El ruido de las manecillas del reloj...

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... del pasillo me tenía pendiente del correr de los segundos, ligeros y precisos sin detenerse, sin apurarse, solo continuaban pasando con una paciencia eficaz y desasosegada que me ponía de los nervios.

Eveline me contaba de su viaje recostada cómodamente en mi cama. Yo la escuchaba de pie contra el escritorio. Aunque en realidad no le estaba prestando atención, solo asentía cada vez que hacia una pausa para ver si le seguía el hilo. Pero me era difícil hacerlo, los nervios me estaban aniquilando.

Ese día habíamos ido por unas malteadas que disfrutamos volviendo a mi casa donde permanecimos en mi habitación poniéndonos al día. Pero esa era la cuestión, yo no podía ponerme al día con ella, me di cuenta que quitando a Jason no tenía absolutamente nada que contar de mi verano. Sí, había visto un par de veces a Julián y me había juntado con Roberta y los chicos del grupo, pero no encontraba nada interesante en ello.

A Eveline no le extrañó mi falta de comunicación, siempre fui una chica de no tener mucho que contar. Pero a a diferencia de otras veces, ahora me molestaba porque sí tenía cosas para compartir, había experimentado uno de los mejores veranos de mi vida, lleno de actividades, anécdotas divertidas y experiencias maravillosas, tanto con Jason como con Alexia y el resto de los chicos, cosas que quería compartir con alguien más, cosas que me hubieran gustado contarle a mi mejor amiga. Pero no podía y me di cuenta que nunca iba a poder, era una de las consecuencias de elegir a un chico por sobre tu amiga.

Se sentía amargo. ¿Así seria siempre para mí? ¿No podría volver a contarle de mis cosas a Eveline, mis experiencias, mis sentimientos, lo que vivía al lado de Jason? 

Me di cuenta tarde que Eveline había dejado de hablar y me estaba mirando.

—¿Quieres beber algo? —pregunté para romper el silencio.

—No, dos malteadas son suficientes para mí —contestó llevándose una mano a su vientre.

Quise contarle algo de la pelea con Joe, pero tampoco pude profundizar mucho en ello, puesto que una de las causas de nuestras peleas era por Jason.

Eveline se sentó en la cama, apoyando su espalda contra el respaldo y se miró las uñas.

—El mar es increíble, me dejó la piel más suave que cualquier tratamiento de mi cosmetóloga.

—Eso es por las sales y la arena —expliqué.

—¿Por qué no fuiste este verano a lo de tus tías? —preguntó de pronto.

—Prefería trabajar para ahorrar algo de dinero. 

—Qué comprometida. Siempre fuiste la más responsable de las dos. —Se tocó su cabello, como llevaba haciendo todo el día y agregó—. Sabes, cuando estaba fuera oí algo.

—¿Qué cosa? —pregunté, golpeando el vidrio para que una paloma parada en las plantas de Ana se fuera.

—Que Jason está saliendo con alguien. —Volví a mirarla—. No te pregunté nada antes porque intenté pensar lo menos posible en él durante mi viaje. De hecho, las chicas querían hablarme constantemente de él, pero no las dejé. Pero por más que una quiera hacerse la desentendida, los rumores llegan. ¿Crees que sea cierto?

—¿Qué Jason está con alguien? 

Sentía que me taladraba con su mirada y comencé a sudar.

—Sí. ¿Sabes algo de eso?

—Pues... No, nada. 

Estaba en un aprieto. Podría haber sido más convincente y añadir algo al respecto, como que sí había escuchado el rumor pero no le había dado importancia. Sin embargo, no quería que cuando se enterara de la verdad me reclamara el haberle mentido tan descaradamente en su cara.

El chico equivocado© [COMPLETA]Where stories live. Discover now