Me encontraba envuelta por el sereno sonido...

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... de nuestras respiraciones, acompañadas por la melodiosa lluvia que caía afuera y por mucho que me esforcé, no se me ocurrió otro lugar más perfecto en donde estar. Mientras delineaba con mi dedo el borde desgastado de un Hulk pegado a la pared, el cual parecía llevar allí años, y recordaba con pereza que yo tenía un Capitán América con la cabeza cortada perteneciente a la misma colección de stickers a un costado del pie de mi cama, disfrutaba del calor del pecho de Jason subiendo y bajando en mi espalda y su respiración caliente moviendo los mechones de mi nuca.

No supe cuánto tiempo transcurrió. Llevaba un rato tocando las pegatinas rotas de la pared mientras él dormía, pensando en lo que había ocurrido entre nosotros. Con extrema lentitud me giré, procurando que no quitara su brazo de alrededor de mi cintura y lo observé. Sus pestañas oscuras se pegaban a sus mejillas y en sus párpados se traslucían algunas venas.

Con suavidad corrí unos mechones del flequillo que caía en su frente y abrió los ojos.

—Creí que dormías —murmuró, somnoliento. Mis mejillas se calentaron.

—No quise despertarte.

—No me despertaste —mintió y ante mi ceja arqueada, agregó—. Soy muy perceptivo a tu presencia.

—Cuando quieres eres bueno haciendo ruborizar a una chica. Aunque sea con mentiras. —Jason esbozó una de sus sonrisas encantadoras—. Los chicos deben preguntarse donde demonios nos metimos.

—En este momento me importan un comino los chicos. —Esta vez fui yo quien sonrió—. Luego inventaré una excusa.

Tenía parte de su torso al descubierto, el cabello despeinado y una expresión de relajación muy contagiosa. Deseé poder verlo así siempre. Tan natural. Tan él mismo. Acorté el espacio entre nuestros rostros y besé sus labios suavemente. No pude resistirlo. Un beso dulce y cálido que él no tardó en profundizar.

—Debería irme —murmuré, separándome un poco.

—Pero es temprano —me respondió, acariciándome el cabello—. Te ves tan hermosa con tus rizos sueltos. —Enredó sus dedos en ellos y bajando su mano por mi cintura lentamente hacia mis muslos, se colocó sobre mí.

Mi piel estaba aún sensible, ardía al mínimo contacto que Jason me profería y al mismo tiempo sentía que no tenía suficiente.

—Esto es una locura —jadeé sin poder apartar mis ojos de los suyos.

—Eso lo hace más emocionante, ¿no lo crees?

Me mordí el labio hasta sentir el sabor mi sangre, pero no era nada comparado con el escozor en mi carne, tan intenso e insoportable que me sentía a punto de sollozar. Por un lado porque la culpa se estaba expandiendo sin darme cuenta, la había dejado de lado momentáneamente, anestesiándola con placeres de los que jamas me había permitido disfrutar.

Jason bajó a mis labios para besarlos, pero lo detuve.

—No hagas que me arrepienta —murmuré sobre su boca.

—Te daré todos los motivos que necesites para que eso no ocurra —contestó, atrapando mis labios en un beso desenfrenado.

Y me volví a dejar llevar.

Nunca había sentido tanta adrenalina, mi vientre implosionaba consumiéndome de placer y emoción. 

Y mandé a la mierda todo. A la mierda papá y mamá con su moral. A la mierda la Iglesia con sus estúpidas advertencias sobre las relaciones prematrimoniales. A la mierda las personas y sus opiniones.

En esa habitación éramos solo Jason y yo, completamente aislados del mundo haciendo algo que probablemente no debíamos, pero que nos sentaba muy bien. ¿Por qué algo que nos hacía sentir tan bien estaba mal? ¿Por qué si ambos nos gustábamos y nos queríamos debíamos negarnos? ¿Por el qué dirían? ¿Por Eveline? 

El chico equivocado© [COMPLETA]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz