Un pulover de lana rosa...

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... cubrió mi congelado cuerpo ni bien entré a la casa de Alexia. Fuera hacía mucho frío, la temporada se había abalanzado con todo sobre nosotros y ni siquiera era junio. En el interior de la mansión se disfrutaba de un rico calorcito gracias al enorme hogar a leña de la sala y en el aire había olor a galletas horneadas. Era todo demasiado perfecto, mis ojos estaban a punto de llorar de la emoción. Una vez vestida con el abrigo que ella misma me puso, me arrastró al sofá de la sala y me dio unas pantuflas de peluche con orejas de perrito como las de ella, solo que las suyas tenían orejas de conejos.

—¿Quieres chocolate caliente? —preguntó y al instante apareció una de las mucamas con con dos tazas humeantes y un plato de galletas.

—Así debe ser el paraíso —exclamé—. Y así debe saber —añadí, probando una galleta.

—Acompáñalo con el chocolate caliente —me aconsejó Alexia, entregándome una taza con cuidado.

—Mmmm —gemí, probando un sorbo—. ¿Puedo venir a vivir aquí contigo?

—Y observa esto —añadió, con una sonrisa emocionada, agarrando un control. Presionó un botón y se abrió una compuerta del modular de la pared por donde apareció un enorme televisor. En mi vida había visto una pantalla tan grande—. ¡Podemos ver películas!

—No puede ser —solté, impresionada—. Oye, nunca nos mostraste esto.

—Es nuevo, papá lo mandó a instalar este verano.

—¿Los chicos saben de esto?

—No. Bueno, solo Pablo —contestó, agarrando una galleta.

—¿Has visto a Pablo últimamente? Además de ayer en el natatorio —pregunté como quién no quiere la cosa.

—No tanto, bueno... vino a verme cuando llegué y hoy temprano también estuvo aquí —contestó, sacando de una caja junto al sofá una pila de vídeos.

—Se están llevando bien ¿no? —comenté, bebiendo un sorbo de mi taza.

—¿Te va Pretty in pink? —preguntó, acercándose a la videograbadora. Asentí con la cabeza y ella colocó la película—. Siempre me llevo bien con Pablo, solo que a veces se comporta como un idiota —me contestó, volviendo al sofá. Agarró el control y dio inicio a la película.

No podía concentrarme en la película, solo podía pensar en Jason. Se suponía que ese día debía decírselo a su madre. Esperaba que tuviera el valor suficiente. Me hubiera gustado estar allí,pero no sé que tan buena ayuda hubiera resultado ser.

La película terminó antes de que me diera cuenta y Alexia puso otra. No tuvo mejor idea que colocar La cigüeña no espera. Una historia sobre dos adolescentes enamorados que están en su último año de secundaria, planeando sus ingresos a la universidad, cuando el destino los convierte en padres a temprana edad. Así que tienen que lidiar con esa nueva vida que les toca, los prejuicios de las personas a su alrededor y la enorme decepción que causan en su familia. Ellos son muy optimistas al comienzo, pero a medida que pasa el tiempo todo se vuelve un descontrol.

Alexia se descostillaba de Risa, pero a mí me estaba espantando más que una película de terror.

—¡Oh, lo siento! ¿Quieres que ponga otra? —preguntó cuando me levantaba mareada.

—Una de acción y mucha sangre —respondí, yendo al baño.

La película quedó de lado porque pronto nos pusimos a conversar. Yo le platiqué sobre todos los detalles que no había llegado a contarle por teléfono y ella me puso al tanto de su vida en la escuela. También hablamos un poco sobre quién pudo haberse enterado de mi embarazo. Alexia me juró que no se lo había contado a ningún otra persona, ni siquiera el resto de los chicos lo sabía aún. Yo no me preocupé mucho por ello, después de todo en pueblo chico, infierno grande.

El chico equivocado© [COMPLETA]Where stories live. Discover now