Atravesé el patio

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Atravesé el patio delantero de mi casa riendo a carcajadas. Me dolía el estómago de tanto comer y de tanto reír, pero no quería cambiar esa sensación pletórica por nada del mundo. Escuché el ruido de la puerta de la camioneta cerrándose detrás y los pasos de Jason dándome alcance.

—Ten, no puedo más —dije, cediéndole el copo de nieve.

—Me terminé tu porción de papas y lo que dejaste de la hamburguesa, ¿crees que me cabe algo más? —contestó, llevándose las manos al estómago.

—Pero tu no engordaras ninguna libra y si lo haces no se notará.

—Tu tampoco engordarás. Por dios, que si piensas en bajar de peso estás loca.

—Eso no es cierto. No soy tan delgada, de hecho para mi altura peso más —expliqué limpiando mis manos pegajosas en mis vaqueros.

Me detuve en las escaleras del porche y me recargué contra la viga. Jason bufó con un gesto que decía que estaba soltando puras boberías y me quitó el copo de nieve. Sus mejillas se veían un poco rojas y acaloradas, su cabello estaba despeinado como si no le preocupara su apariencia y en cierto modo eso lo hacía verse guapísimo.

¿Yo me vería igual? De seguro no muy guapa, pero el gozo debía rebalsar por mis poros. Indagué en mi memoria preguntándome cuándo había sido la última vez que la había pasado tan bien con alguien.

Él se detuvo debajo de los escalones, quedando nuestros rostros a la misma altura.

—Si estás tan convencida de lo que dices entonces tal vez no debería volver a invitarte otro súper combo.

—No, tal vez no deberías —murmuré, dejando la risa de lado. Era difícil, pero alguno lo tenía que decir y me consideraba la mayor responsable, puesto que él no tenía razones para detener esto que estaba ocurriendo.

Jason bajó la mirada, apartándose unos pasos y la atmósfera se volvió incómoda. Quise remediarlo, pero no sabía qué decir.

—¿Qué harás en noche buena? —preguntó él, cambiando de tema.

—Festejaré aquí como cada año, supongo.

—Luego de las doce me juntaré con los chicos en la plaza, ¿quieres venir?

A esas alturas, tras haberlo vuelto a ver y pasado una tarde maravillosa junto a él, continuaba preguntándome si era correcto que siguiéramos saliendo como si fuéramos simples amigos. Una vez no era nada, dos veces no le hacia daño a nadie más que a nuestras pobres corazones, pero ¿tres?

Por más que no pasara nada entre nosotros, no quería que nuestra relación terminara, Jason era un buen chico, esos que quieres tener cerca siempre. Por otro lado, tenía muchas ganas de volver a ver a Alexia y al resto. Últimamente estaba muy sola, todos mis amigos se habían ido de viaje y los pocos que quedaban habían conseguido empleo.

—¿Jason? —inquirió una tercera voz.

Ambos nos giramos.

Joe se acercaba. ¿En qué momento había llegado?

—Hola, qué tal —lo saludo el castaño, estrechándole la mano.

—Hace mucho no te veo por aquí, desde que dejaste las entregas. ¿Sigues con tu mamá?

—Sí, solo que cambié de tareas.

Joe asintió con la cabeza y al pasar por mi lado para dirigirse a la puerta me pellizco una mejilla en forma de saludo. Odié que hiciera eso en frente de Jason.

—Ana debe estar adentro —le avisé, esperando que volviera a dejarnos solos.

—Genial, ojalá este cocinando algo rico. No comí nada en toda la tarde —respondió, tocándose la panza. Se recargó contra una viga y miró a Jason—. Lindas tenis.

El chico equivocado© [COMPLETA]Where stories live. Discover now