El tiempo pasó...

868 140 37
                                    

... y el olorcito de las hamburguesas asándose se fue expandiendo por todo el lugar. Me pareció sumamente extraño que Eveline no estuviera y que tampoco se encontraran el resto de sus amigos. Los había estado esperando, creyendo que en algún momento entrarían y todo seria como normalmente, pero nadie llegó.

Un rato después de comer, la luz del parque se apagó y apareció Pablo cargando un pastel repleto de velas. Le cantamos a Jason el feliz cumpleaños, se burlaron un poco de él por sonrojarse y cortaron el pastel. Cada uno con su porción en mano se fueron desperdigando nuevamente por el parque. Yo me mantuve sentada en la mesa con Alexia.

Jason se acercó con dos porciones de pastel y Alexia se levantó dejándonos solos, aprovechando de conversar con Pablo que intentaba abrir una botella de licor que nadie más que él quería probar.

—¿Cómo la estás pasando? —preguntó, tomando asiento a mi lado.

—Muy bien. —Probé un trozo de pastel—. Esto está delicioso.

—Se lo debemos a mi mamá, la preparó esta tarde.

—¿Dónde está ella?

—Con mi abuela en casa de mi tía. Se fue para dejarme la casa —contestó, probando su porción.

—¿Sacrificó cantarte el "Feliz cumpleaños" para dejarte con tus amigos?

—Me lo cantaron ayer, hicimos una pequeña cena y a las doce soplé las velitas. —Nos mantuvimos unos minutos en silencio saboreando el pastel. Jason me preguntó si quería gaseosa y sirvió para ambos. Cuando me entregaba el vaso, volvió a hablar—. ¿Te puedo preguntar algo?

—¿Qué cosa? 

—¿Con quién saliste hoy? No es que sea metiche —añadió rápidamente y me pareció que sí lo estaba siendo, ¿si no con qué fin quería saber quién era el chico?

De pronto se me ocurrió que no tenía sentido ocultar su nombre, ese idiota se había portado mal conmigo y podía hacérselo a cualquiera, merecía que supieran quién era y la clase de persona que podía llegar a ser.

—Con Dylan —respondí, bajando los ojos a mi plato para no mirarlo. Jason se mostró sorprendido, algo que me extrañó puesto que nos había visto juntos en la fogata—. ¿Por qué me miras así?

—Es que... —abrió la boca vacilando—. No lo sé. No pensé que aceptarías salir con él.

—¿Por qué no? —inquirí. Él no contestó—. Olvídalo.

—¿Quieres contarme qué ocurrió? —preguntó con cautela. Negué con la cabeza. No quería recordar a Dylan y mucho menos hablar de lo que había sucedido—. Aguarda un momento, iré a traer algo que nos vendrá bien.

Se levantó de la mesa y entró a la casa. Apenas había probado su pastel, una lástima porque estaba delicioso. Al volver traía dos latas de cerveza. No era mi bebida preferida pero estaban heladas y cuando me ofreció una, la acepté.

—Con que nunca bebes, eh.

—Y no lo hago. —Se inclinó hacia adelante, apoyando sus brazos en las rodillas como si me fuera a contar un secreto—. Mi última cerveza fue en la casa de Giselle.

—¿Me vas a decir que no probaste ni un poquito de alcohol en todas las fiestas a las que fuiste? ¿Ni siquiera el licor que se repartían en el cumple de Eveline?

—No me gusta el licor. Y no fui a tantas fiestas —se defendió—. Si hubiera bebido todo este tiempo mi rendimiento sería un asco y lo más probable fuera que me hubieran expulsado del equipo. No puedo permitirlo, tengo pensado conseguir una beca.

El chico equivocado© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora