El inicio...

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... de clases comenzaba con nuestro secreto revelado. Era un hecho y ya no podía hacer nada para volver atrás. Tras la pelea con Eveline, los días fueron un infierno. Al comienzo de semana le prescindió la partida de Joe, que se marchó sin despedirse de nadie. Tan sólo dejó una carta donde ponía que no podía hacerlo porque sería más duro para él y que tampoco nos preocupáramos ya que debíamos tomarlo como si estuviera de vacaciones porque vendría pronto a visitarnos.

Entre la tristeza que me daba no saber cuando lo volvería a ver y ante la sensación de encontrarme definitivamente sola, el domingo Jason me llamó para ver cómo me encontraba. No había tenido noticias de mí en todo el día y quería verme. Le contesté que necesitaba estar sola, no podía verlo, menos después de recordar el rostro herido de Eveline. Me contó que había intentado hablar con ella, pero naturalmente lo mandó a la mierda.

No me quedé hablando mucho, por un lado tenía ganas de pedirle que viniera a reconfortarme y por el otro me sentía muy hipócrita haciéndolo cuando Eveline estaba dolida por lo mismo. Tenía muchas ganas de hablar con ella, estaba convencida de que nos debíamos otra conversación donde pudiéramos aclarar mejor los malentendidos. Mientras tanto, no vería a Jason.

El lunes Ana me mandó al mercado con una lista de compras. No tenía ganas de salir, solo me la pasaba al lado del teléfono esperando que Eveline diera señales de vida y conteniendo mis impulsos de ir a su casa. Tal vez ni siquiera estuviera en su casa, podía imaginarla entre los brazos de Michelle siendo consolada mientras las otras se daban el lujo de despotricar mierda de arriba abajo sobre mí.

Acepté hacer los mandados para entretener mi cabeza, no podía continuar martirizándome en mi casa pensando en esas cosas. Noté de entrada a un grupo de chicas mirándome mal entre las góndolas. Eran del equipo de porristas. Cuando me dirigía a la caja una de ellas me empujó. Me pareció que había sido adrede, pero a pesar de ello le pedí disculpas y continué caminando. 

En la fila solo habían dos personas. Me formé detrás de la pareja y en eso dos de las chicas que me habían estado taladrando con la mirada, se pusieron delante mío.

—¡Ey! —exclamé, molesta—. Estaba primero yo. 

Ni siquiera me miraban, tan solo me dieron la espalda y se pusieron a murmurar con la pareja de adelante. Me llené de paciencia y permanecí detrás, aguardando mi turno. Tenía un gran dolor de cabeza y solo quería volver a mi casa, había sido una muy mala idea salir. 

Cuando las chicas dieron un paso adelante para pagar lo suyo, su amiga murmuró que había escogido la bebida equivocada y debía cambiarla, así que mientras la otra morena y la cajera conversaban en murmullos, ella se fue a las góndolas para hacer el intercambio. Aguanté la espera, a pesar de tener unas pocas cosas que pagar. La chica volvió con la bebida correcta, la cajera lo deslizó por la registradora y sacaron sus carteras para pagar. Todo en extrema lentitud, sin dejar de murmurar por lo bajo y mirando hacia mí.

La tensión era palpable y yo no era ninguna tonta como para no darme cuenta que mi nombre era el que salía de sus bocas, pues todas iban a la escuela e incluso a la misma cajera la reconocí como ex estudiante y hermana de una compañera de Eveline.

Un grupo de chicos entró al almacén, dos se acercaron a las chicas y los otros fueron directo hacia las góndolas. Los miré nerviosas. Además de nosotros solo había una anciana eligiendo con extremo cuidado las verduras y un señor en la otra punta que desapareció hacia el sector de los focos de luz.

Finalmente las chicas empezaron a guardar sus compras y yo pude avanzar. Tenían muchas bebidas, seguro harían alguna especie de fiesta por el inicio de las clases. Los otros dos chicos volvieron con más bebidas y en vez de hacer la cola, se pusieron delante mío.

El chico equivocado© [COMPLETA]Where stories live. Discover now