peores en el pasado. Eso o se habían aburrido un poco de hacerme la vida imposible.

Llegué al casillero. Increíblemente no había nada escrito, tan solo un miembro dibujado junto a mi cara que estaba allí hacía varios días porque lo habían pintado con algún tinte indeleble que no salía con ningún producto de limpieza. Me daba cierta gracia. El director pensaba que podía eliminar los escritos poniendo al conserje a limpiar mi taquilla cada mañana, pero habían sido más listos que él.

¡Maggie! —gritaron de la otra punta llamando la atención de las personas alrededor. Cerré los ojos, armándome de paciencia. No tenía que girarme para ver de quién se trataba, esa voz la podía reconocer aunque estuviera a mil pies de distancia. Jason no tenía necesidad de gritar mi nombre desde el otro extremo del corredor, pero lo hacia apropósito, desafiaba a los demás.

Tomé mis cuadernos y cerré la taquilla, cuando él se acercó. 

—No te ves de buen humor —observó, con una sonrisa en su bonito y espabilado rostro.

—Y tu tienes demasiado buen humor.

—Me alegra verte. Ayer te llamé por teléfono, pero estabas descansando. ¿Te sientes mejor? —preguntó, tocándome el rostro. Podía sentir los ojos atentos de terceros en nosotros.

—Sí, mejor —respondí, bajando la vista incómoda. Jason se dio cuenta y se apartó—. Vine a verte ayer.

—¿Enserio? ¿Pasó algo?

—Le hablaste a Ana sobre lo que está pasando. —No era una pregunta, sabía que había sido así porque Ana no tenía idea de las taquillas pintadas—. ¿Por qué lo hiciste?

—¿Enserio me preguntas eso? —dijo molesto—. No podías continuar así, alguien debe hacer algo.

—Sí, pero eso era algo que debía manejar yo. No tenías porqué hablar con ella a mis espaldas.

—Tu no te viste —espetó, cambiando el tono de su voz—. La última semana parecías un zombi andante. Te veías tan triste y tan alejada de mí que no podía hacer nada para cambiarlo. Todo se salió de control, no eres la misma persona, tu expresión cambió, tu aspecto, ¡y te desmayaste, por dios!—exclamó intentando mantener un tono bajo. Tragué saliva, sintiendo unas repentinas ganas de llorar—. Estaba muy preocupado, por tu salud, por no verte más feliz. Es duro verte así, Maggie. Así que no vuelvas a reclamarme por querer cuidarte. Ana tenía que saberlo, no podías dejarla en la ignorancia. Estaba preocupada por ti, cuando le conté casi se pone a llorar...

Desvié la mirada al sentir que las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos.

—Ella vino a la escuela ayer —le conté. Luego de aquella extraña conversación con Fred, Ana me había atrapado en la parada del autobús cuando iba saliendo de la escuela.

—¿Qué hizo?

—Tuvo una reunión con el director. Más bien le gritó a él y al rector, también hablaron con algunos profesores, pero la única que aportó algo fue Sandy, la profesora de educación física, los demás se desentendieron de la situación. Ella les contó todo lo que estaba ocurriendo y Ana los amenazó con escracharlos con el consejo vecinal. Aunque ya no tiene potestad ahí —agregué, casi sonriendo—. Pero ya conoces su carácter, logró asustarlos y le prometieron cosas que de seguro no van a cumplir.

El chico equivocado© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora